19 de octubre de 2010

Perros

No hay pueblos sin perros. Los perros de antes eran animales trabajadores que se convertían en la prolongación de los pastores ya fuera con las vacas, las cabras o las ovejas. Perros que compartían el pan y el hambre y que han acompañado a las familias del pueblo. Perros grandes, recios, trabajadores, que valían lo que se esforzaban, que se compraban y se vendían. En mi casa la gran perra a la que todos recordamos fue la Domi, de la que ya hablé en su día, un mastín leal y fiel que controlaba a las cabras como nadie y las defendía de los lobos. Además de la Domi, mi padre recuerda a otros canes, como la Julia, la Tragona, la Cadenas, que terminó sus días como cubierta (ver post "Mataperros" )



Otros perros son recordados por sus habilidades. Mi padre menciona “una muy ligera que se subía a los robles y cazaba lagartos y culebras” y se acuerda "de Trigueño, el de tío Guillermo y de la Titi de Restituto, que era muy lista. Esta perrita cantaba la piedra que era que le decían un número y ella soltaba los ladridos que correspondían. Era digno de ver, no fallaba”


Hasta hubo en nuestra casa un perro muy bueno con las ovejas que fue protagonista, a su pesar, de una disputa vecinal. El perro se llamaba Amado, nombre no elegido al azar. Mi abuelo había discutido con el Ti Amado, el padre de la ex-alcaldesa Sofía y bautizó al animal con su nombre, evidentemente para fastidiarlo. El Ti Amado contestó poniéndole el nombre de mi abuela, Clementina, a una gata y el abuelo repetió la jugada y bautizó a otra misina con el de Sofía, la mujer de Amado. Así, uno y otro enzarzados en su discusión y con los perros y las gatas por medio.


Hoy en día el pueblo sigue lleno de perros, pero ahora que la población ha envejecido, que ya no hay vacada y apenas rebaños, los perrillos son más de compañía, perros pequeños y fieles, algunos de caza y alguno que otro jubilado que pasa los días descansando tras una vida de duro trabajo. Estos son algunos de los perros de Ayoó (¡y Oier acompañándoles!).




Este es Coco, el perro de Geno y uno de los más conocidos y simpáticos que hay en el pueblo. Juguetón y listo, le encanta seguirte por las calles.



Y este también es Coco, de Laudelino e Inocencia, hermano del otro Coco e hijo de Chispi (según crónica familiar perruna que me contó Leire).



Lulú, el perro de Angel, otro de los más conocidos, acompañando a su dueño en sus paseos con la bici y gruñendo desde detrás de la puertade casa cuando se pasa cerca.



De este no conozco el nombre, pero se hizo muy amigo de Oier. Creo que es el perro de Eladio.


Este perrito no sé de quién era. Apareció un día en Las Escuelas y tuvo un intenso forcejeo con Oier por su bocadillo... ganó el niño.



Blaky, de la casa que está junto al bar de Loli.




Katy, inseparable de Guillermo.



Solo, el perro recogido de la calle por mi primo Manolo y que obedece si le hablas en catalán.



Darko, el perrito de Yoli, posando como un modelo.



Chuspi, nuevo perro de caza de Aurelio.


A este me lo encontré una mañana por la calle Castillo. Me husmeó, me siguió unos metros y volvió a su rincón.



Esta perrita no sé cómo se llama (y nombre tiene). Está vieja, medio ciega y ha trabajado lo suyo con el ganado. Ahora vive un tranquilo retiro junto a sus dueños, Emilia y Lucas, a los que acompaña siempre que salen a la calle.


1 comentario:

sonia dijo...

Me necantan esos nombres.
Que crónica más tierna.Una gozada.