16 de enero de 2013

Bodas de antes


Este año hemos tenido un par de bodas en el pueblo, una en el Ayuntamiento, civil, y otra en la Iglesia, con gran algarabía de petardos y ruido.




Hemos visto a las novias, Conchi y Vanessa, por las calles de Ayoó, pero ya no se hacen en el pueblo las celebraciones como antaño. Ahora, como en todos los lugares, se busca un restaurante para la comida, un lugar para bailar y hasta que el cuerpo aguante. Antes también, pero el cuerpo debía aguartar al menos cuatro días.

Y es que sí, la boda era una gran fiesta que duraba hasta cuatro y hasta cinco días: El viernes, la víspera de la boda, servía para matar la ternera y los pollos de la comida de bodas y para preparar mesas y sillas, que se pedían por las casas de los vecinos. En casa de mis abuelos, como habían tenido el café, había mesas y sillas en cantidad así que era parada obligatoria en la recogida. Esta mesa (y alguno de los bancos que la acompañan), que ahora tenemos en el chabolo de la cueva, vio muchísimas bodas ayoínas... ¡ay, si sus tablones hablaran y nos contasen!




El sábado se celebraba la boda, con comida y cena y el domingo se “colgaba” a los novios: se ponía una cuerda por una viga y se ataba con ella a los novios, que eran izados hasta que prometiesen pagar el chocolate de la mañana. Este chocolate lo pagaban los padrinos, los novios y los “compañeros de boda”, que eran amigos cercanos a los novios con un papel protagonista en la boda. Los "compañeros" eran dos por cada novio.

 
El sábado, los padres de los novios tenían que dar un cántaro de vino, una hogaza y una fuente de pulpo y otra de carne para los mozos que no estaban invitados a la boda y que ya eran quintos. A los que si eran convidados se les ofrecían cigarros y puros, aunque también se repartía a todos los mozos del pueblo, se tocaba como si fuera a haber concejo y se les reunía en la Audiencia y el padrino, el novio y los compañeros, iban repartiendo un cigarro a cada uno. A esto se le llamaba el "desenpadrinamiento".

El sábado por la noche se encargaba a la panadera hacer un bollo grande que se daba a los mozos. Ellos quitaban la carolilla y la miga era repartida por la madrina. Antaño se repartía este bollo y después se dieron las famosas galletitas rellenas.

El baile de la boda se realizaba a la puerta de la novia.


Los vestidos de novia no tenian nada que ver con los de ahora, claro. Para empezar, el color. Las mujeres iban con toquilla y vestido negro y los hombres, en invierno, como mi padre recuerda a Pedro Simonín, con un tapabocas colgado del hombro, tipo Curro Jiménez.


La casa de las bodas era la de la familia si tenían casa grande y si no, debían buscar una. Hay que tener en cuenta que los invitados eran muchos, bodas de 100, 200 y hasta 300 personas.

La casa del Ti Benigno Castaño, ahora de su nieta Trini, la mujer de Rogelio el de Congosta. Cuando estaba en esquelo fue escenario de muchas bodas, sobretodo de las últimas que se llegaron a celebrar en el pueblo.
 

El lunes tocaba desarmar todo lo que se había preparado para la boda... en algunas celebraciones, se comían sobras hasta el martes siguiente, el quinto día de celebración.

Estas son las imágenes de algunas bodas de hace añitos que se guardan en casa:

Boda de Paulina y Marino (1958 o 59)


Boda de mi tía Paulina con mi tío Marino, a finales de los años 50. Como se ve, ella va vestida con la ropa oscura y la toquilla típica cubriéndole la cabeza.

En la foto de abajo, los novios con algunos de los invitados. En la fila de arriba, de izquierda a derecha están las hermanas de tío Marino, Lidia y no recordamos el nombre de la otra; la niña no sabemos si será una hija de Anuncia o la hija de la hermana de Marino, Concina; Anuncia, madrina de mi tía; mi tía Paulina; mi tío Marino, Dorita la de Ernesto, una amiga de mi tía de Santibáñez; Angélica, Elisa y Germenila, primas de mi tía; la chica de atrás podría ser Rosario, hija de Anuncia y la niña que asoma a la derecha, Carmen la de la tienda.

En el grupo de abajo no están todos identificados. La niña que está en medio, a la izquierda, Antonia la del bar; a su lado Adonina; la niña rubia de blanco, Chelo, la hija de Anuncia; detrás su padre, Celestino; detrás de él, asomando solo la cabeza, Eufemia, compañera de boda de mi tía; a su lado, los dos hombres que están son Julio y Goyo, cuñados de mis tíos; el de delante sentado sobre un pañuelo, mis padres aseguran que es Emilio, el de Ezequiel y Angelina; detrás, mi padre, Antonio; detrás, sonriente, Guillermo el dulzainero; y a la derecha, solo reconocemos a Anuncia, prima de mi tía.

 
Papá, Tía Paulina, Marino y sus dos hermanas


 
 Los novios con Eufemia (de oscuro), "compañera" de boda de mi tía Paulina, mi tía, mi tío y la de blanco puede ser Dorita la de Ernesto, una amiga de Santibáñez de mi tía. El hombre no sabemos quien es.


Boda de Tomás y Ursula (1956)
 
Úrsula (la novia), Eusebio Riesco (asomando por detrás), Oliva (la de Grijalba, hermana de Ubaldo, el guarda de campo) y mi padre, Antonio Riesco.


 

Mi madre, Emilia (apenas se le ve la mitad), Baldomero Justel (el de Congosta), Teresa Casado, María Riesco, prima de mi padre, hija de mi tío Agustín, mi padre, Antonio, y María Tostón del Prado.

 
 

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