Tras la guerra civil, la vida en los
pueblos fue aún más dura y miserable que antes de la contienda.
Aquellos que tenían menos que nada iban de pueblo en pueblo pidiendo
algo que comer. Cuando venían estos pobres se repartían entre las
casas del pueblo ya que los vecinos estaban obligados a atenderles, a
darles la cena, cama (normalmente el pajar) y almuerzo. El reparto se
hacía de forma ordenada, por barrios, con un sistema que se llamaba
“pasar la vela”, es decir, ir pasando el turno de atender a los necesitados de
casa en casa.
Mis padres recuerdan unos cuantos, como
a los que venían de San Esteban, el pobre de Colinas o la conocida
como “gimiontiona” de Peque.
*Gimiontiona es alguien que siempre se
está quejando
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