8 de abril de 2011

Memoria de Santibáñez: la industria (03)

Cerca de la alcoholera estaba el almacén de trigo, que ahora usan de almacén de trastos del Ayuntamiento. Allí se guardaba el trigo y los vecinos de todos los pueblos tenían que ir a llevar su parte. “No tenían ni elevador, había que subir con sacos de hasta 100 kilos por una rampa de madera estrecha para volcar allí el grano. Llevabas el trigo que te sobraba, lo declarabas y te lo abonaba el Servicio Nacional del Trigo (1). Había un Jefe de Panera que era el encargado de pesarlo y de pagar”.



“Dabas el trigo, con los kilos e ibas a la oficina. Allí te desquitaban tanto de espolvoreo, tanto de salvado, tanto para pagar la maquila... total, que ibas con 1000 kilos de trigo y te venías con 900 de harina”.



Documentos del Servicio Nacional del Trigo (Todocolección.net)



Los Jefes de Panera no tenían muy buena fama, precisamente. “Siempre que te iban a pesar te enrollaban y quitaban un kilo a este, un kilo al otro y todo iba para ellos”. Hasta tenían chistes a su costa:


Unos europeos mandaron una cabra a ver qué tal se vivía en España. Al cabo de unos meses, regresaron a por la cabra y le preguntaron a ver qué tal. Y la pobre cabra venía desmejorada, triste, pálida y decía “a darme de comer nadie venía, pero ordeñarme, todos”.


Después, decidieron mandar un burro, y cuando volvieron a buscarlo estaba grande y hermoso, como nunca. Al preguntarte que qué tal, respondió que muy bien “a los quince días me hicieron Jefe de Panera de la Comarcal y no he tenido ningún problema!!!!”.



(1) En 1937, en plena Guerra Civil, se crea en Burgos el Servicio Nacional del Trigo, un organismo que se encargaba de controlar la producción agrícola, la producción, compra y distribución de los cereales. Obligaba a los labradores a declarar y venderle a él, a precios fijados por la Administración unos cupos fijos de la cosecha. (Llucena, una historia de L'Alcalatén.Sociedad, poblamiento y territorio, de Joaquím Escrig Fortanete, pag. 562)

2 comentarios:

Eulogio Acedo Cid dijo...

En este almacén llamado por nosotros La Panera, yo tuve la suerte, o la desdicha de cantar el cara al sol, el día de su inauguración. En aquella época era obligatorio así como el acudir todos los vecinos al acto.

IRM dijo...

Gracias por tu anotación, Eulogio.