Además del retablo grande que preside la Iglesia de Ayoó, en los laterales hay otros cuatro más pequeños que hemos ido viendo a través de los santos que están colocados en ellos. Hoy los veremos más en detalle.
En el lado del evangelio del templo (el que está de cara al altar, a la izquierda, era donde se leían los evangelios y de ahí su nombre), encontramos dos pequeños retablos.
Uno es el que está presidido por un cristo crucificado. Se encuentra justo donde está la tumba de la Iglesia. El otro está esquinado.
El del Cristo tiene a esta figura en escultura, por encima, la rueda de Santa Catalina y alrededor diferentes santos que ya hemos ido repasando en artículos anteriores (si se pincha en el nombre nos lleva a ellos): San Andrés, San Genadio, Santa María Egipcíaca, San Jerónimo y Santa María Magdalena.
La parte de abajo del retablo, entre las pinturas, tiene unas ménsulas policromadas, unos pequeños apoyos de madera pintados de colores. Los fieles de la Iglesia lo decoran con un mantel blanco bordado y siempre tiene su jarrón de flores.
El otro retablo está esquinado y en el encontramos a San Roque abajo y a Santa Bárbara arriba.
Al otro lado, en el lado de la epístola de la Iglesia (llamado así porque desde ese lado del altar se leía la Epístola -parte de la misa católica en que se lee o se canta algún fragmento de las cartas escritas por los apóstoles-) encontramos otros dos pequeños retablos.
En el retablo que hace esquina está ahora la Virgen del Rosario (aunque en la foto de arriba está la hornacina vacía porque era en una Semana Santa y se la pone en las andas para las procesiones). No siempre ha sido así, como ya contamos en su día. Antes se ponían otras figuras, eso va cambiando con el tiempo y el gusto del párroco del momento. Encima de la Virgen está la imagen de San Antonio de Padua.
El otro retablo está pasada la Puerta del Sol y el protagonista es San Fructuoso y en la parte de arriba está la Virgen del Sagrado Corazón.
Tanto uno como el otro tienen un sagrario en la parte baja, como contábamos aquí.
Cuando entréis en la Iglesia, hacedlo con tiempo y admirad estas piezas. Quizás no tengan la calidad de una gran catedral, pero forman parte de la historia de Ayoó.
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