21 de febrero de 2017

El Hongo Yesquero


El pasado fin de semana estuvimos en el pueblo mi hermano Jesi y yo. Fuimos a dar una vueltita por los alrededores del pueblo y llegamos a la chopera que hay cerca del Coito, en la zona conocida como del reguero del Ti Carbajo (donde hace años se echaba la basura). Allí hay unos chopos espectaculares, de grandes troncos y muchos metros de altura. Y en uno de ellos encontramos esta curiosa forma parecida a un hongo pero dura, como de madera. 



Una búsqueda a través del ordenador y dí fácilmente con lo que podía ser: Un Fomes Fomentarius, nombre latín para esta seta a la que también se la conoce como “casco de caballo” (por su forma), “pan de picaraza” o el más extendido, “hongo yesquero”. Si se ralla o se tritura sale una especie de pelusa que es un perfecto combustible que prende fácilmente. 


Es un hongo saprófito-parásito que se puede ver todo el año en troncos de árboles caducifolios, aquellos a los que se les caen las hojas. Ataca a las especies frondosas, como las hayas, álamos blancos y negros (los chopos) provocando una activa podredumbre blanca de la madera. No tiene pie, se mete en el tronco del árbol que parasita, que suelen ser árboles ya enfermos. Si el árbol muere, el hongo se transforma en “descomponedor” de la madera muerta. 


Precisamente, el árbol en el que vimos los hongos más grandes, era uno ya enfermo, incluso muerto, solo con el tronco. También vimos otros, más pequeños, en la parte de arriba de otro de los chopos.



Este hongo no se come, tiene una carne dura (al tacto es como de madera, pero por dentro no es duro, es esponjoso, como hueco). De él, ya hemos dicho, se obtiene yesca, que se utilizaba antiguamente para la mecha de los encendedores. En medicina se utilizó para detener la pérdida de sangre por heridas, como hemostático (que es capaz de parar una hemorragia) por su textura y su riqueza en taninos.



Además de los nombres antes mencionados, también se le da otra denominación: “hongo del hombre de las nieves” porque se encontraron unos trozo en la ropa de “Ötzi, el hombre del hielo” cuya momia se encontró en los años 90 en los Alpes italianos y que ha permitido investigar sobre el origen de los primeros europeos.

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