Siempre me ha gustado estar en la puerta de casa en el pueblo. Ahora que vivimos en una casa que está un pelín escondida, la puerta es como nuestro patio para jugar, leer, coser, estar con las gatas o simplemente charlar. Cuando era pequeña, también me pasaba mucho tiempo allí, al sol, a la sombra, jugando, lavando, subida a la piedra de majar que teníamos al lado (y de la que, qué pena, no hay una sola fotografía). Repasando he visto que tenía varias fotos de aquel lugar, así que he preparado un Antes y ahora con ellas.
Esta es la puerta de la casa de mis abuelos Teófilo y Menta, los padres de mi padre. Es la más antigua que tengo del lugar. Me las pasó mi primo Manolo que es el bebé rubio que está en ellas dando sus primeros pasos. Se ve la puerta, al fondo el corral y delante de ellos la vara del carro que estaría allí. Justo a la derecha de la foto estaría la piedra de majar.
Manolo está con mi tía Paulina. La foto será de finales de los años 50.
Estás otras están hechas en el mismo lugar, la primera un poco más a la izquierda, donde estaba el ferrañal, donde ahora está la casa de Fidel y Transi. Son de mi tía Paulina. Será de mediados de los sesenta, porque mi primo Manolo ya es un rapacín de siete u ocho años. En esta está mi tío Marino, marido de Paulina, con Manolo, Domingo el de las gafas y el hijo de la patrona de mis tíos, que ya estaban trabajando en Francia. En la segunda foto mi tía junto a la puerta de casa con los tres rapaces.
Más fotos a la puerta de casa: Mis abuelos, Menta remendando unas medias y Teófilo pelando unos maíces, mi tía y un hermano de Manolo, su segundo marido. Al fondo, la gata y un palo donde mi abuela secaba al sol algunos trapos de limpiar. En la segunda foto cambiamos de fotógrafa y sale la menda hecha una chavalita. La foto tendrá treinta y algún año (¡¡ay, qué vértigo!!).
Esta otro foto es de unos años después, mi abuela ya está más mayor, mi abuelo ya había fallecido. El niño es un sobrino de Manolo, el marido de mi tía.
Y ya, la actualidad, cómo está ahora este rincón. Mi primo Fidel hizo la casa en el terreno del ferrañal adyacente y mi tía reformó la casa de los abuelos. Donde estaba la puerta grande puso una pequeña que apenas si usa porque la puerta de más entrar y salir está ahora por la otra calle, donde antes iba el pajar.
Ahora el lugar está más tranquilo, la charla y el encuentro al sol se ha desplazado a la otra puerta, pero en este rincón ¡cuánto pudimos jugar de pequeños los críos y cuantas charlas se hicieron al caer la tarde! Allí esperábamos la llegada de la vacada, de la cabreada, pasaban las ovejas... allí desmontaba mi abuelo del macho. Siempre pasaba alguien por la casa, pegaba un grito "¡Menta, Teófilo, tía!" y a dar recado de esto, de lo otro, a hablar un rato, charlar, comentar... Era un rincón con vida.
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