Seguimos nuestro camino por el paseo de la Ribera Santibañesa del Tera. Tras dejar atrás la zona de los árboles pintados, el Bosque Encantado, seguimos el sendero admirando los paisajes del río a nuestra derecha y pasamos también por un viejo puente de madera hasta llegar al molino que data del s.XIX.
El molino está en ruinas, pero se puede observar bastante bien lo que fue su estructura y yo creo que entre los arcos se ve hasta una de las ruedas de molienda. Esta es la historia que se puede leer en el cartel informativo:
Según se cuenta en el cartel informativo, el molino contaba, tras la explanada de acceso, con una entrada con almacén y cuadras, una sala molinera con tres muelas y a continuación, un dormitorio y una cocina que daba acceso a la explanada posterior.
Tras dejar atrás el molino entramos en la zona que fue la más difícil de sortear, no por nada, es que estaba llena de agua y por un momento no sabíamos si podríamos seguir por donde nos indicaban las flechas o si íbamos a tener que vadear por el agua. Al final saltando un poco de piedra a tronco, conseguimos pasar sin mojarnos los pies.
En el lugar encontramos el banco de arriba, por lo que leo en alguna publicación, se llama zona de La Hoya Sabina.
La zona es espectacular, con mucho árbol y por tanto, cerrada y enmarañada, con el sol por fuera le daba una luz muy especial y parecía que estábamos en la selva. Las fotos son testigos de lo especial del lugar.
Hasta aquí llegamos en esta segunda etapa (que andando son unos minutos, no demasiado tiempo).
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