Sigo con la publicación de unas coplas escritas por Benito Pérez Ferrero e inspiradas en su bisabuelo Joaquín Martínez "Vasallo" y en Araceli, nieta y lazarilla de este segundo:
-Abuelo Joaquín,
busque en el morral,
a ver si me encuentra
un trozo de pan.
De la bota deme
un poco de vino;
me muero de sed
por este camino.
-Ni hace dos días
te di cuatro migas.
Si te las comiste,
ya más no me pidas.
Busca entre las zarzas
moras… o espigas.
Y para la sed,
pues bebe agua fría.
Solo quedan tragos
en la bota mía.
Son para el camino,
pero de otro día,
para mi gañote,
por si no sabías.
-Abuelo Joaquín,
deme una perrona,
es para un mendrugo
de casa Ramona.
Y por un real
me dan un tocino
del año pasado
y un vaso de vino,
costras de queso,
raspas de sardina,
y, de bacalao,
un resto de espina.
Y por dos reales,
un trozo de hogaza,
un cazo de azúcar,
media calabaza,
tabaco picón,
patatas de casa
y algo de chorizo
picante con grasa.
¡Qué buena comida!.
Para dos, banquete.
Y si algo sobrara,
le haré yo un paquete
y ya es cosa suya
el dónde lo mete.
Abuelo Joaquín,
no sea usted malo,
piense en la cazuela
y déjeme el palo.
No sea roñoso
que yo soy su nieta.
Me muero de hambre…
¡Deme una peseta!.
-Anda, anda, ladrona,
que nunca escarmientas.
¿Quién comió el jamón
del zurrón?. No mientas.
¿Y el queso de oveja
que en él yo guardaba?.
¿Quién se lo comió,
nieta endiablada?.
¿Dónde está la caña
de un lomo ahumado
que detrás de un cajón
tenía guardado?.
Y al bote de miel
que había a su lado
¿no sabrás tú, nieta,
qué le habrá pasado?
¿Y a unas galletas
que había endulzado?.
Claro, los ratones
se las han llevado.
Me sisas, me robas.
¡Pues, vaya, esta nieta!
¿Y, encima, me pides
reales, pesetas?
Ven, ven, acércate
que aquí tengo un duro,
pero tráeme el palo,
que yo veo oscuro.
-Si es por el duro,
yo voy y lo cojo.
Aquí queda el palo,
si no es un enojo.
-Tráelo, tráelo,
que más te daré.
Comerás caliente,
banquete para un mes.
-Mejor lo he pensado ,
abuelo Joaquín,
busque usted el palo,
que ya no tengo hambre
y me marcho de aquí.
Dos días estuvo
lejos del bastón;
por miedo a la tunda
en pajar se escondió.
Ni un pan ni una mora
ni una espiga probó.
Más pudo el hambre
y al tercero salió.
-Hoy ya hace tres días
que te has marchado.
Buscando mi palo
los tres me he pasado
¡Y no lo encontré!.
Tú te lo has llevado.
¡Dos veces ladrona!.
Pero está ya olvidado.
Tengo otro bastón
y buena cayada
de mimbre templada
con agua y jabón.
La tengo guardada
en secreto rincón
así que supón…
¡que estás ya avisada!.
Pero ven, no temas,
que estoy de buen grado.
Entra en la cocina,
no estoy enfadado.
Pareces hambrienta,
tu estómago es bajo.
Pruébalas, cómete
estas sopas de ajo
que luego nos vamos
derecho al camino
que hay que cantar
coplas que oímos
y que las conozcan
vecinas, vecinos.
Sin coplas no hay sopas,
sin sopas no hay coplas,
sin coplas no hay cuartos.
Coplas cantemos,
sopas comamos
hasta que estemos hartos.
Así que termina pronto
porque es el camino largo.
-Más pronto acabaría,
si estas sopas de ajo,
no fueran solo agua fría.
Deme de esas de las suyas
que huelen como a morcilla
o a pimentón con patatas.
¿O son, acaso, costillas?.
-Anda, acaba las tuyas
que yo ya acabé las mías.
Eso es el hambre por dejarme
y estar por ahí tres días.
Mañana a Alija nos vamos.
SI a la Vizana me guías,
podrás comer buen cocido
y hartarte para seis días.
San Esteban de Nogales.
Son las seis de la mañana.
En el corral canta un gallo,
perros en la calle ladran.
-Arriba, que ya es de día,
que hoy la jornada es larga.
A Alija del Infantado
nos vamos, y a la Vizana.
Si bien cantamos, buenos cuartos
en la plaza nos aguardan.
Coge la fardela grande,
la gorra de cabeza ancha.
Una para los chorizos,
longanizas y hogazas,
para meter la comida
y al hombro después llevarla.
La gorra para monedas,
que se oigan y no caigan
en el suelo las pesetas
que nos den y que nos traigan,
cuando recite la copla
llamada La loba parda.
Llenaremos la fardela
de garbanzos y viandas.
Con los reales de la gorra
habrá para dos semanas,
para tabaco y buen vino,
refrescos y mantecadas
y hasta un duro ha de sobrar
para comprarte alpargatas,
caramelitos de Oviedo
y almendras garrapiñadas.
-Bien está lo que me dice,
pero no he comido nada.
Deme un tazón de leche,
hogaza para migarla
o deme de ahí, de ese azúcar,
una buena cucharada.
-Ya se nos echó la hora
y no hay tiempo para nada.
Al pasar por el convento,
podrás comerte manzanas,
que hay de verde doncella
y peras de las tempranas.
Venga, arriba, que nos vamos,
que el sol ya nos ve la cara,
que la raya de Alcubilla
a las siete hay que pasarla.
Y a las diez allí en Alija
cantaré La loba parda.
Pasaron por el convento;
era aún fresca la mañana.
Las peras estaban royas,
también royas las manzanas.
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