7 de febrero de 2014

Caballerías


Grande la tengo
más la quisiera
que entre las piernas...
no me cupiera
¿Qué es....?


Este es el acertijo que el otro día me hizo mi padre... tras las sorpresa inicial por la verdusquería, quedó claro que la cosa iba por otro lado... lo que se busca en la adivinanza es aquello que durante años significó en el pueblo trabajo, transporte y orgullo: la caballería.

Jovenes a caballo, parecen machos o mulos. Web de Arrabalde, Zamora

Caballos, yeguas, burros, mulos, machos... se usaban para el trabajo en el campo, para arar, para recoger, para segar, para trillar. En el transporte eran básicos en un tiempo en el que el autobús era casi inexistente y del coche particular ni hablamos. Pero además, las caballerías eran motivo de orgullo para sus dueños, que los mostraban y engalanaban como hoy hacen los ricos con sus Ferraris y los chavales con sus tuneos.


Jóvenes a caballo.Web de Malva (Zamora)

Para mi abuelo, su macho eran sus piernas. En sus últimos años andaba muy mal y el macho le llevaba de acá para allá. El macho era tozudo y mi abuelo más y todo aquel que le ha conocido le recuerda arreándole cachavazos en el cuello, "macho mecagoenlamadrequete pario, maaaaaachoooooo...", ¡¡el pobre macho tenía hasta callo!! 

Mi padre recuerda a aquel animal así: “El macho de abuelo se lo compraron al Ti Avelino de Congosta. Era hijo de la yegua que tenía este hombre, y lo cogimos de pequeño, al destete. Duró, que se yo, al menos 20 años. Los caballos al llegar a veinte años ya se dejaban, dejaban de comer y al poco morían”.
También tuvo otro caballo rojo que compró en La Bañeza. Se usaba para todo, para desplazarse, y también para arar, trillar... Cuando iba abuelo a La Bañeza el caballo rojo quería ser el primero y si iba alguno delante le iba a morder. Era un caballo muy trabajador, muy bueno... Recuerdo otro negro, grandote, malo, no comía pero era flojo”.


El trabajo

Arando con un caballo.Web de Bonella (León)
Los arados solían ser tirados por dos vacas o dos caballerías, pero también había arados tirados solo por un animal. Así lo cuenta Gary Justel en la página de Uña de Quintana:
“Tiraba el arado por medio de dos cadenas enganchadas en la melena y unidas en la otra extremidad en el Balancín. El balancín era un palo de madera con una argolla en cada extremidad en las que se enganchaban las cadenas y un gancho en el medio que se enganchaba al arado. Dicho arado era, evidentemente, mucho más corto que el arado de pareja, que necesitaba el puntal entre los dos animales".


Chavalín arando con una pareja de mulos. Web de Pueblana.

Segar siempre fue cosa de hombres (y mujeres), pero en los años setenta en Ayoó (en otros lugares mucho antes), aparecieron las primeras máquinas segadoras que eran tiradas por una yunta de machos o caballerías o por un solo ejemplar.
Segadora. Web de Pedrosa del Rey (Valladolid)

Segando con la pareja de caballería. Web de Valdecasas de Cerrato (Palencia)


Carros también había para las caballerías, el de varas para un solo animal y también había carros para dos, unidos por un yugo especial.


Carro de mulas. Web de Santa Eulalia de Tábara (Zamora)
Yugo para caballería. Web de Espinosa de Cerrato.

Yugo con dos colleras. Web de Espinosa de Cerrato.

Alrededor de las caballerías había todo un mundo de negocios: la compra de los animales, los aparejos, la cría,...


El señor Juanito, Juan Ferreras Campomanes, con el caballo Berlín, el "rifón" de su parada caballar.
Foto de la exposición del verano de 2013 organizada por la Asociación Perafondo.

El padre de mi tío Ismael tuvo la parada caballar que hubo en Ayoó (entonces estaba donde mi tío Ismael, ahora su hijo Manolo, tiene la casa, abarcaba ese solar y las otras tres casas de al lado, que eran toda esa manzana de su padre), de la que hablamos aquí. El mismo me lo contó en esa especie de poesía sobre su vida que le escribió un sobrino y que él relata de cabo a rabo (aquí, en el blog del Ti Joaquín se puede leer sobre ello)

Mi padre fue hombre de tratos,
regentó una GRAN PARADA,
y en las ferias de antaño
a los gitanos ganaba.

Sus caballos en las ferias
de entre todos destacaban,
y algunos como el caballo “Urueña”
en el año 1923
en Zamora, en una exposición de sementales,
el primer premio se ganaba.

Mi padre
durante todos los días del año
de las ferias y plazas se ocupaba.
Los lunes en el Puente de Sanabria,
los martes en Rionegro de la Carballeda,
los miércoles en Santibáñez de Vidriales,
los jueves en Benavente,
y los viernes en Castrocontrigo,
donde bajaba toda la Cabrera.
Los sábados feria de Utrera en La Bañeza,
donde más gitanos moraban.


Gitanos vendiendo caballos. Web de Campo de Criptana.


Mi padre hacía muchos tratos con los gitanos,
gitanos de corbata y sombrero
y le decían a mi padre:
señor Jose María, ya nos lo decía nuestros abuelos
vale más una hora de trato que mil de trabajo.

Mi padre se sentía a gusto en la feria
porque en casa tenía un excelente criado gallego, de Orense
para cuidar sus caballos,
sus grandes burros aragoneses
que tenía para la parada.

Salvador con un cepillo de esparto
y una raqueta
el pelo le arreglaba
y con un pujabante y una tenaza grande de fragua
los cascos le arreglaba.

Y cuando hay comercio y dinero por medio, también hay robos, claro, ladrones que robaban caballos y yeguas de las casas, como ya contamos en este otro post, Cuatreros.


Mis recuerdos de niña están muy unidas al famoso macho del abuelo, al que subía desde la piedra del lino que había junto a la puerta de casa... También recuerdo una burra blanca que tuvieron mis tíos Ismael y Dorinda, que se llamaba Marisol y que hacía lo que le daba la gana... me subí en ella y se fue a todo correr por la calle Corrales abajo y yo solo atinaba a decir “soooo, Marisoooooool”. Y la yegua que tenía Jose Manuel el de Arsenio, cuando era un chavalito tan guapo, simpático y educado. Mis amigas fueron al pueblo y acabamos subidas todas (¡¡¡cuatro!!!) en la yegua. Pero algo la mosqueó y empezó a patear hasta que nos tiró a todas abajo... Ahora creo que ya no quedan caballerías en Ayoó, una pena, porque es un animal precioso y noble, me encanta el sonido de los cascos en el suelo y esos ojazos tan inteligentes con los que te miran.

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