22 de marzo de 2017

Día mundial del agua

El 22 de Marzo se celebra el Día Mundial del Agua, una fecha elegida por las Naciones Unidas para concienciar sobre los problemas de agua en el mundo. Este año el tema principal es el de las aguas residuales, su reducción y su reutilización. El lema es "Aguas residuales, ¿por qué desperdiciar agua?" y se centra en “mejorar la calidad del agua, reducir la contaminación, eliminar los vertidos y minimizar la liberación de productos químicos y materiales peligrosos, reducir a la mitad el porcentaje de aguas residuales no tratadas y aumentar sustancialmente el reciclaje y la reutilización segura del agua”.

Todo esto es el bla bla bla que escucharemos hoy en los medios de comunicación, pero a mi me gusta aprovechar este día para mostrar algo de la riqueza acuática de la que gozamos en Ayoó.

Este año me quedo en la fuente de la Iglesia, ya completamente terminada y mientras vamos haciendo costumbre lo de echar un trago de agua de la boca de los leones.

 Agosto de 2012. Fotografía de La Opinión de Zamora. MAC.
2012. Foto de Judith Gutiérrez.
2012. Foto de Judith Gutiérrez.


2012. Foto de Judith Gutiérrez.
Marzo de 2013.
Marzo de 2013.
Marzo, 2014. Fotografía de Roberto López.

Marzo, 2014. Fotografía de Roberto López.

Abril, 2015.

Y estas son del pasado verano, 2016:







20 de marzo de 2017

Primavera, primer verdor

Hoy comienza la primavera, esa estación en la que las flores estallan (al igual que las alergias, pero vamos a quedarnos con lo bueno), el sol es agradable, los días son largos... y para recordar este día, un repaso fotográfico con plantas que mi madre tiene en el pueblo. Rosas, clavelinas, echeverías, lirios,... todas a un par de metros de casa, unas en el jardincillo delantero y otro en el interior, en el trocito que ella le ha robado al huerto. Primavera a la puerta de casa.















16 de marzo de 2017

Bautizos

Estos últimos veranos ha habido numerosos bautizos en el pueblo. Muchas familias aprovechan el verano para llevar a sus pequeñajos y hacer allí esta ceremonia religiosa y social.

Antes y ahora, el bautizo se celebraba con una comida para los padrinos y la familia en general. Pero muchas cosas han cambiado. Antaño el bautizo se realizaba tras la misa, en lo que se llamaba “la doctrina”.

Los padrinos del niño solían ser alguno de los “compañeros de boda” (Los compañeros eran amigos cercanos a los novios, con un papel protagonista en la boda, solían ser dos por cada novio, como contábamos aquí, cuando hablábamos de las bodas). Pero para ser padrino había que estar a buenas con el cura y haber pagado el cuartal, un pequeño impuesto que pedía-exigía el párroco de turno.

El bautizo, para la madre del niño, marcaba el reinicio de su vida social: hasta ese día, se mantenía encerrada en casa desde el nacimiento, unas tres semanas antes. Allí la visitaban vecinos y familia para llevarla chocolate y caldo de gallina, para ayudar en su recuperación.

Y lo que no cambia, aún sigue manteniéndose la costumbre de hacer partícipes de la celebración a los vecinos lanzando kilos y kilos de caramelos por las calles. Niños y mayores (muuuuuchos mayores, algunos sorprendentemente ágiles en esos momentos) se agachan para “apañar” caramelos. Antes se lanzaba hasta dinero, monedas pequeñas que llovían junto a los dulces, para felicidad de los asistentes.




13 de marzo de 2017

Tesoros abandonados

Cuando nos acercamos hasta Grijalba este verano (ver la Iglesia del pueblo aquí), vimos, al lado de la iglesia, un montón de viejos objetos allí, todos juntitos. No sé si los habían abandonado (había una casa cercana, antigua, de adobe, que estaba en obras), si estaban esperando a que pasase un comprador, si alguien los iba a recoger... pero era un pequeño museo en versión abandonado.

Había un estupendo escañil, todavía firme, precioso... bomba para la bicicleta... ¡¡dos bicicletas!!, un collarón, un cardador para el lino, una puerta, guadañas, hoces, herramientas... ay, madre, con lo que me gustan a mi estas cosas, casi me da un soponcio... ¡qué viejas bellezas!


Ojalá no se hayan quedado allí perdidas y alguien haya sabido ver el valor que tienen y las haya recogido.