28 de mayo de 2014

6º cumpleaños y tenemos ganador

Para celebrar el sexto cumpleaños de Avantales, se me ocurrió hacer un sorteo, como he visto que hacen en otros muchos blogs por los que pululo. Este era un sorteo modesto, pero con mimo, una cajita llena de productos muuuuuuy caseros que os presenté hace unos días.



Esta tarde hemos hecho el sorteo y ni random ni gaitas de internet, la cosa ha sido a la vieja usanza (ahí están las fotos para demostrarlo). Un recorta y pega de folios, apuntar los nombres de todos los participantes, los números que les corresponden, dejarlos en un cuenco y la mano inocente de Oier, con los ojos bien cerrados, ha escogido.


Y el elegido ha sido Fermín, que competía con el número 14. Para él será la selección de productos ayoínos, los pimientos, los tomates, el perejil, el chocolate... y una botellita de Antoñito que se me olvidó meter en la caja, el aguardiente de manzana que hacen mis padres y que entra muuuuuy bien después de una buena comida.

Fermín, el hijo de Fermín y Arseliana, es buen seguidor del blog y buen conversador en nuestros encuentros en el pueblo. Me ha contado historias, me ha pasado alguna fotografía y siempre está ahí para apuntar o completar la información. Estoy segura de que le gustará mucho recibir el regalo de Avantales. 

26 de mayo de 2014

Sillas y bancos

Silla en la casa de Delfín y Ascensión, calle de la Iglesia.
Asientos en la puerta de la casa de Ezequiel y Angelina, El Canto.
Casa de Gerardo y Martina en El Canto.

Silleta de Emilia y Lucas, calle Casillas.
Silla de Adelina y Alejandro, calle Negrillos.
Banco en el bar de abajo, El Canto.
Banco roto en el parque de Las Escuelas.
Asientos de autobús en una casa de Congosta.
Banco metálico en Congosta.
Banco metálico verde, también en Congosta.

Banco metálico de los que han puesto por todo el pueblo. Este fue de los primeros, está en Las Escuelas.
Por cierto, os recuerdo que aún sigue abierto el plazo para participar en el superminisorteo de productos de Ayoó que organicé hace unos días. Hasta el día 28, sexto cumpleaños del blog, podéis dejar vuestros comentarios en el post "Sorteo", aquí. Os daré un número y ya estáis listos para ganar :) ¡¡¡¡No olvidéis poner vuestros nombres!!!!

23 de mayo de 2014

La casa de mis abuelos

Lo primero, antes de nada, pedir disculpas a todos aquellos que sepan dibujar, que cuando vean lo que yo he hecho, en fin, risas y algo más. Pero... todo tiene su explicación... Hace ya bastantes años, un día de estos melancólicos, me dio por dibujar lo que recordaba de las casa de mis abuelos, de la que apenas tengo fotos de su exterior y nada de su interior. Cogí unos folios, un lápiz y ahí dibujé, más mal que bien, lo que recordaba de algunos rincones. Hace un tiempo encontré los folios y decidí que sería bonito compartirlos. Seguro que la casa de mis abuelos era como la de los vuestros y los recuerdos de la palangana, la lata o el váter en la cuadra, los tiene más de uno. Los he pasado a rotu (porque si no, no se veían) y aquí me atrevo a enseñarlos.


En la parte de abajo de la casa, a la derecha, había una habitación grande, en realidad eran dos juntas, que habían sido durante años el café que mis abuelos tuvieron abierto (aquí hablaba de él y de otros bares que ha habido en Ayoó). La mitad de la habitación tenía el suelo de cemento, la mesa, una alacena, y el sempiterno balde con agua fresca para refrescar el vino a la hora de la comida.

La mesa, los bancos y el escañil de la casa de los abuelos
La otra parte de la habitación estaba tableada y tenía varias mesas de las que se usaron en el café y que entonces estaban llenas de cachivaches, alguna caja de dulces Reglero, chocolate Santocildes (no es publicidad, es que era lo que había), y grandes bolsas de unos fideos muy finos. 



Y por toda la estancia y por toda la casa, había muchas sillas, de madera, con listones, que ya estaban flojas y te pellizcaban el culo.

Sillita similar a las que había en mi casa. Esta es de Adelina y Alejandro.


Una vez que pasabas las puertas de la casa, puertas grandes, tenías esta pared a mano izquierda, encalada de blanco hasta la mitad, de albero de ahí para abajo. Lo primero era un rincón donde estaban los sacos de azufre y la albarda del macho de mi abuelo. Después había como un escalón bastante alto donde estaba la puerta de la cocina de humo (la única que había), con una pequeña cancilla delante de la puerta.


La puerta de la cocina de mis abuelos era muy similar a esta, que está en la parte de construcción antigua de la casa de Antonio y Avelina.

En el otro trozo de pared había un pequeño espejo con el que se afeitaba mi abuelo y debajo, un pequeño neceser de tela colgado en el que estaban los peines de los abuelos. Abajo, por supuesto, la lata de escabeche a modo de pequeño lavabo.



La cuadrícula que se ve, es un murete de ladrillo que separaba el portal del corral y que sostenía el único grifo de la casa. Por allí solía estar la palancana y después había una cancilla similar a esta, que daba paso al corral.





Al otro lado del portal había otra cancilla. A la derecha estaba la puerta de la sala que había sido café, la que enseñaba en el primer dibujo. También había un espacio que en verano solía estar lleno de berzas y una conejera. Colgada de una punta del techo, la romana. Delante, las sillitas y todo un montón de cosas colgadas de las puntas de la madera, los sombreros de la siega, impermeables, bolsas, plásticos...
Al final de la pared había una puerta de madera, con su gatera abajo, que daba paso a la escalera que llevaba a los dormitorios. Primer peldaño de piedra, el resto de madera. 
El suelo, por cierto, eran grandes losetas de piedra que madre mía para limpiar allí cuando pasaban las vacas o el macho con las pezuñas manchadas...


Esto era lo que menos recordaba. Es la zona de la entrada a la cuadra, lo del medio era la puerta, con barrotes de madera arriba. A un lado, había dos conejeras y quedaba el rincón cerrado con una cancilla de madera. A veces solía meterse allí alguna de la cabras de mis abuelos.
Al otro lado, había una escalera de piedra, debajo una chivitera y a su lado, la piedra de la muerte, donde mi abuela remataba a los conejos si su certero golpe de karate tras las orejas no había sido bueno del todo...




Y termino con las dos ventanas de la habitación que estaba encima del café, también dos habitaciones sin puerta separadora. En la parte delantera dormían mis abuelos, bajo el cuadro del ángel de la guarda.

Mis abuelos siempre dormían con la ventana un poquito abierta, en el alféizar, el botijo y el vaso de porcelana. Y durante años, una revista Hola con una jovencísima Estefanía de Mónaco, ¡¡jaja!!

El primer dibujo es el de la ventana donde dormíamos nosotros, mi hermano y yo, sin puertas por medio, con las uvas secas colgadas de las puntas del techo de madera de ripia, los tabardos del abuelo en perchas en la pared y la pera para apagar la bombilla. Detrás de la ventana, la Iglesia con su rebote de voces (es escuchaban sin problemas conversaciones de Peñacabras) y la robla.



Por cierto, os recuerdo que aún sigue abierto el plazo para participar en el superminisorteo de productos de Ayoó que organicé hace unos días. Hasta el día 28, sexto cumpleaños del blog, podéis dejar vuestros comentarios en el post "Sorteo", aquí. Os daré un número y ya estáis listos para ganar :) ¡¡¡¡No olvideis poner vuestros nombres!!!!

15 de mayo de 2014

Los botijos de San Isidro



Era costumbre, en San Isidro, sacar botijos que estaban rotos y llenarlos de harina y golosinas para que jugasen los niños. Se recogían durante todo el año los botijos que se iban rompiendo en las casas, la gente los guardaba “para los niños en San Isidro” y luego estos los iban pidiendo por las casas para preparar la fiesta. Se solía hacer en El Canto, se ponían colgados de una cuerda y con los ojos tapados se daba con un palo. Tenían tres oportunidades y si no lo rompían, le tocaba al siguiente de la fila.



En las fiestas de Ayoó se ha retomado esta tradición y se han hecho botijadas, aunque con pequeños cántaros comprados al efecto. En una de estas botijadas me contaron la costumbre de San Isidro, desaparecida no hace tantos años, supongo que en los ochenta. Ahora ya no hay apenas niños para poder recuperar la tradición, salvo en verano.

13 de mayo de 2014

¡¡¡Sorteo!!!



Esta tarde he colocado una foto así en mi perfil de facebook... un avance de una idea que tuve hace unas semanas y que por fin concreto. He montado... ¡¡¡un sorteo!!!

Yo suelo picotear mucho en blogs de aquellos temas que me interesan y últimamente no hago más que apuntarme a concursos y sorteos de esto y aquello (con poca fortuna, debo decir, pero a eso ya estoy acostumbrada,  ¡¡jaja!!!). Así que decidí que en Semana Santa cogería algunas cosas para hacer un pequeño sorteo, modesto y como veréis, con contenido muy familiar... casi se podría llamar Sorteo Emilia, porque mi madre ha participado en casi todas las cosas que están en esta caja...

Aquí os presento el contenido:



Aquí va el contenido: 
mermelada de fresa, higos en almíbar, 
salsa de tomate, conserva de pimiento asado, 
todo preparado por mi madre, no para este sorteo, claro, lo hace para los de casa.


Una tableta de chocolate Santocildes, que no es un producto de Ayoó propiamente dicho, pero era el dulce por excelencia en la casa de mis abuelos además de tener una relación muy estrecha con sus fabricantes, como ya he contado en algún post (A Castro a por chocolate).


Hierbas mágicas... no, de esas no, que ya sé que hay en muchos sitios por Ayoó... 
Son té del pueblo (arriba), orégano (derecha en la foto) y perejil (a la izquierda), todo sequito, como lo tengo yo en mis botes.



Unas minifardelas con legumbres, garbanzos por un lado, alubias pintas por otro.


La caja no creo que pueda enviar esa porque es muy endeble y no llegaría. Pero algo haremos que vaya bonito...

Y la cuestión, ¿qué hacer para llevarse este lote de productor ayoínos?
Casi nada. 
Dejar un comentario en este post. A cada uno le asignaré un número y mi churumbel hará de mano inocente el día 28 de mayo, 6º cumpleaños de Avantales.

A aquellos que os conozco, con indicarme vuestro nombre, vale. A los que no os tengo localizados, dejadme un email, por favor.

Puede participar todo el que quiera, simpatizantes, seguidores, amigos, hermano, conocidos y desconocidos. Eso sí, no enviaré fuera de territorio español, lo siento, pero es que saldría muy caro... ¡maldito parné! (tampoco sé si particpará alguien de allende las fronteras, pero bueno).

Así que ya lo sabéis, para participar, un saludito y entraréis en el sorteo.

¡¡No olvideis poner vuestro nombre, firmad!!!

6 de mayo de 2014

Comuniones

Preparando a la niña para su primera comunión. Web de Pueblana (Toledo).
Mayo sigue siendo el mes de las comuniones. Ahora se han convertido en pequeñas bodas donde los niños reciben como regalo ordenadores, viajes a Eurodisney o les llega el móvil. En mi época era una pequeña fiesta familiar y el regalo estrella era el reloj o, si tenías mucha suerte, una pequeña cámara de fotos.

Grupo de niños de Santibáñez en su primera comunión, en la antigua iglesia del pueblo, año 1967. Foto del grupo de facebook de Santibáñez.



Niñas de Santibáñez en su comunión. Algunas llevaban banderines de tela (a la derecha) porque venía el obispo al acto. Foto del grupo de facebook de Santibáñez.


Las comuniones de años anteriores, en el pueblo, eran también un día especial, pero bastante más modesto que lo de ahora. Mi madre recuerda que “se estrenaba un vestido, pero normal, nada que ver con lo de ahora”. Se hacía una misa en la que se cantaba o se decía una poesía y después se hacía una comida para la familia. 

Niños comulgando. Web de Malva.

En la exposición organizada este verano por Perafondo había varias fotografías de niños de hace unos 50 años en el día de su comunión. Ellas con sus vestidos blancos, largos, con encajes, y todos con un reclinatorio adornado con una sábana y flores. Estas son algunas imágenes de ese momento:

Inés Martínez en su comunión. Curiosa la imagen de su hermano pequeño, Fermín, que aparece haciendo que fuma en la fotografía porque alguien le dio un cigarro como "atrezzo".

Geno, la panadera.

Felipe Riesco, el marido de Lupe.

Nina Tostón.