26 de junio de 2011

Las comedias (4)

Las comedias fueron una fuente de entretenimiento y de cultura en los pueblos durante muchos años. En artículos anteriores hemos hablado de estas obras en Ayoó y en algunos pueblos vecinos. Ahora recojo algunos extractos sobre este mismo tema, recogidos en diversos blogs y páginas de pueblos cercanos.





En las fotografías se recogen varias escenas de la obra "El Ti Miserias" representada hace pocos años en el pueblo segoviano de Olambre.


Desde Uña de Quintana, pueblo que raya con Ayoó por el monte, recogemos el relato de Gary Justel, maestro y otras muchas cosas, que publica una preciosa y completa página (aquí) dedicada a su pueblo. En ella tiene un capítulo especial para las comedias, este que ahora transcribo:


Las representaciones, Comedias, de Uña (de las que hablaré más adelante, más detalladamente,) tenían repercusión regional y un gran número de espectadores de los pueblos vecinos acudían regularmente para asistir a las mismas.


La cieguita de Paris, Los Miserables, Los niños del hospicio, El Tenorio, La Malquerida, y más tarde Juan José, Los Dos Sargentos Franceses, figuran entre las más destacadas.


Antonio Justel, mi tío, Pedro Martínez (Pedro el Tuerto), Francisco Martínez (Patatero) fueron los personajes principales promotores del grupo con Alonso El Saleiro y Matías.
Entre los jóvenes integrados, Enrique, hijo de Pedro Martínez, Ana María Lobato, la Calamina, hoy su esposa; Isabel la Crista, Antolín Martínez ( el de Ti Rafaela), emigrado más tarde a Argentina, hoy fallecido, Paco Jamonero, su primo Miguel Mayo (Fuelle), que conservó el sobrenombre de Fanfán hasta su muerte, mi hermano Braulio y yo mismo (Colilla), en Los Niños del Hospicio.


Los jóvenes (los mozos) pusieron en escena Juan José, con Tomás Verdes, Francisco Martínez (Resquito) Jacinto Martínez (Ucha), entre otros, que se reveló un magnífico cantante: “No cierres hoy tu ventana, clavellina de la huerta y escucha despierta la copla mejor, la copla baturra de tu rondador y ten la ventana abierta, que pueda entrar el amor cereza, no quiero el clavel que quiero los besitos tuyos que saben a miel".
Otra revelación, Francisco Resquito, con su réplica célebre:” Carretero con camión propio y no un pelagatos cualquiera".


Es sumamente agradable recordar el entusiasmo de los actores y sobre todo la calidad alcanzada por aficionados sin cultura especial.


Las decoraciones y el vestuario corrían a cargo de mi tío Antonio, verdadero hombre de teatro, admirador incondicional de Maurice Chevalier, e intérprete emérito de sus canciones. Era portador asiduo del sombrero Canotier de Chevalier, que aún conservo.


Años después, siendo yo maestro del pueblo, recuerdo el placer de asistir en la noche de los Santos a la repetición por él y por Patatero en el café de este último, de los versos inmortales del Tenorio de Zorrilla al mismo tiempo que la Radio trasmitía la obra, disfrutando del extraordinario espectáculo que nos ofrecían con el mismo entusiasmo que antaño pusieran sobre las tablas.


Desde aquí quiero expresar mi real admiración y el recuerdo emocionado a todos estos personajes, en su mayoría desaparecidos, que tanto admiré en mi infancia y con los que tuve el honor de hacer teatro.


En el mismo sentido debo recordar la velada teatral puesta en escena en 1947 por D. Juan Blanco y Pili de Avila con los niños y niñas de la escuela, en la que participamos un gran número de alumnos.


Varios sainetes, entre ellos El Ojito Derecho de Carlos Arniches, en el que yo actuaba como esquilador. Recuerdo que se subió un burro de verdad al escenario y yo, mientras lo esquilaba, cantaba: “El que tiene un palomo tiene un palomo”...

Las niñas interpretaron fragmentos de varias zarzuelas, La Verbena de la Paloma, Las Lagarteranas, Las Leandras entre otras, con un éxito tal que fue necesario repetir la representación dos fines de semana a causa de la demanda de espectadores de Cubo, Molezuelas, Santibáñez que no tuvieron entradas en la primera sesión.

La magnífica labor de estas dos personas, D. Juan Blanco y Pilar de Avila durante largos años merecen nuestro saludo y nuestro agradecimiento. Han forjado dos generaciones de Uña.

 En Jiménez, el pueblo de la cerámica, encontré una interesante página sobre la represión franquista en aquellas tierras. Y entre los textos que allí se muestran, hay un espacio también para las costumbres populares y una interesante recopilación de Porfirio Gordón Vidal sobre las comedias a lo largo de la historia y su presencia en Jiménez. Se puede consultar en este lugar. Aquí hay un extracto en el que se cuenta cómo era el proceso de preparación una comedia:

Representación de "El Cuchillo de plata"
en Jiménez, en 1960
Todo comenzaba en los meses de invierno cuando un grupo de hombres y mujeres jóvenes -los solteros porque antes, una vez que se casaban, dejaban de actuar- se reunían en torno de un director, una persona de las más cultas o más inquietas culturalmente del pueblo.
Allí decidían una obra para representar y, una vez conseguido el texto, que no siempre fue fácil, comenzaban los ensayos alrededor de un "lillar" o de un fuego de cocina con la vista puesta en torno al día de Santo Toribio. Muchos noviazgos nacieron en esos ensayos, algunos se formalizaron llegando al altar y otros se rompieron después de los primeros escarceos.
Uno de los aspectos que hay que tener en cuenta sobre aquellos antiguos comediantes es que muchos de ellos no sabían leer y otros lo hacían con dificultad, por lo que había que repetir una y otra vez hasta que lo aprendían, lo que a mi manera de ver tiene más mérito.
Se puede adivinar que lo pasarían bien. A mi padre, Andrés Gordón, por ejemplo, el Sr. Felipe el Pollo siempre le decía: "Andrés, tú pa’ la masera, pa’ que no alborotes".


Grupo de actores y actrices
en Jiménez, tras una obra
con los regalos que les
han dado los vecinos.
Aprendida y ensayada más o menos bien la obra en cuestión, llegaba el día de subir a las tablas, que era el domingo siguiente después de Pascua, en torno a Santo Toribio (27 de Abril). Toda la semana anterior ya habían estado los mozos mirando el cielo, intentando adivinar qué tiempo haría aquel domingo.
El lugar elegido, desde inmemorial tiempo, siempre fue la Plaza Mayor y el sitio concreto, la fachada norte (casa de Argimiro). Allí y ese día por la mañana lo dedicaban los hombres a hacer el "tablero" o escenario y las mujeres a ir por las casas para pedir sábanas y colchas.
El "tablero" se componía de cuatro horquetas de encina para hacer el entramado y varios maderos sobre los que se fijaba el piso con las costanas de los carros y las tablas de los alfareros. Se culminaba con una vara o palo muy largo en el que se colgaba la bandera nacional (en la parte derecha delantera). Después, sobre sogas que les dejaba o compraban al ti Dionisio, se cosían las colchas y sobre un alambre se remataba el telón con las sábanas.


Por la tarde era la función. Como dijo Zascandil en 1890, para presenciar la obra de aquel día, se desplazó mucha gente de la vecina villa: "… muchísimos aficionados nos lanzamos a pie, en carro, tílburi, bicicleta, etc. Todo esto quiere decir que de La Bañeza hubo en Jiménez infinidad de gente". Pero no solo de La Bañeza, también venían en gran cantidad gentes de la Valduerna y de los pueblos de Valdejamuz, en sus carros y caballerías. El lugar de aparcamiento de aquellos antiguos automóviles era la Plazuela, por la proximidad a la Plaza Mayor. Cada uno se agenciaba su asiento: sillas, escaños, taburetes, etc., todo era válido para ver a los comediantes.


El día siguiente, lunes, se solía representar la función, dirigida especialmente para los del pueblo, donde ya podían escuchar mejor la relación de la obra.


El martes era el día señalado para deshacer el "tablero". Con el tiempo, cuando ya había dos grupos de comediantes, se dejaba el escenario para los segundos. Los hombres se dedicaban a deshacerlo y las mujeres a repartir las sábanas y colchas a quien se las había prestado. También el martes lo empleaban los cómicos para salir a pedir por el pueblo con el fin de hacer una o dos "comilorias". Normalmente toda la gente les daba algo, según las posibilidades de cada uno, y eran principalmente huevos, pan y algunas monedas. En algunas casas les daban el "traguín". Vemos en alguna fotografía posar a los actores con la talega para los huevos y el botijo para el dinero. Se recuerda a algunas familias por su esplendidez con los actores:
- la de los Morotos, que les daban una docena de huevos,
- al ti Pablo el Fungo, que les daba una hogaza de 11 libras o
- al ti Migueletas, que también les obsequiaba con una hogaza bien grande y, si les hacía falta, dos.
El mismo martes por la noche y el miércoles si sobraba, hacían la "comiloria", e incluso había un tercer día si la recaudación había sido muy generosa. Llegaron a sacar alguna vez hasta veinte docenas de huevos. No era raro así, algún que otro cólico. Normalmente celebraban estas meriendas en la casa donde habían realizado los ensayos y ni que decir tiene que en esos momentos muchos actores lo pasaban mejor que sobre el escenario.


También de Alcubilla he encontrado (aquí) un pequeño relato de lo que fueron las comedias, donde se hace un repaso por algunas de las obras:


Entre estas comedias, llegaron a tener fama los actores de Alcubilla, que sin ser profesionales, tenian una excelente interpretación, prueba de ello son las famosas comedias como:"El alcalde de Zalamea" quizás la última de este tipo, que se interpretó en el pueblo."La fundacción del Rosario". "Don Juan Tenorio" "El cuchillo de plata" "Aventuras de Raflex" y un largo etc. Algunas de ellas, se perdieron para siempre, pues eran manuscritas.


Y en la página del Museo Virtual de Arrabalde, encontramos las fotografías de la obra Morena Clara que amablemente me dejaron para ilustrar estos artículos sobre las comedias:


Matías, el hijo de Visita, nos ha enviado tres fotografías que insertamos a continuación. Como podéis ver se trata de tres escenas en las cuales se está representando una obra teatral -comedias que decíamos antes-
La realización de comedias en el pueblo formó pate de la tradición popular durante muchos años, y fue una expresión cultural importante para aquellas épocas en que apenas si había medios de comunicación. Estas tres fotografías posiblemente sean las más antiguas que existan de dichos actos, no hay más que ver los estragos que el tiempo ha hecho en ellas.





 

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