EL PRIMER PASO, RUMBO A LA META
3- La jaula de oro, abierta y disciplinada
Al pasar dos meses mis maneras rudas iban cambiando dentro del seminario como cambia un pollo dentro del horno. Mi piedad se intensificaba, mi cultura crecía y mi ideal de solidaridad se consolidaba. Era toda una formación sólida templando mi carácter. Todo esto fue descrito en las cartas mensuales que les enviaba a mis padres, como se puede ver en una de ellas:
Palencia, 20 de Diciembre de 1947
Sr. D. Andrés Casado
Queridos padres y hermanos, hace ya dos meses que os dejé y echo de menos a todos. Poco a poco voy adaptándome a la vida del Seminarioy es muy diferente de lo que ustedes se imaginan. Es cierto que estudio bastante y paso algunas horas en la Iglesia. Pero todo combinado con muchas distracciones y paseos. Es una vida muy alegre y animada. Como la comida no es abundante les ruego que me manden algo de refuerzo por Correo. Estoy muy bien y Aureliano y Cecilio también. Mi modo de ser va cambiando poco a poco pués son muchas las novedades descubiertas. Hemos ido al cine una vez y hemos visitado varios lugares de la ciudad de Palencia. El otro día nevó mucho y jugamos con las bolas de nieve. La Navidad se presenta prometedora porque tenemos numerosos juegos para hacer ejercicio en las largas y frías noches de invierno.
Os dejo con un beso cariñoso para todos, dejo el resto para otro día y os saludo con mucho amor.
Vuestro hijo y hermano Joaquín.
Imaginen la emoción de mis padres al leer la primera carta con noticias del hijo ausente. Estaban radiantes de alegría. Llamaban a toda la vecindad para que viesen que su hijo estaba disfrutando del seminario y vivía feliz.
Una de las maneras más eficaces de despertar un espíritu fervoroso era fomentar las prácticas piadosas entre los niños. Entre ellas, algunas merecen mención especial. El objetivo principal era acentuar el culto al amor de Jesús a través de la comunión, de la participación en la misa y de la visita habitual al Sagrario donde se guardaba el Santísimo Sacramento.
El amor de Jesús era cultivado de todas las formas, ya que el sentido de nuestra presencia en el seminario era El. Estábamos allí para transformarnos en apóstoles y soldados de Jesús, siguiendo las huellas de San Agustín. Para profundizar en ese amor usaban los recursos más eficaces como la meditación diaria, las visitas al Santisimo, la devoción al Sagrado Corazón.
A lo largo del año se practicaba la preparación de la Navidad para recibir a Jesús en el Pesebre, la preparación de la Cuaresma para recibir al Jesús de la Pasión y a la conmemoración de la Pascua para celebrar el Jesús de la Resurrección. Una de las oraciones más conmovedoras era la Via Sacra que recordaba los catorce pasos de Jesús, rumbo al Calvario. No olvido, hasta hoy, de una de las catorce estaciones, descrita en español:
La tierra se obscurecía,
entre la una y las dos
que viendo que el Sol se muere
se vistió de luto el sol
Tinieblas cubren los aires
las piedras, de dos en dos,
se rompen unas con otras
y el pecho del hombre, no.
No cesan los Querubines
de llorar con tal dolor
que hasta las nubes del cielo
conocen que ha muerto Dios.
Hombres, si no sois de piedra
llorad, pués los culpables sois.
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Nuestra Señora del Campo, Rosinos de Vidriales |
Otra manera de cultivar el sentimiento religioso era difundir la devoción a María, Madre de Jesús y nuestra, a través del rezo del rosario y de otras prácticas piadosas. Como el mes de mayo era el mes de las flores en España, se dedicaba a María ofreciéndole flores. Era una de las devociones piadosas más cautivante. En cuanto a nosotros, los seminaristas, dejábamos las flores al pie de Nuestra Señora de la Consolación y entonábamos este lindo cántico:
Venid y vamos todos
con flores a porfia,
con flores a María
que madre nuestra es.
De nuevo aquí nos tienes
purísima doncella,
más que la luna, bella
postrados a tus pies.
Seguía una oración de lectura de alguna historia ejemplar que despertase el amor a María, rodeado de otros cánticos:
Oh, Virgen más pura que el nardo y la rosa,
Madre más hermosa que el fúlgido sol,
Atiende mi ruego y escuchami canto
Y enjuga mi llanto de amargo dolor.
Ya se que eres buena
cual nadie lo ha sido,
por eso sentido
te vengo a implorar
Y aquí ante tus plantas
postrado de hinojos,
con llanto en los ojos,
te vengo a implorar.
¡Qué mares de inmensos de sentimientos y recuerdos despiertan, aún hoy, esas músicas! Me parece estar oyendo la voz dulce y angelical del seminarista José María de los Ríos, cantando como un ruiseñor:
Es más pura que el Sol,
más hermosa que las perlas que ocultan los mares.
Ella sola, entre tantos mortales,
del pecado de Adán se libró.
¡Salve! ¡Salve!¡María!
Qué más puro que tu, solo Dios.
Y en el cielo una voz repetía:
Más que tu, solo Dios... solo Dios...
La devoción a María era practicaba todos los sábados, cuando la comunidad se reunía en la Iglesia para cantar el “Salve Reina, Madre de Misericordia, vida, dulzura, esperanza nuestra, ¡Salve!
Así se sucedían los meses, hasta que se aproximaban los exámenes finales, anuncio de las vacaciones. En el período de exámenes, apretaban más los estudios pués todos queríamos sacar buenas notas. No era raro que fuéramos sorprendidos estudiando durante toda la noche. Yo también practiqué algunas veces esa extravagancia que no era permitida en el Seminario.
(Extracto de "A saga de un sentimento", de Joaquín Casado Castaño. Primera parte, capítulo III, punto 3)