4 de diciembre de 2021

Las nuevas coplas de Vasallo (4)

-Abuelo Joaquín,

que yo ya no aguanto,

deme un poco de eso

que relame tanto.


Duras las peras,

las manzanas duras,

le vendría muy bien

a mi dentadura

eso que usted chupa

con tanta dulzura.

¿Será un caramelo

de miel de la pura?.


Andar ya no puedo.

Le advierto, si acaso,

que o me da usted uno

o de la raya no paso.


Y a ver quien le lleva

por el monte hasta Alija

a cantar coplas de lobas.

Claro le digo. Elija:


O caramelos, que veo

envueltos en una tela

ahí dentro del zurrón

o no llena la fardela.


Sin caramelos no hay coplas;

sin coplas no hay fardelas;

sin fardelas no hay viandas

sin viandas no hay cazuelas.

Sin coplas

no hay cuartos.

Caramelos chupemos,

fardelas llenemos,

cazuelas comamos

hasta que estemos hartos.


-Me ganaste, perillana.

Toma uno.

Toma este caramelo

y llévame a la Vizana.

Con disimulo le dio

el que en la boca llevaba,

pequeño como lenteja

de lo chupado que estaba.


Para él cogió otro grande


de los trece que guardaba

en el zurrón entre telas

que olían que alimentaban,

jalea de abeja reina

que, más que oler, embriagaba,

la mejor miel de colmena,

de cosecha bien labrada.


-¡Que no, que no!...

que este no quiero,

que no es ni lenteja

del chuperreteo.


Ande, abra la boca,

déjeme ver dentro.

Que huele a manjares.

¡A ver lo que encuentro!


Abierta la boca,

vio que tenía

caramelos de miel

de los que ella quería.


-De esos, deme tres,

uno para ahora,

dos para después.


-Otra vez me ganaste,

perillana,

toma tres caramelos

y llévame a la Vizana.


Y otros tres te daré

-mira aquí, tengo trece-

si a la Vizana me guías,

sin caer, sin que tropiece.


Y los ricos caramelos,

dulces porque eran miel,

mientras hacía el camino,

la niña acabó los tres.

Y otros tres aún le quedan,

para chuparlos después,

en el zurrón que el abuelo

ha envuelto, manjar del cielo,

en telas de buena ley.


A Alija llegaron

pasadas las diez,

algo cansados,

pero llegaron bien.

Ni un solo tropiezo,

sin un solo traspiés.


Y ya entrados en Alija,

a la sombra se sentaron.

En una casa pidieron

agua fresca y fresca hallaron,

que la sacó una vecina

que conoció a Vasallo

cantando en la romería

de agosto del otro año.


La mujer también sacó

jabón de olor, palangana

y un trapo para secarse

que limpio en tendal colgaba.

Joaquín le cantó una copla

para darle así las gracias.

Se la cantó al oído,

casi, casi, en voz baja,

una de esas de las suyas,

de las que él se inventaba,

que en ratos de buen talante

decía a quien le cuadraba.


Y al acabar le dijo:


-Esto es por el jabón,

por el fresco trago de agua,

por la toalla que sacaste,

por la limpia palangana;

y por los bailes que echamos

la romería pasada;

también por tus castañuelas.

¡Qué bien que las repicabas!.

Con qué gracia y qué salero

las jotas, todas, cantabas.

Cuando llegue la de este año,

otra vez vendré a escucharlas


(A Arceli)

-Ahora que ya tenemos,

bien refrescada la cara,

refrescados los sombreros

y hasta fresca la mirada,

te daré tres caramelos

que te debo esta jornada

por traerme sin tropiezo

a cantar en esta plaza,

y que veas que tu abuelo

cumple siempre su palabra.


-¿Cumplir siempre?; ¿por un día?.

Por cumplír, cumplí la mía.

Lo traje esquivando piedras,

sin una sola caída,

sorteando socavones,

regueros, baches, encinas,

y esos cardos alargados,

que solo tienen espinas,

que se clavan como agujas

y te raspan como limas,

evitando los zarzales…

Yo he sido buena guía.

Por un día que cumpla usted…


-¡Calla, no seas víbora!

¡Toma lo que te debía!.

Tres caramelos, tres.


Hay que avisar a la gente,

decirle que hoy hay coplas,

que la primera va a ser

la que habla de la loba.

Y ya veremos… Si hay corro,

pues, entonces, canto otra.

Si no lo hay, cantaré

donde haya quien me oiga.

Viene gente para acá.

Anda, ¡pregona, pregona!.


-¡Atención, atención!

Vengan a escuchar

una copla emocionante

que Vasallo va a cantar.


En la puerta de la iglesia,

pronto vamos a empezar.

Es la copla de la loba,

una historia sin igual.


La gente oía

este pregonar.

Se iba acercando

hacia el lugar.

Por la copla era

y por curiosidad.


-¡Atención, atención!

Que Vasallo ya está a punto.

La copla de la loba parda

comienza en dos minutos.


Mujeres, mayores, hombres,

por perronas o un real

la copla de la loba

les vamos también a dar.

O lo que puedan, que vale

pues también la voluntad.


Un buen corro

ya se ha formado.

Un último aviso

y está empezado.


-¡Atención, atención!

Que ya vamos a empezar

La copla de la loba parda,

Vasallo les va a cantar.


Siete veces la cantaron,

pregonando al caminar.

En el cementerio, una,

en la iglesia que allí hay;

y, al acabar, la segunda

se cantó en calle Real;

subieron a San Esteban

y cantó dos veces más,

que a la puerta de esa iglesia

gran corro se fue a formar.


Una fue la loba parda,

la segunda fue un cantar

con Salve y un Padre Nuestro

de su ingenio sin igual.


Ya pesaba la fardela,

pero aún cabía más.

Bajaron poco a poco.

Otra vez calle Real.

A la sombra se quedaron

un buen rato a descansar,

a encetar un salchichón

y a comer algo de pan.

Quedaría la fardela

más ligera al acabar.


Otras dos veces cantaron.

La primera fue al entrar

en la plaza con castillo,

 iglesia de buen rezar.

En esa Plaza Mayor

fue el segundo cantar,

en medio se hizo un buen corro

y nos los dejaban marchar.

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