El Corpus Christi, Cuerpo de Cristo, es la fiesta que la Iglesia Católica dedica a la Eucaristía y aún se celebra en nuestro alrededor en Congosta, en Fuentencalada, en Alcubilla, en Nogarejas...
Como comento, antaño el Corpus era día
de ir a misa, a procesión si la había y, desde luego, fiesta de
guardar, estaba prohibido trabajar en esa jornada. Y de esa
circunstancia nace la anécdota que mi padre me relataba:
“Fuimos a Castro a por madera para
hacer la casa de tío Ismael, íbamos con tres carros, el de Tío
Agustín, el de Tía Viviana y el nuestro. También venían el Ti
David, el padre de Aurea y Laurentino, para Pedro el Chinguero y
Avelino”. La caravana iba por el camino a Castro, por la Chana, que
se venía a tardar como cuatro horas.
“Ibamos donde Pariente, el de Castro,
que no podía ir él porque se le había estropeado la transmisión
del camión que tenía, un GMC. Pariente tenía un aserradero y una
carpintería en la que hacía puertas y ventanas. Uno de sus
ebanistas, Marchena, era muy bueno, hacía armarios, dormitorios...
Luego Pariente quitó la sierra, pero los hijos siguieron con una
tienda de muebles...”.
Volvemos a la historia: “Ibamos
porque querían poner la madera del tejado antes de San Pedro y el
día del Santísimo era el que podíamos contar con los carros. Pero
cuando llegamos a Castro nos encontramos con Don Anselmo, un cura
retirado que iba con la boina y la cachava. Nos empezó a decir que
éramos unos fariseos, que iba a venir el escarabajo a las patatas
por nuestra culpa, por trabajar el día del Corpus, el día del
Santísimo".
“Armó tal escándalo que vino el
alcalde, que era el maestro, don Ventura y estuvieron Pedro, Ismael y
abuelo con él”. Le explicaron que no tenían parejas (las vacas),
que la gente andaba bimando y él les dio la razón, lo entendió y
les propuso una trampa, les dijo que iba a hacer un escrito como para
denunciarles por trabajar el día del Corpus, que lo escribía pero
que luego lo rompía, para que don Anselmo se quedase tranquilo y
evitar más problemas.
Le decía don Ventura a don Anselmo, “A estos déjeles, déjeles, que mire la denuncia, se lo digo al gobernador, igual tienen hasta cárcel. Si no merecen otra cosa, decía el cura viejo, todo rebotudo. Entonces mandaban así estos tordos”, concluye mi padre.
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