28 de febrero de 2017

Luz de tormenta

El pasado verano, un martes, 16 de agosto... estábamos de charleta en el bar (ahora el único) y se puso la tarde revuelta... se nubló y empezamos a escuchar truenos.... era la última hora del día, el sol cerca de ponerse... y entonces, con toda esa conjunción, una luz cálida y extraña lo cubrió todo. Nos encontramos unos cuantos en el balconcillo de lo que era el antiguo ayuntamiento (habían puesto arriba mesas, sillas y una pequeña barra de bar) nos quedamos mirando los lejanos truenos y la luz que bañaba el paisaje. Es uno de esos momentos que hace que te guste estar en el pueblo. La cámara no recogió toda la magia del momento, pero algo intentó hacer la pobre...






21 de febrero de 2017

El Hongo Yesquero


El pasado fin de semana estuvimos en el pueblo mi hermano Jesi y yo. Fuimos a dar una vueltita por los alrededores del pueblo y llegamos a la chopera que hay cerca del Coito, en la zona conocida como del reguero del Ti Carbajo (donde hace años se echaba la basura). Allí hay unos chopos espectaculares, de grandes troncos y muchos metros de altura. Y en uno de ellos encontramos esta curiosa forma parecida a un hongo pero dura, como de madera. 



Una búsqueda a través del ordenador y dí fácilmente con lo que podía ser: Un Fomes Fomentarius, nombre latín para esta seta a la que también se la conoce como “casco de caballo” (por su forma), “pan de picaraza” o el más extendido, “hongo yesquero”. Si se ralla o se tritura sale una especie de pelusa que es un perfecto combustible que prende fácilmente. 


Es un hongo saprófito-parásito que se puede ver todo el año en troncos de árboles caducifolios, aquellos a los que se les caen las hojas. Ataca a las especies frondosas, como las hayas, álamos blancos y negros (los chopos) provocando una activa podredumbre blanca de la madera. No tiene pie, se mete en el tronco del árbol que parasita, que suelen ser árboles ya enfermos. Si el árbol muere, el hongo se transforma en “descomponedor” de la madera muerta. 


Precisamente, el árbol en el que vimos los hongos más grandes, era uno ya enfermo, incluso muerto, solo con el tronco. También vimos otros, más pequeños, en la parte de arriba de otro de los chopos.



Este hongo no se come, tiene una carne dura (al tacto es como de madera, pero por dentro no es duro, es esponjoso, como hueco). De él, ya hemos dicho, se obtiene yesca, que se utilizaba antiguamente para la mecha de los encendedores. En medicina se utilizó para detener la pérdida de sangre por heridas, como hemostático (que es capaz de parar una hemorragia) por su textura y su riqueza en taninos.



Además de los nombres antes mencionados, también se le da otra denominación: “hongo del hombre de las nieves” porque se encontraron unos trozo en la ropa de “Ötzi, el hombre del hielo” cuya momia se encontró en los años 90 en los Alpes italianos y que ha permitido investigar sobre el origen de los primeros europeos.

18 de febrero de 2017

12 meses, 12 iglesias: Iglesia de Villaobispo

Febrero, el mes más corto nos sirve para acercarnos a una preciosa iglesia de la que ya queda cada vez menos: abandonada, rota, derruida... el templo de Villaobispo está como el pueblo, solitario y vacío. 



La Iglesia está dedicada a Santa María y se estima que la primera construcción data de nada menos que el siglo XIII. Tiene pinturas de diferentes épocas, unos medallones de los cuatro evangelistas que se situan en el siglo XVI y otras características arquitectónicas que se van perdiendo entre la maleza y y el abandono.


Foto: Lista Roja del Patrimonio.








Hay una página web llamada Lista Roja del Patrimonio en la que una Asociación cultural llamada Hispania Nostra trata de catalogar el patrimonio histórico que está en estado de abandono y de peligro, tratanto de llamar la atención y buscar un arreglo. En esta página presentan así a la Iglesia de Santa María de Villaobispo de Vidriales: 

Iglesia románica construida en mampostería, originariamente revocada en exterior e interior. Es de una sola nave cubierta con bóveda de cañón, cabecera cuadrada y espadaña con tres troneras y remate a piñón. La capilla mayor presenta tres contrafuertes a cada lado, aspillera rectangular cegada en el testero y cornisa con perfil de bisel soportada por canecillos de nacela. El acceso al interior de la capilla mayor se hace a través de un arco triunfal apuntado. En su interior, los muros de la nave conservan varios enlucidos pictóricos superpuestos que corresponden a épocas diferentes. En el muro norte pervive una pintura mural con la escena de la santísima Trinidad, ya de época gótica. En el ábside, otros restos pictóricos y cuatro medallones que representan a los Evangelistas, del siglo XVI.











La verdad que da pena encontrarse este templo así. Se entrevé su belleza y valores artísticos y es una verdadera pena que se deje caer y perder sin hacer nada.





Villaobispo pertenece al municipio de Santibáñez. No sé el número de personas que vivirán en el pueblo, pero supongo que poquitas. La mayoría de las casas son de barro y están abandonadas y tan caídas como la Iglesia. El pueblo está pegado a Bercianos, pero pegado pegadito: en una calle una hilera de casas es de un pueblo y la otra del vecino. 






 No he encontrado la fecha exacta en la que se abandonó el templo y, según parece, las figuras de santos que en ella había se trasladaron a la cercana Iglesia de Bercianos. Y así, solitaria y triste terminará por caer del todo Santa María de Villaobispo.




14 de febrero de 2017

La Iglesia por dentro: los asientos

La iglesia de Ayoó, como las de todos los pueblos (y de ciudades, pero aquí también por otras razones) está cada vez más vacía. 




Los mayores van faltando y los de mediana edad y los más jóvenes se acercan los días festivos pero poco los demás. Cuando lo hacen, hay una costumbre que se mantiene, que los hombres se pongan a un lado y las mujeres a otro. 


Foto: Ana Belén Pérez Otero
Ellos, en el lado de la epístola, el lado derecho mirando de frente al altar. Ellas, al otro, en el llamado lado del evangelio. No es una norma estricta. Hay mujeres, bastantes, que se van al lado masculino y hombres, menos, alguno que otro, que cambia también. Y cuando hay gente de pie, se ponen indistintamente en uno u otro. Pero es una costumbre de siempre que sigue manteniéndose.






Tanto en un lado como en el otro hay un buen montón de bancos para servicio de los feligreses. Antaño eran apenas unos bancos sin respaldo de mala madera, pero hace ya tiempo que se cambiaron por los de ahora, con su respaldo, su reposarodillas, bien pintados, barnizados... Algunos, al igual que sucede con otras partes del templo como figuras de santos o ventanas, han sido donados por feligreses. 


En la placa se lee: "Estos 4 bancos fueron donados por Sixto Higinia", que, francamente, no tengo ni idea de quién es.
Cuando yo era pequeña, además de los bancos, las señoras más mayores se llevaban su reclinatorio, donde puestas de rodillas rezaban y escuchaban la misa. Alguno había dentro, pero la mayoría los llevaban y los traían. Ahora, queda uno cerca del confesionario y creo que ninguno más.




En el altar, también hay un par de asientos. Uno para que lo usen los sacerdotes cuando hay varios y alguno está haciendo alguno de los rituales de la misa. El otro suele ser usado por los monaguillos o ayudantes en la misa.








Y aunque no formen parte de la Iglesia propiamente dicho, hay varios asientos que prestan servicio:

Uno, el metálico que colocaron en la placilla que queda delante del templo. 


Los tres primos, Alberto, Felipe y mi padre, Antonio.

Otro, el banco que hicieron con el pasal de la Iglesia y que se colocó delante de una puerta cegada del edificio, en la "no puerta" que me gusta llamar a mi (sitio que no me pareció nada conveniente, todo sea dicho, como ya escribí aquí).




Y el tercero es ese asiento que forma una gran piedra a un lado de la fachada de la iglesia, muy usado por los fieles cuando están esperando que de la hora (o cuando han hecho pira a la misa, pero se quieren quedar cerquita del lugar...).






La señora Benita y no me sale quién es la otra señora que está con ella.
Foto: Miguel Angel López de Zubiría.