Hoy en día puede parecer mentira, pero yo recuerdo cuando era pequeña y en el pueblo no había apenas residuos. No teníamos basura. No hacía falta. Los restos de comida se repartían entre los animales de la casa: los gatos, la perra, las gallinas y, en último lugar, los cerdos, que son como la roomba animal y lo devoran todo.
Se comía lo que se producía (patatas, vainas, huevos, conejo, lechugas, tomates..) y se compraba lo mínimo. Cuando se hacía (fideos, macarrones, arroz), siempre era en tamaño grande y casi siempre, en paquetes de papel.
Se comían muchas latillas y el envase se lavaba y se reutilizaba (y se sigue haciendo, al menos en mi casa).
No íbamos a mercadonas ni chinos ni todo a cien y teníamos más bien pocas cosas y, desde luego, cero envases.
Realmente, supongo que algún residuo reuniríamos, pero como no había recogida de basura, no sé, terminaría en el corral, supongo.
Ahora todo es diferente, compramos muchas cosas que van con sus envases de cartón o plástico, tenemos recogida de basura, tenemos contenedores (que se usan lo que se usan...) y tenemos un gran campo que no respetamos y en el que encontramos papeles, latas y plásticos de lo más variadito.
Hoy, 5 de junio, es el Día Mundial del Medio Ambiente y el lema de este año es "Sin contaminación por plástico". Si no puedes reusarlo, rehúsalo, nos dicen desde la Onu, no al plástico de usar y tirar que nos está aplastando. Se estima que a cada persona del planeta nos corresponden este año, 1.100 kilos de plástico.
En Ayoó creo que no nos toca a tanto, pero también considero que podríamos hacer algo más por evitar dejar plásticos por el campo o en Requeijo, nuestro sitio favorito y que a veces poco se respeta. Es tan fácil como llevarse el plástico de vuelta y tirarlo al contenedor. Muy sencillo, de verdad.
Las fotografías que ilustran este comentario están hechas en Ayoó en diferentes momentos. Ojalá no tenga que volver a hacerlas en el futuro.
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