31 de marzo de 2010

Dulces caseros de Semana Santa


Las manos de los niños de Ayoó, que aprendieron a hacer pan con Geno y Cristina este verano

En el tiempo de Semana Santa era típico preparar bollos en el horno familiar. Era una labor que se hacía entre varias mujeres de la familia, en nuestro caso, mi abuela Menta solía hacerlos con Tía Agustina. Amasaban y hacían bollos con un huevo dentro u otros dulces como un pan pintado de huevo para que quedara lustroso. Todo lo que se preparaba se comía el domingo de Pascua.


Había otros dulces, como unos bollos que hacían en Felechares, una especie de bizcochos que cocían en las latas de los escabeches y a los que se llamaba “mazapanes” y que estaban muy buenos.


Mi padre también se relame pensando en un dulce de sobras que hacía mi abuela, friendo en la sartén, con azúcar, un trozo de masa de pan que dejaba aparte al hacer las hogazas de la familia.


En las casas había unas calderas de cobre que servían para derretir la manteca. Cuando se hacía esto se echaba cebollas o manzanas a cocer en los restos y con la manteca quedaban tiernas y de buen sabor. “Era día de fiesta cuando se hacía”, recuerda mi padre, gran goloso.

28 de marzo de 2010

La venganza de Marzo

Erase una vez un pastor que viendo que se alargaba el duro invierno e intentando salvar a su ganado, quiso hacer un pacto con el mes de Marzo, al que ofreció un carnero si le libraba con bien el mes y no perdía ningún animal. Llegaban los días finales y como el rebaño había llegado hasta la fecha sin problemas, el pastor pensó que mejor no dar lo que había prometido a Marzo. Este se enfadó mucho y así sentenció al pastor:


“Con tres que me faltan
y tres que me preste mi hermano Abril,
te haré andar con los cencerros al cuello
y la zamarra en el cadril”

25 de marzo de 2010

San Mamés y el cabrón


En el foro que tiene La Voz de Vidriales hay una sección llamada Historias de la Bodega que se creó con la intención de que la gente contara esas narraciones orales que todos hemos oído en alguna ocasión. La página no tiene mucho movimento, desafortunadamente, pero buscando y husmeando entre los post, he encontrado una historia muy divertida que tiene que ver con Ayoó. Este es el relato, firmado por alguien llamado Modesto, que podéis encontrar aquí:


Un pastor ayoino (de Ayoo de Vidriales) prometióle a su patrón, san Mamé, que le donaría un macho cabrío de su rebaño, si durante un tiempo éste no era devastado por el lobo.
Como así ocurriera, el cabrero ofreciole al santo uno de los mejores ejemplares.
Como el pastor pasaba cada día junto a la ermita donde se encontraba el santo, al olor del rebaño, el macho abandonaba a san Mamé para irse con la manada. De modo y manera, que determinó atar el rebelde animal a la muñeca del santo.
Como el rebaño siguió pasando cada día por aquel lugar, el instinto hizo que el animal tirara de la talla hasta que un día consiguió arrancarla de su pedestal.
Todavía recuerdan, los viejos del lugar, los alaridos del devoto cabrero persiguiendo al animal:
“¡MAMÉ! ¡MAMÉ! ¡SUELTALO! QUE ES UN CABRÓN Y TE VA A MATAR”


Y ahora en romance:


Prometió un pastor ayoíno / que a san Mamé donaría
el mejor macho del rebaño / si el lobo no lo hería.


Como así fue lo que pasó / el mejor ejemplar le daría
“pa” que acompañara al Santo / en su eterna soltería.


Como el cabrero pasaba / junto a la ermita cada día
al olor del rebaño / a san Mamé abandonaría.


Determinó el pastor / que el macho al santo ataría
para evitar que el cabrón / se fuera de romería.


Como día tras día / por aquel lugar pasaría
el animal erre que erre / al santo arrancaría


Todavía resuenan en el lugar / los gritos que el pastor emitía:
“¡MAMÉ, MAMÉ SUELTA ESE CABRÓN / QUE SI NO, ASÍ TE MATARÍA!”

23 de marzo de 2010

El quiche

El quiche era un juego de chicos. Los chavales se repartían en dos equipos que llevaban un palo con vuelta al final, al estilo de los stiks de hockey pero a lo rústico. Con el palo se golpeaba la bola, que bien era una piedra o una bola de madera. Se hacía un agujero en el suelo de la pradera y el objetivo del juego era meter la bola en él, mientras el otro equipo trataba de impedirlo. Este era un entretenimiento en algunos ratos, como los que se daban mientras se cuidaba la vacada, por ejemplo.

19 de marzo de 2010

La Iglesia por dentro: San José

Hoy es San José, uno de los santos mas populares por aquello de celebrarse el Día del Padre y que también tiene advocación en la Iglesia de Ayoó. Su imagen está en el Retablo del Altar, abajo, a la izquierda (a la derecha si nos situamos de frente).


 La imagen nos presenta un José vestido con una túnica azul, floreada, una capa también floreada y lleva dos de los atributos con los que se les suele presentar: el Niño Jesús y el bastón.


Etimológicamente, el nombre de José significa “Aquel al que Dios Ayuda” y es de orígen hebreo. San José, esposo de la Virgen María que hizo las veces de padre del Jesús, es venerado como patrón por la Iglesia y es, además, patrono de la familia, del trabajo y los obreros y de países como China, Canadá, Corea, México, Austri, Bélgica, Croacia, Perú y Vietnam.

José de Nazareth era el considerado padre de Jesús, padre no real, según la tradición cristiana por lo que las referencias que se hacían a él era señalándolo como “Pater Putativo”, es decir, “padre aparente” en latín. De ahí salieron las iniciales PP que dieron lugar a que hoy en día a los Joses se les llame Pepes. (Una explicación más amplia se puede encontrar en muchas páginas de internet, por ejemplo, en esta)

16 de marzo de 2010

La limpiadora

Restos de una limpiadora en el Tiar

Una de las imágenes más repetidas en las páginas web de pueblitos como el nuestro que encontramos en la red es la de una vieja máquina limpiadora del cereal (y tiro la primera piedra, aquí). Es como el reflejo de lo que ha sido la vida de los pueblos: muy viva y necesaria hace unos años, recuerdo de duros trabajos y abandonada a su suerte y marchitándose poco a poco.



Limpiadora abandonada junto a la panera que hay en el Pilo de Peñacabras. La primera foto es de hace más de quince años. La segunda, de hace dos veranos.


La limpiadora, aventadora o beldadora (1), como se la conoce en otros lugares (en Ayoó no se suelen referir a ella de esta forma) fue uno de los primeros artilugios que mecanizó el campo en los años 50.
Mi abuelo Teófilo compró una en La Bañeza que le costó, ya entonces, 2.500 pesetas, 10.000 reales. Se la llevaron en un camión, juntos a otras máquinas nuevas, hasta Nogarejas y hasta allí tuvo que ir a buscarla, con mi padre y con el carro de las vacas. Al carro le quitaron las costanas, a la máquina las ruedas y con mucho esfuerzo, la cargaban encima y camino adelante hasta casa.

La máquina servía para hacer la limpia y no depender del viento para poder aventar. Por la parte de arriba, por la entrimoja o tolva, se echa el grano mezclado con la paja que después de pasar por unas cribas, pasa por delante de unas aspas que giran a gran velocidad y producen un chorro de aire. El polvo y la suciedad son arrastrados por el aire y el grano cae por su propio peso a la parte trasera. Tanto las aspas como las cribas se movían por el giro de la manivela que se accionaba de manera manual primero y unos años después, acoplándole un pequeño motor.





Estas son algunas de las partes de la limpiadora:

1.- La entrimoja, palabra ayoína equivalente a tolva o entrada
2.- Roscas o ruedas que servían para levantar la máquina y ajustarla para que separara mejor el grano
3.- Manivela que había que mover a mano aunque más tarde se discurrieron apaños para adaptarla a un pequeño motor y ahorrarse el esfuerzo


4.- Las cuatro aspas que van dentro del tambor y que producen la corriente de aire que separa la paja del grano
5.- Esta parte era conocida como “el infierno” y era un cajón situado en la parte baja, entre las ruedas
6.- Granciero o grancias, por ahí caía la paja gorda
7.- Cajón donde se guardaban las diferentes cribas de la máquina
8.- Pequeñas ruedas que le daban algo de movilidad a la pesada máquina


Aquí, en la parte de atrás de esta limpiadora de Espinosa de Cerrato (Palencia) se ven las cribas que se movían para separar el grano.


Esta máquina es más moderna: en el tambor se observa una madera que seguramente serviría para acoplar un motor a la manivela que está en el otro lado. Además tenía elevadora para la paja, que se ponía allí y ella misma la echaba en la entrimoja. Web de Pedrosa del Rey (Valladolid)



Había varias marcas de limpiadoras: Cadenas, Ajuria, Conejo y Hernández entre las más conocidas. Esta es de Cadenas. Despajaba mucho pero era muy pesada y costaba mucho darle a la manivela. Esta limpiadora está (o estaba) en Congosta, la hemos recogido de la web del pueblo que ahora parece haber desaparecido.


Esta otra máquina, también de Congosta era de otra clase con la que se trabajaba mejor. Tiene una rueda de madera en el tambor para poner una cinta y acoplarle el motor.


(1) Beldadora, de beldar: (Del lat. ventilāre).1. tr. Aventar con el bieldo las mieses, legumbres, etc., trilladas, para separar del grano la paja. RAE

15 de marzo de 2010

La alpargata

Se hacía un corro de gente, todos sentados en el suelo y con las piernas estiradas. Mientras, otra persona se ponía en el centro también sentada. Se metía la alpargata de cáñamo o goma, las que se usaban entonces y se la iban pasando por debajo de las piernas y el del centro tenía que andar rápido y atraparla cuando estuviera debajo de uno de ellos. Tomaba su relevo en el centro aquel a quien cogía la alpargata.

12 de marzo de 2010

Y se hizo la luz


La luz llegó a Ayoó a mediados de los años cuarenta. Fue un logro fruto del esfuerzo de todos los vecinos que trabajaron codo con codo para poner en pie la infraestructura necesaria.

La luz llegó primero a Santibáñez, de donde la cogieron San Pedro y Carracedo. Congosta la tomó desde Carracedo, pero el servicio se les iba continuamente. En Ayoó se decidió engancharla desde Cubo. El resto de los pueblos del valle, desde Rosinos hacía abajo, tuvieron luz mucho más tarde.

Entonces se trabajaba con dos empresas suministradoras, una llamada El Ancora y otra, más conocida posteriormente, que era Iberduero. En el pueblo se puso con esta segunda. Para conseguir la corriente se tuvo que trabajar duro: los vecinos tuvieron que ir hasta una dehesa de roble que había en San Pedro de Ceque. Allí cortaron robles para preparar los postes y en carros fueron transportándolos y dejándolos por el camino, desde Cubo hasta Ayoó a lo largo de lo que sería la línea.

La novedad del tendido eléctrico se convirtió en centro de las travesuras de los mozos del pueblo. Como me cuenta mi padre “los chavales íbamos a quitar los cables de cobre, les cogíamos cosas que tenían los instaladores, como los aisladores, que les llamábamos nícaros... Entre Congosta y Carracedo habían puesto unos postes pequeños y les tirábamos con cosas para que hicieran chispas y rompíamos los cables. Nos llevaron a los catorce o quince chavales que éramos donde el Ti Alfredo para ver quien había sido, pero nadie daba la cara y nos dejaban ir. También jugábamos con la corriente: íbamos a casa de del Ti José, el padre de Conce y nos poníamos todos los chavales en fila, con Alberto, el de Pilar, el primero (él era mayor y nos mandaba). Agarraba el casquillo de la luz y al último le daba un calambre... todos queríamos ponernos el último para sentir la sacudida, jaja”.

La luz que llegó a Ayoó tenía muy poca potencia, era de 125 o menos y solo funcionaba por la noche. Se pusieron bombillas en las casas, cuatro o cinco la que más tenía. Se idearon “trucos” para aprovechar el nuevo invento, como hacer una ventana que comunicara dos habitaciones de la casa, poner la luz en medio y aprovecharla para dos sitios a la vez.


El transformador se puso donde está ahora. Los vecinos del pueblo hicieron un un chabolo con piedras y en el suelo unas maderas. El encargado de quitar y poner la luz era Antonio Pontejo, al que por este trabajo se le pagaba un jornal (y que le dio el sobrenombre que le ha acompañado toda su vida, “Lucero”).

Nota: Buscando documentación sobre este tema encontré una narración de la llegada de la luz a otro pueblo de Zamora, a Codesal, que curiosamente, se asemeja mucho a cómo se hizo en Ayoó. Quien quiera leerlo puede hacerlo aquí, en esta página de la Asociación Cultural Las Raíces de la citada población.

10 de marzo de 2010

A la luz de los candiles

Antes de la llegada de la luz eléctrica las casas se iluminaban con velas, candiles de petróleo y candiles de carburo.

En las habitaciones había faroles con aceite o velas y los candiles se usaban para estar en la cocina o para ir a la cuadra. Si andaba el aire se apagaban, así que había que aguzar la imaginación. Así, por ejemplo, cuando se iba a las ovejas se llevaba un frasco de cristal con un alambre al cuello para sujetarlo y dentro iba la torcida... También se llevaba a la cueva el candil de petróleo...




Colección de candiles recogidos de la web de Malva (Zamora)

Los candiles de petróleo llevaban una torcida de algodón, una mecha, como una botella... echabas el petróleo y prendía la torcida... en esta página se explica mejor este funcionamiento: era una especie de lámpara fabricada de diferentes materiales, modernamente, de hoja de lata o hierro abarquillado, que tenía por delante un pico y por detrás un mango a cuyo extremo se unía una varilla de hierro con un garabato que servía para colgarlo. Dentro de aquel vaso se ponía otro más pequeño de la misma forma que se llama candileja en la cual se echaba el aceite y se metía la torcida de algodón o lienzo cuya punta salía por el pico y es la que encendida ardía y daba luz.



También se usaban faroles como este de la web de Malva (normalmente con aceite)  para ir a echar de comer a la hacienda o hacer otras labores en la casa.

En la red he encontrado un fragmento del libro “En el corazón de otros tiempos", que narra la autobiografía de un zamorano, el autor del libro, Gerardo Martín Pascual, se recoge esta imagen: “También recuerdo la habilidad de mi madre colocando la torcida, a lo largo del pico del candil, con una de las horquillas del moño de su largo pelo. La torcida era una mezcla de hilos de algodón retorcidos que, impregnados de aceite, cera o petróleo, ardían y se quemaban lentamente, produciendo la tenue llama que servía de luz en la penumbra”.


El combustible venía en bidones que mi abuelo Teófilo compraba en La Bañeza. Mi padre recuerda a una niña del pueblo que fue a nuestra casa y pedía “eso que luce cuando no hay luz”, refiriéndose al petróleo.


Cuando llegó la luz aún se seguían usando los candiles de petróleo porque se iba con mucha frecuencia.
Candiles de carburo, web de Codesal (Zamora)


Los candiles de carburo eran unos cacharros que funcionaban de una manera similar a las cafeteras italianas: se echaba el carburo, un poco de agua y se ponía una pieza e iba cayendo gotita a gotita el combustible y esto era lo que ardía.


En la página del pueblo de Valdeobispo, en Cáceres, se cuenta perfectamente cómo funcionaban estos candiles de carburo:


En la fotografía podéis ver un carburo desmontado en sus componentes. En el recipiente de la derecha se colocaba carburo cálcico y se tapaba con el de la izquierda. Juntos se introducían en el recipiente mayor en el que se ponía agua. Al reaccionar el agua con el carburo desprende gas acetileno que salía por la boquilla del dispositivo, que al prenderse arrojaba una luz más intensa que el del candil o el quinqué de petróleo.


Los candiles de carburo eran más modernos, más limpios que los de petróleo y más seguros que las velas. El carburo se compraba en piedras que venían en bidones de chapa con un agujero en medio.


Cuando tras la sementera y durante todo el invierno, las mujeres iban a “los hiladeros”, a hilar el lino, la lana, a tejer los jerseys para la familia, ... se compraba el carburo a escote, entre todos los que iban a casa de la abuela Menta. También se pedían unos a otros para actos como las matanzas o las bodas, igual que se hacía con las mesas o las sillas.


Los niños cogían los restos de carburo, los metían en un bote, excavaban un agujero, lo tapaban bien con arena y tierra y le ponían una mecha que encendían con un palo largo (¡al menos eran conscientes de que era arriesgado!). El bote salía como un cohete, disparado. Otra variante era meter el bidón de carburo en el agua y hacerle un agujero con una rama y esperar a ver cómo subía... Era un juego peligroso pero que les encantaba y, milagrosamente, nunca les pasó nada a ninguno de ellos.

8 de marzo de 2010

Picotazos: Cutre-espectáculos


Este cartel estaba colgado en uno de los bares del pueblo durante el verano y, la verdad, al verlo me dio la risa por una parte y me moría de vergüenza ajena por otro. Estamos en 2010, siglo XXI... los niños y las niñas se educan juntos, las chicas hacen top less y lo que haga falta en la playa, se habla de sexo sin rubor en la escuela y en la tele en horario infantil... parece que lo sepamos todo y, sin embargo, el cebo de una discoteca sigue siendo una chica en pelotas... Lo del cartel llegaba después del cutre-espectáculo de las lavatractores de San Pedro de la Viña, que mira que dio que hablar del pueblo vecino... En fin, yo pensaba que lo de ver el porno codificado del plus había pasado a la historia, pero ya veo que hace falta poco para calentar al personal... A ver si otro 8 de marzo, Día de reivindicación del papel de la mujer en la sociedad actual, no tengo ningún acto de estos cochambrosos que llevarme al post!!

6 de marzo de 2010

La Iglesia por dentro


Siempre que voy a Ayoó procuro pasar por la Iglesia y verla recogida, sin gente, con ese aire solemne y grave que le da su altura, su luz tenue y los santos que habitan sus paredes. Me pareció que sería una buena idea conocer un poco más todos sus detalles y este verano entré en el templo, cámara y lápiz en mano, dispuesta a retratar las tallas, saber de los cuadros que hay colgados y observar los detalles de los objetos de la liturgia. Para ello conté con un estupendo cicerone, con Matías, habitual colaborador en las tareas litúrgicas del actual párroco, don Víctor. El me acompañó una mañana para hacer este repaso por la Iglesia de Ayoó, que iré desgranando poco a poco en estas páginas.


Una veintena de Santos se reparten por todo el templo, la mayoría en imágenes, unos pocos en pinturas... Los más conocidos San Bartolomé, San Salvador o la Virgen del Rosario comparten espacio con otros como San Fructuoso, Santa Bárbara o San Andrés... de todos ellos iré hablando a medida que lleguen los días de su onomástica, siguiendo el Santoral Católico.


En sus paredes también hay un recuerdo para dos sacerdotes del pueblo, Fray Luis Blanco Alvárez y Domitilo de Ayoó, ambos asesinados en la Guerra Civil y recordados por la Iglesia, uno como Beato, el otro como Siervo de Dios.


También daré un repaso a alguno de los objetos litúrgicos que se reparten por el templo, desde el Cirio Pascual al púlpito o la Cruz de las Misiones... infinidad de objetos y detalles que hemos visto cientos de veces (o no, depende de lo que uno frecuente el templo!!) y que serán protagonistas por una vez y aunque sea en un modesto blog de pueblo.


Y una vez más, le reitero mi agradecimiento a Matías, al que seguro que seguiré dando guerra para que me explique esto o lo otro.

4 de marzo de 2010

Tengo una muñeca...

Una de las canciones de siempre de los juegos de niñas es la de "Tengo una muñeca vestida de azul"... mi madre me transcribió la versión que ella sabía y que es esta...


Tengo una muñeca
vestida de azul
con su camisita
y su canesú.
La saqué a paseo
se me constipó,
la tengo en la cama
con mucho dolor.

Fui a llamar al médico,
no quiso venir.
La pobre muñeca
se me va a morir.
Esta mañanita
me dijo el doctor
que le de jarabe
con un tenedor.

Dos y dos son cuatro,
cuatro y dos son seis,
seis y dos son ocho
y ocho dieciseis.
Y ocho, veinticuatro
y ocho, treinta y dos.
Animas benditas,
me arrodillo yo.

Tengo una muñeca
vestida de azul ,
zapatitos blancos
y gorro de tul.
La lleve a paseo
se me constipó,
la tengo en la cama
con un gran dolor.

Dos más dos son cuatro ,
cuatro y dos son seis,
seis y dos son ocho
y ocho dieciseis,
y ocho veinticuatro
y ocho treinta y dos,
estas son las cuentas
que he sacado yo.

1 de marzo de 2010

Palabrero Ayoíno (9)

Abortizo – Cuando el tiempo va a empeorar, que se está poniendo feo y va a peor (“vamos al huerto que está el tiempo abortizo y luego no podremos”)

Brujas – Remolinos de aire. Mis padres me cuentan que era muy habitual, cuando se estaba segando, que vinieran las brujas y les levantasen todos los manojos y lo que ya tenían cortado y recogido. En los caminos de polvo de antes se veían perfectamente los remolinos de las corrientes de aire.


La cambricia – Capa de hielo que se va formando en el suelo por el frío.


Chispa - Rayo (“Le alcanzó una chispa” es lo mismo que le cayó un rayo).

Chispiar
– Llover suavecito, como el sirimiri que tenemos en tierras vascas.


Moscas – Copos de nieve (“Están cayendo unas moscas de nieve”).


La truena - La tormenta.


Mi abuela decía que si la lluvia al caer hacía gorgojitos en los charcos, que aún quedaba mucha agua por caer. Si la lumbre bufaba, hacía ese ruido buuuuuuuuuuhhhhhhhhhh característico al entrar el aire por la chimenea, es que venía frío.