1 de julio de 2010

Dentistas

Acabo de perder una de mis muelas del juicio, que por puñetera y por llevar tiempo dándome guerra, ha sido extraída por la dentista. La verdad que ha sido cosa fácil (con el miedo que yo llevaba), sin dolor y sin apenas molestias. Nada que ver con cómo eran antes estas cosas de la boca. En mi familia siempre han tenido problemas con los dientes. Mi abuela lo pasó muy mal con su dentadura y la misma herencia le ha quedado a mi padre, así que se conocen bien las consultas de los dentistas (nada de odontólogos, que eso es cosa moderna) de los alrededores de Ayoó.




Dentista antiguo. Fotografía tomada de la página web de Deltadent.


De antes, se recuerda en casa al dentista de Benavente, que pasaba cada miércoles por Santibáñez. “La consulta -cuenta mi padre- la tenía en el bar de Domingo y Felipa. Ibas hasta allí si te dolía algo, te lo miraba y si estaba mal, fuera diente (entonces, ni empastar ni nada, claro). También me acuerdo que tío Dionisio y tía Anastasia (ambos hermanos de mi abuela Menta) tenían problemas con la boca. Fueron hasta Astorga a ponerse la dentadura, que ya entonces costó lo suyo y al final nada, no les quedó bien y acabaron sin dientes”.

4 comentarios:

María del Roxo dijo...

Para dentistas, desde luego, ninguno como los de antes:

http://el-lejano-oeste.blogspot.com/2008/11/tio-paulino-el-dentista.html

Qué miedo!!!

IRM dijo...

María, no había vistola historia del Tío Paulino... la verdad, que en esa época, mejor no quejarse de las muelas!!!!

Anónimo dijo...

Cada vez que paso por la puerta da la casa que en su tiempo fue un Bar, es la primera casa que hay saliendo de la plaza de arriba de Santibañez hacia Brime a la derecha alli estaba el Bar y alli me fuy por la pata abajo, triste recuerdo, de aquellos arranca dientes.

Elena dijo...

Que me decis de cuando los complementos ortopedicos se vendian de segunda mano. Dentaduras de segunda boca...gafas de segunda puesta. Hay anecdotas de este tipo de AYOÓ.
Referencias de este tipo las situo en Muñico provincia de Ávila en los años posteriores a la gran gripe. Según me contaba a mi el tio Eleuterio, era una práctica habitural.