16 de agosto, día de San Roque, otro de esos santos populares, con cientos de pueblos y ciudades que se encuentran bajo su protección. En la Iglesia de Ayoó aparece en uno de los pequeños retablos que hay en las paredes, en concreto, a la izquierda (vista desde la puerta), rodeado de columnas de angelotes y bajo Santa Bárbara.
La iconografía que presenta el santo de la Iglesia de Ayoó es la clásica: barba crecida, sombrero de peregrino, la herida en la pierna, el perro fiel al lado e, imagino, el bastón del peregrinaje que debió llevar algún día (por el gesto de la imagen) y que ahora ya no lo tiene.
San Roque nació en Montpellier, Francia, en el siglo XIV y en esos datos de leyenda que a veces se escriben, se cuenta que cuando bebé, dejaba de mamar del pecho de su madre dos días a la semana, como forma de ayuno. Al morir sus padres, dejó su acomodada vida y se puso a servir a los pobres y enfermos. Llegó peregrinando hasta Italia y allí, tras atender a los afectados por la peste, quedó él mismo contagiado. Se marchó a esperar la muerte a un bosque y allí lo visitaba cada día un perrillo, que le llevaba un trozo de pan y que, según algunas fuentes, le lamía la llaga de la enfermedad. El caso es que San Roque, milagrosamente, curó de su enfermedad y decidió volver a casa. Pero en el camino, unos soldados lo apresaron, le tomaron por espía y terminó en la cárcel, donde pasó siete u ocho años y terminó muriendo.
Sus reliquias se llevaron desde Montpellier a Venecia y este viaje hizo que se extendiera su culto por toda Europa.
San Roque es patrón de los perros y contra la peste y otras plagas, contra el dolor de pies o las llagas y protector de presos, enfermos, médicos, cirujanos, fabricantes de fuegos artificiales o picapedreros entre otros.
Artículo realizado con la ayuda de las páginas “Tus preguntas sobre los santos”, Wikipedia y “Santopedia”.
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