23 de agosto de 2022

Calles: Calle de la Iglesia (4)



Seguimos con el repaso de la Calle de la Iglesia. Por la derecha, el número 12 corresponde a la Casa del cura, conocida así porque era eso, la vivienda que ocupaban antaño los párrocos del pueblo. 
La casa en el año 2011

Realmente, hace mucho que no vive nadie allí. El último fue Don Eleuterio y desde entonces está vacía. Tampoco sabría decir quien es el propietario del inmueble, si es del ayuntamiento de Ayoó o del Obispado.

Yendo a misa en San Bartolo, 2006.






2008


La panera en 2021



2012








2012

En esta casa, como decía, vivía el famoso (y temido) Don Ezequiel. En Ayoó vivió con su madre, hasta que esta murió y con Manuela, su sobrina, que era la que se encargaba de cuidarle a él y la casa. Cuando fue mayor, se retiró y estuvo viviendo en la casa cural hasta que murió. Cuando falleció, su sobrina fue a vivir a una casina que había hecho en Ayoó y la casa fue ocupada por Don Eleuterio, que hasta entonces había estado en Congosta.

De Don Luterio (como se le llamaba) y su cuidadora, Quintina, mucho se habló en el pueblo. De hecho, en mi casa se le llama “la mujer del cura” y lo cierto es que durante años y años estuvieron juntos. Incluso cuando el sacerdote fue a una especie de residencia para curas mayores, ella le acompañó.

Se cuenta, que cuando estaban en Congosta, al cura se le estropeó la pera con la que se daba la luz desde la cama y acudió un vecino que tenía mano con las cosas eléctricas. Y cuando entró en el cuarto, aún con la cama sin hacer, había dos huecos en ella. En fin… cosas que se dicen.

Cuando Don Eleuterio fue al asilo de los curas, Don Aquilino vivía en una casa que habían hecho para los curas en San pedro y venía a Ayoó a dar misa pero no vivía aquí. Desde entonces ya el inmueble ha estado vacío, pero siempre ha seguido siendo La casa del cura.

El número 14 lo ocupa una panera de construcción muy singular, con unas puertas y ventanas que he fotografiado mil veces. Es de Manolo y Brígida, que viven cerca, en la misma calle y la usaban para guardar patatas y otros productos de la cosecha.

Es una construcción de piedra y barro, que tiene la puerta en el chaflan, en el retranqueo que hace con la casa de Matías. En una de sus piedras está el nombre de la calle escrita con pintura y una flecha con dos cabezas, calle para un lado, calle para el otro.

El número 16 corresponde a la casa de Matías y Eufemia, creo que era de la abuela de ella, la Ti Ana María y la de al lado, el número 18, era de la madrina de mi padre, Antonia y ahora no sé a quién pertenece (de la Señora Antonia hablamos aquí, ya que fue una de las últimas personas en vivir en el Conventico, entre San Pedro y Santibáñez).

2012

2010


Día de San Bartolo, 2008


10 de agosto de 2022

Flores: Mirabilis Jalapa o Dondiego de noche

 Ayoó, ahora que no hay cabras por las calles, tenemos las calles llenas de flores y jardines. Y en ellos y en muchos rincones y esquinas, vemos unas plantas de media altura, ramas más o menos duras y flores rosadas que son nuestras protagonistas de hoy: esta flor es la Mirabilis Jalapa L y popularmente es conocida como Dondiego de noche, dompedro, periquitos



En nuestra casa se empeña en crecer junto a la puerta del huerto, hasta tal punto, que la cubre casi por completo y, por supuesto, no nos deja abrirla. Cada año la cortamos sin piedad y cada vez que volvemos, la planta ha vuelto a rebrotar y vuelta a empezar. Es muy bonita, pero no ahí!!!!!

La planta invadiendo toda la puerta de nuestro huerto el verano pasado, 2021



La puerta tras la poda

Esta es una planta oriunda de América, (se cree que llegó en el siglo XVI) y está perfectamente aclimatada. Cuando hace frío muere su parte exterior, pero en cuando vuelve a templarse el clima, rebrota. Hasta tal punto que está empezando a considerarse un poco invasora.

Su principal característica es que las flores están cerradas a la luz del sol y se abren al atardecer y por la noche, desprendiendo una ligera fragancia. Otra característica es que una misma planta puede tener flores de diferente color o ir cambiando a lo largo del tiempo, según va madurando. Las de Ayoó, al menos las que yo he visto, son todas de un rosado muy vivo.

En América se usan sus flores como colorantes de alimentos, algunas partes se usan como diurético y, curioso, en Cuba se ha usado con éxito como antiparasitario a pacientes que no respondían bien a productos químicos más tradicionales.

También se han hecho experimentos con esta planta como limpiadora de terrenos contaminados con cadmio.

Yo, como prueban las fotos, he visto que son flores que encantan a los abejorros, que están ahí, polinizando sin parar.





Pues estas son algunas curiosidades de esta planta que a poco que miremos, descubriremos por muchos rincones de Ayoó.

Esquina de la Iglesia, 2010
El mismo sitio, unos añitos más tarde, verano de 2022

Casa de Felisa en El Canto, 2015

El Canto, 2016

Muro frente al bar de Loli, 2020

La flor en el jardincito de Amelia frente a la entrada de su granja, verano 2022



5 de agosto de 2022

Compost casero

Alguna vez he contado (aquí, por ejemplo) como cuando yo era cría e iba a la casa de mis abuelos los veranos, allí no había bolsa de basura. Entre otras cosas, los restos de comida se repartían entre los animales de la casa, las gallinas, los cerdos, la perra, los gatos... Lo que se comían, bien, lo que no, para hacer abono. 

En mi casa del pueblo pasaba otro tanto, ahí ya sí teníamos bolsa de basura y había más restos, pero prácticamente todos los restos de comida iban a gatas y a gallinas. Una vez mis padres quitaron el gallinero, se notaba muchísimo la proporción de restos de comida, teníamos que sacar la basura a diario, hasta que un día se nos ocurrió que podíamos hacer una compostera improvisada. 

En el huerto al lado de casa destinamos un lugar para echar esos restos y lo íbamos cubriendo de restos de ramas de podas y con un poco de tierra del propio huerto. 




Alguna avispa se acercaba, pero lo cierto es que no se formó un criadero de bichos ni olía a basurero ni nada de nada... la naturaleza era bastante eficaz y con el calor iba descomponiendo los restos de una forma muy natural y "limpia". Se nota muchísimo en el volumen de basura para tirar, lo que se traduce en menos bolsas de plástico usadas. Hay que tomarse la molestia de ir a echar los restos (no todos los de casa están por la labor...) pero creo que el resultado supera a estos pequeños peros.

Ilustración del folleto de Compostaje del Ayuntamiento de León


Lo cierto es que nosotros hacemos compost por no producir más restos, luego no lo usamos en los huertos. Pero hay una corriente cada vez más amplia que anima a tener composteras en casa y cultivar un pequeño huerto. Evidentemente, esto se puede hacer en casas con un pequeño jardín, aunque hay quien se anima en terrazas y todo.

En el ayuntamiento de León, por ejemplo, se ha puesto en marcha una campaña en favor del compostaje casero en la que te regalaban la compostera. Tienen también un completo manual, muy bien explicado, en el que hablan de por qué compostar, cómo hacerlo, métodos... un poco de todo. 


Aquí se puede ver online y en este otro enlace, aquí, el blog Autocompostaje León con toda la información de esta interesante iniciativa.

¿Y qué mejor que el pueblo para hacer nuestra propia compostera? Nosotros, ya digo que no tenemos ahora huertos en uso, pero solo no tirar tanta basura nos compensa el pequeño esfuerzo. Si ya hay un jardín o un huertecito en la familia, todo nuestro esfuerzo nos lo devolverá la naturaleza con creces. Así que, ¡anímate y composta en Ayoó!!!