Este día Todos los Santos, el mandato de la religión católica, hecho costumbre a lo largo de los años, marca la visita de los cementerios para recordar a los familiares fallecidos. Por ello, acostumbra a pasar por este espacio los composantos, el de Ayoó y el de pueblos vecinos. Y para unirlo a mi pequeña campaña de "12 meses, 12 Iglesias", pasa por aquí la vieja iglesia de Tardemézar, la que está a la salida del pueblo y que ahora funciona como cementerio de la localidad. Un cementerio curioso, precioso y triste, en un templo que se cae a trozos pero que aún retiene su belleza.
Imagen de Santa Marina que ahora está en la nueva iglesia. Foto Centro de Atención Pastoral Vidriales. |
No he encontrado mucha información sobre este templo. Que estaba dedicado a Santa Marina, cuya imagen se encuentra ahora en la otra iglesia de Tardemézar, la que está en uso, dedicada a San Martín. Allí estuvo hasta hace un par de siglos, cuando, desconozco las razones, la iglesia deja de serlo y comienza su declive patrimonial. Tampoco sé cuando se trasladó allí el cementerio que se ha convertido en uno de los más inquietantes y curiosos que he visto nunca.
El edificio apenas conserva las paredes en pie. Toda la cubierta ha desaparecida, los muros están rajados, la vegetación se abre paso por los recovecos y las ventanas y troneras se mantienen a duras penas en las paredes.
El campanario, de tres vanos pero ya sin las campanas, se mantiene bastante digno, coronado por un nido de cigüeñas.
El campanario, de tres vanos pero ya sin las campanas, se mantiene bastante digno, coronado por un nido de cigüeñas.
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