Cuando era pequeña e iba al pueblo en
verano tenía que acostumbrarme a aquello de “aquí no hay baño”,
que implicaba usar la cuadra de váter a la vez que ahuyentabas a las
curiosas gallinas y bañarme en una talega. Para quitar las legañas
de la mañana teníamos una lata bajo el único grifo de la casa, en
una pared del portal, junto a la puerta del corral. Y si había que
medio lavarse un poco mejor, bajaba la palancana que estaba en el
rellano de la escalera.
Era muy parecido a estas que vi, una detrás de otra, en esta foto de la Ti Teresa, de la primera exposición de Perafondo y en un artículo que el profesor Mencía dedica a este artículo casero.
Por cierto, siempre pensé que la forma de decirlo de mi casa, palancana, con c, era incorrecto o una de esas deformaciones de palabras que se hacen en los pueblos. Pero no, no es incorrecto, o no del todo: palancana remite a jofaina, presentada en la Real Academia de la Lengua como “vasija en forma de taza, de gran diámetro y poca profundidad, que sirve principalmente para lavarse la cara y las manos”. Es decir, más o menos lo mismo que palangana.
Estar en el pueblo era así, había gallinas, cabras, conejos, vacas y cerdos que corrían como posesos por el corral cuando mi abuela les limpiaba la pocilga, cagabas en el corral y te lavabas en la palancana, ¡y tan a gusto!
Palanganero de la colección de Adolfo Alvárez, blog El trébano de Joarilla. |
Era muy parecido a estas que vi, una detrás de otra, en esta foto de la Ti Teresa, de la primera exposición de Perafondo y en un artículo que el profesor Mencía dedica a este artículo casero.
Web de Malva |
La palancana de mi casa era de las
sencillas, tres patas rectas con un círculo que las amarraba por
debajo y otro por encima, y que sujetaba también lo que es el
recipiente, la palancana propiamente dicha. Tenía un asa para la
toalla, aunque nunca solía estar allí sino colgada, junto a otro
sinfín de cosas, desde ronzales a sacos, en la cancilla del corral.
La palancana era de porcelana y tenía una abollón de alguna caída.
Una vez usada, el agua se echaba a la calle, a la puerta...
Por cierto, siempre pensé que la forma de decirlo de mi casa, palancana, con c, era incorrecto o una de esas deformaciones de palabras que se hacen en los pueblos. Pero no, no es incorrecto, o no del todo: palancana remite a jofaina, presentada en la Real Academia de la Lengua como “vasija en forma de taza, de gran diámetro y poca profundidad, que sirve principalmente para lavarse la cara y las manos”. Es decir, más o menos lo mismo que palangana.
Estar en el pueblo era así, había gallinas, cabras, conejos, vacas y cerdos que corrían como posesos por el corral cuando mi abuela les limpiaba la pocilga, cagabas en el corral y te lavabas en la palancana, ¡y tan a gusto!
2 comentarios:
Buenos días desde esta parte del mundo.
Cuando trato de desintoxicarme de las noticias políticas sobre España acudo,también a Avantales. ¡Y me funciona!
Así que muchas gracias por esos 11 años de blog.
Lo de la palancana no entraba en mi vocabulario, si palangana. Algo he aprendido, pues.
Salud y saludos.
Ja ja... buen uso del blog. Gracias por pasarte.
Publicar un comentario