Mucho antes de que anduviéramos
haciendo mezclas de especies con la genética, a los humanos
agricultores ya les gustaba lo de andar combinando unas plantas con
otras a través de los injertos. Así se han mezclado frutas,
sabores, formas, se han buscado variedades más fuertes y se ha
cogido lo mejor de una con lo estupendo de la otra. Esta es la función de esta operación, tal y como se explica en un documento de la Diputación
vizcaína titulado “Injertos en frutales”:
La
práctica del injerto se realiza desde la más remota antigüedad. De
este modo se han podido transmitir, de generación en generación,
las variedades frutales de mayor interés. La propagación por
semilla no da lugar a la variedad deseada, al no producir fielmente
sus características debido a la disgregación de sus caracteres
genéticos.
Injertos de mi padre en uno de las manzanales del huerto de casa. |
Así habla del injerto Jakoba
Errekondo, agrónomo y paisajista al que mencionamos en el post anterior dedicado a la luna:
El injerto es un
milagro. Se injerta una planta sobre otra y toda la vida deberán
vivir juntas, la una sobre la otra. Gracias a que a lo largo de miles
de años se ha injertado, hemos podido crear nuevas variedades de
fruta, así como mantenerlas y mejorarlas.
Para que dos
partes de dos plantas diferentes se adhieran y juntas emprendan una
nueva vida, la clave es la savia. El patrón y el injerto se unirán
por cirugía. La operación quirúrgica es a vida o muerte y
consistirá en poner exactamente a la par y unir el tejido de la
parte interior de la corteza en ambos, que es por donde circula la
savia. El injerto se realiza justo antes de que comience el gran
flujo de la savia: el de púa a finales de invierno y el de escudete
a finales de verano. Se injerta a finales de la luna descendente para
que el reflujo de savia adicional de la ascendente ayude a que las
dos partes se unan y prendan.
Efectivamente,
ahí estaba mi padre este verano pasado haciendo injertos de yema en
las manzanales. El me explicó que hay injertos
de púa e injertos de yema y me explicó sobre las ramas en qué
consistía uno y otro y como lo hacía.
Dentro del
injerto de púa, hay varios tipos, el de corona o corteza, el de
costado o lateral y el inglés. Y también hay
variantes dentro del de yema: escudete o yema, chapa o placa y chip o
astilla. Todo esto está muy bien explicado en el documento de la
Diputación de Bizkaia que os he mencionado al principio.
Lástima, que
como indican al comienzo de la explicación, una de las bases de un
buen injerto es la compatibilidad, es decir, que han de poderse unir
y formar una sola planta. Todo lo cual creo que deja sin efecto la
petición de Oier de crear una mezcla de manzana y mandarina llamada
“manzarina” :)
Mi padre seleccionando las varas para injertar una viña. Semana Santa del año 2003. |
1 comentario:
Hola! Me gustaria saber porque en una plantacion donde todos los árboles son de la misma clase la semilla no da lugar a una planta de la variedad deseada sino a la especie silvestre (en el caso de un cerezo por ejemplo). Muchas gracias!
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