29 de noviembre de 2009

Cubiertas

Hace unos días publicaba en el blog un artículo sobre el origen de las cubiertas que llevaban las vacas cuando iban uncidas al carro (Mataperros). Hoy, revisando unas fotos que me pasó mi tía Paulina este verano, he encontrado una imagen preciosa de mi hermano Jesi y mis primos Manolo y Domingo en la calle, junto a la casa de mis abuelos. Allí están ellos jugando y, al fondo, junto a la Iglesia, un carro de vacas y ellas, sobre la cabeza, llevan la famosa cubierta de piel de perro. El carro, me informa mi tía, era el de Delfín, nuestro primo y vecino. La foto será como de hace cuarentaytantos años, de finales de los sesenta, con el suelo como estaba entonces, con las piedras, el polvo, la hierba y las zarzas. Espero que os guste.


Detalle de la cabeza de las vacas:

25 de noviembre de 2009

El apagón analógico en Ayoó



Escabechina de teles en Ayoó... ¿por el famoso apagón analógico de la señal televisiva o que nos ha tocado la lotería a todos y hemos cambiado los tochos de tubo por el estilizado LCD...?

22 de noviembre de 2009

El lino: Los hiladeros

Pero además de la parte técnica, trabajosa, del lino, hay alrededor de él unas costumbres, una forma de relacionarse en los pueblos, única y hoy perdida. La primera característica que llama la atención es que era un trabajo de mujeres. Como me cuentan en casa, mujeres grandes y pequeñas, adultas y niñas, eran las que cargaban con este duro trabajo. Dice mi padre que recuerda muy buenas hilanderas: Pilar la de Alberto y su madre, Conce la de la Ti Leonor, mi tía Paulina, Leonor, la madre de Antonio, tenía una gran fuerza...”.


Así se recoge también en un amplio documento sobre el lino en el pueblo zamorano de Lanseros de la Revista de Folklore de la Fundación Joaquín Díaz:

Las niñas aprendían a hilar casi desde que se tenían en pie, a los diez años eran ya perfectas hilanderas. A veces se hilaba a la par que se hacían otras faenas, hilaban las pastoras mientras guardaban el ganado y también llevaban el huso y la rueca para amenizar la marcha cuando había que desplazarse a alguna aldea cercana.

(El cultivo del Lino en Lanseros (Zamora). Fundación Joaquín Díaz)


La otra gran peculiaridad del trabajo con el lino era que se convirtió ese momento en uno de los principales puntos de relación social de los pueblos, también de Ayoó, por supuesto, como me contaba mi padre: “A la hora de ir a espadar el lino, se solía acudir a una casa y allí se estaba trabajando a la luz de los candiles de carburo o de petróleo, pero también de charla. Se cenaba al sol puesto y se iba después. Muchas veces, terminaban bailando y tocando el pandero. Los novios aprovechaban el momento para acompañar a las chicas a su casa y estar un rato con ellas a solas”.


Mujeres de Peñaparda (Salamanca) trabajando el lino. En este pequeño pueblo hay un Museo dedicado al lino, instalado en las antiguas escuelas del lugar. Si pinchais aquí podéis ver su página web.



Era lo que aquí se llaman “los hiladeros” y que recibe nombres diferentes según las zonas, aunque similares, como se cuenta en la historia del pueblo de
Lanseros:
A la reunión nocturna que surge alrededor de la rueca se le nombra de formas tan distintas como distintos son los lugares donde se da este hecho. Desde el filandón asturiano a la fiada gallega, pasando por la jila de Cantabria, el hilorio búrgales o el madrileño hilandero. Los seranos eran en Lanseros ni más ni menos que estas reuniones rurales, la voz serano se corresponde con la portuguesa serao, que nosotros aplicamos como sarao para las reuniones aristocráticas del siglo XVI.

Se seranaba después de cenar, cuando ya el ganado había entrado en casa. Durante las largas noches de invierno, las gentes labradoras, apenas pueden hacer nada en el campo, y como es lógico no permanecían catorce horas en la cama; normalmente empleaban la velada en hilar, que es oficio de mujeres, el serano eran las Cortes del lugar, el Parlamento, el Casino, el punto donde se reunía la juventud vigilada y presidida por las canas de la vejez. Se realizaban siempre en alguna cocina anchurosa, bien siempre en el mismo lugar, en cuyo caso se indemnizaba a la dueña escotando para sufragar la grasa del alumbrado, o hilando un día semanal en su provecho; o bien cambiando de cocina según un determinado turno.

Las mujeres acudían con sus hijas casaderas y aún más jóvenes, armadas todas de rueca, huso y canastilla donde se transportaban los cerros de lino, o los copos de lana a hilar durante la noche. A veces acudían también los padres, ya por cumplir un deber, ya por conveniencia propia.

Más tarde llegaban los mozos entonando canciones y, por respeto a los amos, se detenían en la puerta, hasta que poco a poco se iban sentando en los escaños de madera, apretándose unos contra otros para hacer sitio. Las mujeres hilaban de pie.

Allí se hablaba de la paz y de la guerra y de otras cosas más menudas, se contaban cuentos, se proponían acertijos y otras muestras del antiguo saber. Se ejercitaba la vena creadora del pueblo componiendo los ramos que se ofrecían a los novios, o a los patronos del lugar en acción de gracias por algún favor concedido; o se ensayaban las logas -claro está, loas- que con ocasión de algún suceso sonado cantaba un grupo de mozas del pueblo.

Además de todo esto se concertaban matrimonios, se ensayaban comedias, sin que por nada de todo ello dejaran de hilar las mujeres. Cuando hablaban sentenciosos los ancianos, callaban los jóvenes, mientras la leña seca chisporroteaba en el hogar repartiendo su calor benéfico sobre la concurrencia que se apiñaba en derredor.

A veces, un mozo vivaracho cogía disimuladamente un tizón encendido con las tenazas y lo aproximaba al cerro que está hilando su vecina, pero ella, siguiendo la broma, lejos de asustarse, tira de rueca y aplica la llamarada a la cabellera del mozo.

El serano era, en fin, la cátedra donde se estudiaban con mayor o menor aprovechamiento todas las disciplinas tradicionales, todo lo que necesitaban saber los hombres y las mujeres para desenvolverse en aquel tiempo y en aquel espacio.



Más sobre el lino: El cultivo y Sacando el hilo.

21 de noviembre de 2009

El lino: Sacando el hilo

Las plantas recolectadas se llevaban a Felechares, por donde pasa el Eria y con quien se tenía un convenio para que los de Ayoó pudieran ir a remojar el lino durante 21 días. El citado tratado es una Escritura de Concordia entre los Concejos de Ayoó y Lugar de Felechares, datada en 1770 y está transcrita y recogida en la página dedicada al pueblo leonés vecino. Algún día lo transcribiré entero pero de momento dejo solo las líneas que hablan de este acuerdo: Que los vecinos de Ayoó puedan dar agua en el río de la Valdería que está en término de Felechares, y los de él lo puedan hacer en el reguero de Vildivanas, término de Ayoo, libremente sin que en tiempo alguno por dichos concejos se ponga el uno al otro óbice alguno para hacerse en recompensa; y así se ha de observar sin cosa en contrario y en cuanto a dar agua así los unos como los otros se entienda habrá de ser con sus ganados mayores, amen. (Escritura de Concordia entre los concejos de Ayoó y lugar de Felechares. Transcripción recogida de la página web de Felechares)

Pasado ese tiempo, los 21 días en el agua, se sacaba por la mañana, se secaba al sol y luego se ponía en el carro. Una vez en el pueblo se ponía al sol, bien en las casas, bien en la calle. Luego se majaba y se espadaba en las piedras que había junto a las casas de Ayoó (más información sobre ello, aquí, en el artículo
"La piedra") y quedaba en una caja. Después se llevaba en fardelas que se vendían a 15 o 20 pesetas el kilo.

Y este es un viejo cardador de lino que guardamos en casa (y al que creo que no estaría de más hacerle un lavado de cara)

Todo este proceso de elaboración del lino lo explica muy bien Gumaro en su blog Tierras de Aliste:


El lino se elaboraba con gran trabajo, después de arrancarlo en el mes de junio, se sacaba la linaza, luego allá a finales de agosto se llevaba a curtir: se tenía unos 21 días tapado de agua en el río, después se sacaba y se dejaba secar bien, a finales de octubre se mayaba, que consistía en machacarlo encima de una piedra (poyo) para romper el tallo de la hebra dándole golpes con una mayadera Luego se espadaba que consistía en darle golpes, cociéndolo en manadas y poniéndolo encima de una tabla clavada de punta en un madero (fitera) y dándole con la espadilla, (forma de cuchillo grande de madera). Con ésta operación se separaba el tallo de la hebra, la hebra quedaba en la mano y el tallo caía al suelo (tascos). En ésta operación ya nos quedaba solo la hebra, después venia el rastrillo, se peinaba la hebra con un artilugio de madera con púas de hierro en el centro y conseguíamos una hebra aún más fina, de ésta hebra ya se hacían los cerros, que era lo que se iba. Luego ya se ponía el cerro en la rueca y se hilaba.
 

Añadir leyenda
Esta era la fitera en la que trabajaba el lino mi abuela Menta. La descubrí este verano en el desván, colgada sobre una viga y con telarañas, pero seguro que con muchas historias dentro.

Dice mi padre que “el lino quitó mucha hambre en Ayoó. Se vendía en La Bañeza, en la zona de la Valduerna”.
Con el lino ya hilado se hacían sábanas gordas, alforjas, cuerdas, sábana para tapar la masera donde se hacía el pan,...

Había tanta necesidad que se usaban los tallos que se cortaban del lino, los tascos, para rellenar los chancros para tener los pies calientes y metidos en las angorras de los pastores.También se usaban estos restos para hacer lumbre (los pastores llevaban un puñado en el bolsillo cuando llovía y estaba la leña mojada para hacer el fuego, para usarlo como yesca) y en Uña servían para hacer unas bastas cuerdas.

Para terminar este nuevo capítulo dedicado al lino, retomo las palabras de Gumaro:

Yo trabajé en una fábrica de tejidos, y cuando elaborábamos lino se dejaba el tejido con un 10% de humedad, de ahí que cuando nuestras madres o abuelas hilaban el lino tenían que ir mojando el hilo con saliva tal como se iba empezando a hacer el hilo para que éste quedara más suave. Una vez hilado se hacían las madejas con la naspa, (aspa) que era un artilugio de madera con cuatro aspas y una manivela que dando vueltas se hacían las madejas. Hechas ya las madejas se cocían éstas en potes grandes con ceniza de fresno para que quedaran más blancas, después de cocidas con otro artilugio llamado argadillo se hacían los duvillos (ovillos) y ya quedaba el lino a punto para ir al telar. Los telares que han existido en ésta comarca son primitivos, hoy ya son piezas de museo, en Lober todavía se conservan varios de éstos telares, igual que en la mayor parte de la comarca. Para confeccionar las prendas de éste tejido que éstos telares hacían, había las llamadas costureras, mujeres que se dedicaban a coser por las casas, en una casa cosían un día , en otra una semana, dependiendo siempre de las prendas que tuvieran que hacer, pero siempre cosido a mano, más tarde ya había máquinas de coser y cada mujer se hacía sus prendas.


 

Museo do tecido de Allariz (Orense), en O Fiadeiro, Parque Etnografico do Rio Arnoia. Fotografía de Bob Fisher


Más sobre el lino: Cultivo y Los hiladeros.

20 de noviembre de 2009

El lino: Cultivo


Me cuentan en casa que el lino quitó mucha hambre en Ayoó. Hoy ya no hay cultivos de esta planta, pero fue muy importante desde muy antiguo, no solo por el aporte económico que suponía si no por toda la cultura popular que ha llevado a su alrededor: desde las prendas de vestir que se hacían con el lino a las relaciones sociales que se establecían a la par que se trabajaba. El lino dejó de cultivarse hacia 1950, cuando comenzó la sangría de los hombres del campo a las ciudades y ahora no se encuentra ni una sola planta en las tierras.

En el blog que Gumaro escribe sobre su pueblo de Aliste, Lober, también menciona este cultivo:
Hasta principios de los años 1970 se cultivó el lino en Lober, y era una buena parte de la economía de nuestro pueblo, ya que de él se sacaba la mayor parte de la ropa que se usó hasta finales de la década de los años 1960, esta ropa también llevaba un composición de lana, otro de los motores económicos que daban sustento a la mayor parte de las familias.

De el lino se hacían ya desde tiempos muy antiguos, por ejemplo las camisas de los hombres, manteles, sacas para meter el grano, alforjas para las caballerías, también se usaba la hebra del lino para las espitas de las cubas. Hoy todavía se conservan en los baúles de muchas casas, de las mujeres más cuidadosas, y con aquel fuerte olor a alcanfor muchas de éstas apreciadas prendas.


(
Tierras de Aliste. El lino)
Del lino se sacaban muchos productos, no solo el tejido. Estos son algunos usos que se le daba, recogidos de un artículo sobre el cultivo del lino en la Valduerna:

Parte de la linaza se guardaba para la siembra, el resto se llevaba al molino donde se extraían el "aceite de arder" que se usaba para pintar maderas, alumbrado de candiles , etc, y, en épocas de escasez, se usó para condimento. El residuo sólido de la linaza molida se llama "pan de linaza", muy apreciada harina como pienso de ganados, emplastos y cataplasmas.

(
El Lino. Web Valle de la Valduerna)
Se sembraba el lino sobre abril o mayo y se recogía en agosto. Gumaro describe muy bien lo que son los primeros trabajos para el cultivo del lino:
El lino era muy trabajoso desde que se sembraba hasta el final de la elaboración, se empezaba por trabajar la tierra, la cual tenía que estar en muy buenas condiciones, fina y sin terrones, se sembraba por el mes de abril en un sitio con suficiente agua para regar, después había que entresacarle la hierba que nacía y regarlo periódicamente cuando tenía falta.

Había dos clases de lino, uno se llamaba abertizo y el otro cerradizo, a la hora de la recolección había que vigilarlo por que el abertizo se le abría la vaina y se perdía la linaza sino se arrancaba a tiempo, y el cerradizo no se abría, ese se tenía que mayar para sacar la linaza. La linaza se guardaba alguna para la siembra del año siguiente, otra se guardaba para medicina de remedios caseros,(para cataplasmas para curar catarros,) la sobrante se vendía a los linaceros que pasaban por los pueblos comprándola, si se quería cobrar alguna perra gorda más, se iba a vender a la feria del Cristo de San Vitero el día 14 de septiembre.



Más sobre el lino: Los hiladeros y Sacando el hilo.

17 de noviembre de 2009

La Fuente de la Iglesia



La fuente de la Iglesia agoniza. Desde hace años viene dando cada vez menos agua por sus cuatro caños, hasta llegar a la situación que se ve en el video que he puesto, apenas por un caño sale algo de líquido...

Hasta llegar aquí la fuente ha ido dando tropezones poco a poco: primero se le rompió un grifo, luego otro y así hasta que las cuatro bolas quedaron destrozadas... una esquina, agua que se va por las grietas...



Mi abuela Menta llena el botijo y lava unas hojas de lechuga en el agua de la Fuente



Estéticamente está tocada, pero lo peor es que cada vez le llega menos agua. Se habla de pozos privados que se han hecho sobre el acuífero de que se sirve, tal vez la sequía que periódicamente afecta a Ayoó y quizás también sea una mezcla de todo, combinado con el cambio de estructura de la fuente. Esta es una teoría que me comentó un amigo este verano y no la veo tan descabellada: la fuente anterior era del estilo de la del Caño, una construcción con, creo recordar, tres caños bajos.


En 1975 la fuente fue arreglada y se hizo un cuerpo muy bonito, con piedras de cuarzo incrustadas y cuatro caños, altos, elevados al menos un metro sobre la antigua. Mientras ha habido agua de sobra en el acuífero de que se nutre la fuente, ha seguido saliendo como estábamos acostumbrados, pero tal vez lo que mencionábamos antes, la sequía, los pozos, han cambiado la reserva de agua y la fuerza con la que puede salir ahora es más limitada y sencillamente no llega... No sé, cuál será la causa del lamentable estado interno de la fuente, seguro que alguien con más conocimientos sobre el asunto que yo podría decir algo más atinado. Sobre su aspecto externo... sobre ese si que podemos decir que es fácilmente reparable con un poquito de interés. Según las últimas noticias leídas en el foro de la web del pueblo, el arreglo está en camino. Así lo esperamos para que la fuente de la Iglesia vuelva a ser lo que era, un emblema de Ayoó.

14 de noviembre de 2009

Historias de la mili: El Fonta

No hay conversación con alguien mayor de 60 años que no acabe llegando al momento clave en su juventud: la mili. En los pueblos, hacer la mili suponía salir de allí, conocer nuevos lugares, romper con la vida de siempre... Incluso para muchos, tener la oportunidad de estudiar o de sacarse el carnet de conducir. Tenía estas cosas, circuntanciales, buenas o positivas en la mayor parte de los casos. La parte costosa era la ruptura con la vida habitual, el alejamiento de la familia, el dinero que costaba entre viajes, paquetes de subsistencia y la falta de una persona para echar una mano a la economía doméstica durante casi dos años.

En la página web “Canciones de la Mili” he encontrado un amplio resumen de la historia de la mili. Os pego un extracto de los últimos años de existencia del Servicio Militar y si lo quereis leer entero, podeis hacerlo
aquí.

El protocolo para reclutar ciudadanos era más o menos como sigue: al cumplir los 19 años de edad se afiliaban en el ayuntamiento correspondiente a su localidad de nacimiento. Si superaban la talla mínima y no alegaban impedimento físico quedaban declarados “aptos para el servicio”. La incorporación, después de un "sorteo de reclutas", se hacía al año siguiente de entrar en la Caja de Reclutas de su provincia. Con la certeza de ser destinados casi siempre fuera de su región de residencia, o lo que era peor, ir a servir a Ceuta, Melilla o el Sahara. A pesar de todo ello, en los pueblos se organizaban fiestas, las "Fiestas de Quintos" con los mozos que se iban a la mili.

Como es obvio, durante la Guerra Civil (1.936-1.939) se movilizaron innumerables quintas forzosas en ambos bandos, incluso la "Quinta del Biberón" denominada así por la escasa edad de sus componentes (16 a 18 años). Sin embargo de poco les sirvió ya que, después de la guerra, muchos tuvieron que volver a hacer el servicio militar y los vencidos que estaban en campos de concentración (como los de Madrid, Miranda de Ebro, Reus, etc.) y que no fueron a la cárcel, lo hacían en batallones disciplinarios durante 24 meses.

La mili, con La Ley de 8 de Agosto de 1.940 se hizo más justa y universal. Hasta bien entrada la posguerra duraba dos años. Al inicio de los años 50 del siglo XX la mili se fue “suavizando” poco a poco. Los hijos de viuda o los que eran responsables del sustento familiar quedaban exentos. Igualmente los trabajadores de sectores estratégicos de interés nacional: minería, energía eléctrica, etc... Los universitarios podían optar por pedir prórrogas de estudios, lo que les ocasionaba hacer la mili casi con 25 años de edad. Estos últimos también podían elegir la Milicia Universitaria, una mili de varios años repartida en dos períodos de tres meses de Campamentos y Academias, con la posibilidad de alcanzar los grados de sargento o alférez, haciendo un último tramo de 6 meses de prácticas en un cuartel.

En los años 60 la mili duraba 16 meses yendo de reemplazo, sin embargo, se podía ir voluntario antes de la edad reglamentaria, firmando por 20 meses. Esto último tenía la ventaja de elegir la unidad militar en donde hacerla.
Con la aparición de los movimientos pacifistas e insumisos se fueron promulgando leyes de exención de diversos tipos, como la Ley de Objeción de Conciencia, Prestación Social Sustitutoria, etc… y así hasta el 31 de Diciembre de 2.001 (Real Decreto 247/2.001) en que se suspendió la mili para ser reemplazada progresivamente por el actual Ejército Profesional.

En mi casa, durante años hemos escuchado las historias de la mili de mi abuelo en Africa y de mi padre en Astorga. A las primeras ya no llegué para apuntarlas y volcarlas en este blog... apenas si recuerdo algunas narraciones. De las segundas tengo un puñado que iré desgranando en varias entregas. Seguro que muchos de vosotros habéis escuchado anécdotas similares en vuestras casas.

Mi padre, Manolo Casado y el Fonta, un día de jarana en la mili

EL FONTA

El Fonta era un hospiciano (1) que hacía la mili en Astorga. Era fontanero gracias a que le habían ayudado a aprender el oficio y un día, su jefe, le reclamó para hacer una chapuza. Quiso la casualidad que al mismo tiempo el teniente del regimiento le reclamó para hacer un arreglo en su casa, el mismo día, a la misma hora. Visto que no podía hacer las dos cosas a la vez, decidió que mejor era ir a casa del jefe.
El teniente, al ver que no había ido a cumplir el encargo, lo mandó llamar y le abroncó. El Fonta mintió y le dijo que había ido pero que no estaba su mujer.
A ver, Fonta -le preguntó el teniente- ¿dónde vivo yo?
Pués en la calle tal, en el número tal y en el piso cual, contestó el soldado. Pero hombre, fonta, como que en ese piso, si ya sabes que yo vivo en el segundo...
Ay, mi teniente, perdone, pero qué cabeza, mira que llamar a la casa que no és...
Y con esa mentira salvó el Fonta el compromiso que tenía. Y además, se llevó la merienda y la propina que la mujer del teniente le dio cuando por fin, acudió a hacer la chapuza (por supuesto, iba de gratis, que para eso era un soldado...)

(1) Niño huérfano criado en un asilo u hospicio.

10 de noviembre de 2009

Palabrero Ayoíno (6)

Abarcas - Calzado de verano, hecho de los recortes de ruedas de coche en su totalidad.

Abarcas antiguas. Foto de Eloy Arco en Panoramio.

Abeseo - Es una palabra usada en Ayoó y en otros muchos pueblos y significa “lugar de sombra”. Más datos en el post sobre “Los lugares de Ayoó”. La Profesora Mª Angeles Sastre Ruano en su página web lo explica así: "El terrero orientado al norte recibe los nombres de abeseo o abesedo, términos que no aparecen registrados en el Diccionario académico. Se trata de un lugar sombrío donde durante el invierno no da nunca el sol, de ahí las denominaciones de sombrío, solombrío, solumbrío o invernía".

Angorras - Cuando se iba a la hacienda se ponía una piel de oveja alrededor de la pierna, las “angorras”. Eran de piel seca de oveja, se ponían con unas cuerdas y protegían del frío y de la humedad.

Canadiense Abrigo más ligero que el tabardo.

Chanclos - Son una especie de zapato que tenía el piso de madera y de material, como una bota alta, con correas. Por debajo llevaba una herradura para que no se gastase la madera.



Doroncilla - Comadreja

Galochas y madreñas - Las galochas son el calzado de madera usado para salir a lo mojado y al barro. Se compraban a los vendedores que iban al pueblo o bien en La Bañeza. Es básicamente lo mismo, aunque al parecer las madreñas eran “más finas” y en Ayoó las que había eran más bastas y se usaba más el nombre de galochas para llamarlas. La palabra es de origen griego, Kalopous y significa "pie de madera".

Hombre calzando unas madreñas en Llanos de Somerón. Fotografía tomada de la web Gronze.com

Medias de peal Medias hechas de lana pero sin el pie solo lo que es la pierna. Al final se le ponía una traba para que no se subiera para arriba cuando estaba puesta.

Mixtos - Autobuses que llevaban parte de pasajeros y parte para carga.

Rebagones - clavos usados para herrar las caballerías.

Servendo - fruto o planta tardía. La palabra correcta, recogida en el Diccionario de la Lengua Española es “seruendo”.

Tabardo - Prenda de abrigo de paño, tres cuartos, con pelo en el cuello.

Grupo conversando en la calle, vestidos muchos de ellos con el tabardo. Fotografía antigua tomada de la web Pueblana

Tapabocas - Manta de rayas, suave, que se ponía por encima de la ropa, un poco al estilo de Curro Jiménez. Solía ser una vestimenta típica de los novios de invierno.



Todos estos términos han ido saliendo en el blog. Si pinchas en la palabra, te llevará al texto en el que aparecía.

7 de noviembre de 2009

¡¡Cuidado!!



El pasado verano, mientras los niños jugaban por la noche por la Calle de la Iglesia y la Plaza de la Audiencia, un crío se cayó en este agujero. Afortunadamente todo se quedó en un susto y algunos rasguños, pero podía haber sido peor. Este hueco está en la calle de entrada a lo que era el pub de Asunción, entre las casas de Olegario y de Francisco. Parece una tubería de riego o una especie de desagüe. Desconozco si es terreno municipal o de un particular , pero creo que no estaría de más colocar una tapa por encima para evitar que un accidente como el que cuento termine con un peor resultado.


2 de noviembre de 2009

Mataperros

Los animales en los pueblos, más antes que ahora, tenían su utilidad, es decir, servían para lo que servían y tenían casi la categoría de objeto, sin sentimentalismos. La vaca servía para trabajar, el jato para venderlo y sacar unos duros, el gato para cazar ratones y el perro para cuidar el ganado. Así al menos entiendo yo que era la relación hombre-animal en el pasado y es la forma en la que puedo comprender de algún modo lo que voy a contar a continuación, que reconozco que cuando me lo narraron en casa me dejó sin palabras... me parecía tan cruel, tan bárbaro... Es lo que he bautizado como el título de este post: mataperros.

Hablamos de hacer “cubiertas” para las vacas en el carro, una pieza que se hacía con la piel de los perros a los que durante un tiempo se les trataba a cuerpo de reyes para después matarlo y aprovechar su piel. Según me contaba mi padre, los perros que más gustaban “eran los bonitos, mejor los de pintas blancas y negras, de dos, tres o cuatro años y que estuvieran bien gordos”. Las pieles se necesitaban cuanto más grandes mejor, así que lo que se solía hacer era cuidar muy bien al perro durante el tiempo que se necesitase que creciese, darle bien de comer, hasta tener el tamaño que se deseaba y luego...

Se les mataba de una forma bastante cruel que prefiero ni escribir y una vez muertos, se desollaban bien. “La piel se ponía en un sitio en el que se pisaba bastante, se clavaba por las patas, bien estirada y se embadurnaba con cernada y un poco de sal. Allí estaba como medio año hasta que estaba bien curtida. Luego se cortaba al medio, y se le ponía un adorno de material por medio para agarrar bien y hacer bonito, con remaches y se agarraba a las melenas de las vacas y se le ponía encima. Se llamaban las cubiertas y servía para adornar y para quitar el agua, para que si llovía no se les mojase la cabeza ni los canales”.

Vacas en el carro con cubierta de piel por encima de sus cabezas. Foto de la web de Cuadros (León)

Yo aún recuerdo las vacas uñidas en el carro, las melenas y las mencionadas cubiertas, que nunca supe que eran de piel de perro... tal vez si hubieran sido de cabra u oveja no hubiera extrañado tanto, estoy más acostumbrada a ver sus pieles curtidas en casa, pero los perros, ahora mismo, tienen ese componente sentimental de “amigos del hombre” y lo cierto es que me revolvió por dentro. Pensar que cuidaban estupendamente al perro durate dos, tres o hasta cuatro años, para luego matarlo (y de forma muy cruel, la verdad) y aprovechar su piel... Ya digo, supongo que tiene que ver con las diferentes necesidades de antes y ahora. En el Ayoó actual, lleno de perritos pequeños “acompañadores” veo difícil que se pudiera hacer esto, creo que la “sensibilidad”, el “sentimiento” actual no permitiría matar perros por su piel.