1 de septiembre de 2010

Adiós verano (1)

Desentrenada como estoy tras las vacaciones en esto de escribir (los post que han ido apareciendo estaban convenientemente “programados”), retomo el teclado para iniciar nuevo curso bloguero con la llegada de septiembre.


Tras unas señoras vacaciones al viejo estilo, casi mes y medio en Ayoó, me traigo un montón de historias de fotos y de ideas para ir sacándo por esta ventana. Pero lo primero es lo primero, un clásico: el resumen (personal) del verano.


Las copiosas lluvias y el mal tiempo que tuvo Ayoó durante el invierno y la primavera se han traducido en retraso a la hora de la cosecha casera, de huerta. Patatas, pocas, porque se pudrían apenas sembradas; tomates que ahora empiezan; pimientos también escasos... y por contra, el monte a reventar de jaras, de urces, de monte bajo... como se echan en falta las cabras y las ovejas pastando!!!! Lo que sí teníamos, hasta hartarnos, era hierba por todos lados... hasta un bando de alcaldía instaba a los vecinos a segar las zonas cercanas a las casas para evitar peligro de incendio...


Mar de hierba en El Coito. Arriba, "pista" de hierba en los columpios (resbalaba como si fuera nieve!!); en el medio, el camino de entrada; abajo, la fuente del Coito absolutamente oculta entre las altas hierbas.


El agua ha seguido preocupando: se pierde por las conducciones que llevan al pueblo y no se acaba de encontrar por dónde. Los vecinos abren las arquetas, indagan, suponen... Increíble que haya problemas de abastecimiento en un lugar como Ayoó, pero ahí siguen. Algunos vecinos con huerta junto a las casas fueron (fuimos) apercibidos para que no usen agua de la red general en el riego, aunque lo cierto es que tras echar un vistazo, se vio que la inmensa mayoría ya usaba el agua que se debía, la de riego, no la de consumo. Lo cierto es que viendo los litros y litros que salen de pozos como el de las cuevas, el del Coito o el de la Pedrera, cuesta entender que se pase sed en el pueblo... De momento, acabaron las obras en el pilo de Peñacabras, al que se le ha lavado bien la cara, y se ha reformado el depósito, rodeándolo de una amplia alambrada (imposible ahora repetir aquellas abuelas nocturnas que allí se hicieron...).

En la foto, un momento del arreglo del depósito.

 
Y así llegó San Mamés, la primera fiesta del verano. Me propusieron vestirme con la ropa típica que mi madre había cosido y bordado hace ya unos años y que nunca encontraba el momento de lucir. Acepté y nos juntamos unas cuantas mozas vestidas de gala y escuchando halagadas los parabienes por la iniciativa. Calor, pasamos un rato, pero hay que decir que me gustó eso de lucir estas prendas tan bonitas y que tanto esfuerzo han costado.



Con mi madre, antes de salir de casa



De izquierda a derecha: yo misma (el burro está ahí, así que tengo que ponerme la primera), Mª Antonia, Paola, Judith y Maribel. En San Mamés se nos unieron Agustina y su hija Tania.


La vuelta desde la ermita.

 Estas primeras celebraciones se resumieron en la misa, la procesión, discoteca móvil el primer día (¡¡¡¡y qué bien nos lo pasamos, cuánto bailamos!!!!) y orquesta el segundo. Y punto. Que no hay dinero para más y para San Bartolo temiendo que la cosa fuera también escasa. Pero algo más se hizo:
Las peñas pagaron las música del primer día, precedida de su habitual pasacalles.
Los cazadores cotizaron la del segundo y se encargaron de la parrillada en Requeijo del día de la víspera.



Sardinas, chorizo y panceta, acompañados de un buen vaso de vino y muy bien organizado, con un pasillito de entrada y salida y “vigilancia anti-cuelo” (ese Justi que no dejó pasar ni una!!!).




Una calva antes de la merienda...

Y ellas, probando suerte con los morrillos (y pasándoselo en grande).


Charla y merienda













Días antes se trabajó a destajo en la zona del merendero cubriendo la barbacoa para evitar peligro de incendio y se hicieron un par de chiringuitos más de merienda, de cemento.




Ah, se me olvidaba: los quintos sesentones (entre los años 1949 y 1954, si la memoria no me falla) se prepararon su propia fiesta, una cena con charanga al terminar en la que, me cuentan, se lo pasaron muy bien. Han prometido enviarme fotos del evento. Las espero.

Continuará...

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