29 de junio de 2009

La cocina

Casa abandonada en Zamora. Fotografía de Alfaomega en Flickr.


Al hilo del post del palabrero ayoíno con objetos que se encontraban (y se encuentran aún) en las cocinas típicas de los pueblos hace unos años, mi madre me contó un montón de cosas de cómo era el menaje que se usaba, las comidas que se hacían o cómo se fregaba entonces. Todo esto me transportó mentalmente a la cocina de mi abuela, a la izquierda del portal, subiendo un peldaño de piedra. Encalada de ocre, con la lumbre, la gran chimenea negra y ahumada, los calderos de los cochos, los potes, las cazuelas de barro, los escañiles, muchas latas de escabeche de las grandes que se usaban de recipiente para todo, una pequeña cocina de butano de tres fuegos donde yo me preparaba la leche en mi taza de porcelana y una pequeña mesita con un cajoncito milagroso del que salían huevos cocidos y chorizo como por encanto. Encima estaba el desayuno especial de mi abuela: tortilla francesa con azúcar. A todas esas cosas me llevó el relato de mi madre:

Las alacenas eran los armarios que había en las cocinas: abajo tenían una madera, una tabla, donde se sujetaban los cántaros del agua de la fuente. Más arriba estaban los platos, que eran de porcelana y otros pintados con flores en el fondo. Los vasos también eran de porcelana. Más arriba estaban las cazuelas, como las de barro de Pereruela, que en el pueblo se les decía “de Priyuela”.

Inciso: Lo de los platos y los vasos siempre me ha resultado curioso (a mi, no a mi madre) porque en el pueblo se llaman “de porcelana” pero no lo son, es decir, la porcelana es una mezcla de barros (caolín, feldespato y cuarzo) cocidos, pero las piezas que se usaban en el pueblo son de metal con esmalte blanco y con un borde azul, tanto en platos como en fuentes o tazas. No sé por qué se les llama “de porcelana” y no tengo ni encuentro ninguna foto, aunque supongo que todos sabéis de qué hablo (buscaré cuando vaya al pueblo)
Veo que mi amigo Trice ya me ha encontrado un buen ejemplo de esta "porcelana", en forma de palangana, pero, como él mismo dice, están hechas del mismo material que los comentados platos y tazas, así que aquí va la imagen, para los que anden despistados:



Y rebuscando, rebuscando... encontré una foto de uno de estos famosos platos "de porcelana", en realidad, hierro fundido esmaltado (anda que no ha costado, con lo fácil que hubiera sido fotografiar uno de los de mi madre!!!):





En el pote se hacían los garbanzos, alubias, fréjoles, la berza... cuando se iba a trabajar se dejaba el pote preparado junto a unas buenas brasas y la comida se iba haciendo lentamente, durante toda la mañana, hasta que la familia volvía al mediodía de las tareas del campo.

Ollas de barro para la manteca. Fotografía de Miguel A. Marcos


En la cocina había también había una mesa portátil, que se quitaba y se ponía. En tiempo frío, se colocaba encima de la morralla de la lumbre, la leña quemada y que quedaba con tizones encendidos. Se ponía la mesa encima para que no hubiera frío.

Se comía de la misma cazuela, cada uno con un cubierto, pero sin platos y sin vasos. Todos bebían de la misma jarra y corría por la mesa. Para beber a chorro se hacía un invento en las botellas, un corcho con dos pajitas, una más corta para que entrase el aire y otra más larga que llegaba al líquido, al vino. En verano, como no había nevera, se traía un caldero de agua de la fuente, bien fresquito y ahí se metían las botellas de vino.


Tapas de ollas y cazuelas colocadas con una cuerda en la pared, como recuerdo que estaban también en la cocina de mi abuela. Fotografía de José María Moreno-Madridejos.

También había en las cocinas algo de aceite que se compraba a ración y a granel, por medida. Aunque se usaba más para todo la manteca de cerdo, que se guardaba en ollas de barro similares a los cántaros.

Para fregar se ponía un balde que siempre se encisnaba cuando fregabas el pote, se manchaba de negro. Se fregaba con un trapo o rodilla o con esparto a modo de estropajo y con el jabón que se hacía en casa, como el de la ropa.

6 comentarios:

Triceratops dijo...

Yo también recuerdo las cocinas de mis abuelos sobretodo la de mi familia materna.

Era una cocina pequeña, con una puerta ancha y baja que da idea de la talla recortada de los que integramos tal familia. A la derecha la alacena, llena de platos y vasos, estaba rematada en el frente por una puntilla de papel recortado que se cambiaba cada vez que se encalaban las paredes; en el frente, a la derecha, había como "mil" puntas de las que pendían varios útiles de cocina además de las estrebedes, las tenazas y el fuelle; en el frente izquierdo la cocina de humo con los manchones negruzcos producidos por los meses de incesante fuego para curar la matanza, calentarse y hacer la comida; en la pared de la izquierda había un escañil con respaldo como el de la foto y al lado la puerta de una pequeña despensa situada bajo la escalera de subida a la segunda planta. El resto del mobiliario lo componían una diminuta mesa en torno a la cual comía la estensa familia y toda una serie de banquetas y sillas bajas.

Como aparato digno de modernidad para aquella época tenían un infiernillo, regalo de una tía mía, que servía a la "familia forastera" en su periodo estival.

Un saludo

IRM dijo...

Ay, Trice, es verdad, los techos de madera con puntas para todo, jaja... lo mismo colgaba una cuerda vieja que un chorizo que un racimo de pasas!!!!

Triceratops dijo...

Ya he encontrado una foto de una palangana del mismo material que los platos que mencionas en el post, esos que todos hemos visto toda la vida, platos metálicos recubiertos con un esmalte cerámico que se estallaba con los golpes y aparecían esos manchones negros también característicos en los platos viejos.
La foto es esta

http://62.15.226.148/fot/2008/05/27/8716614.jpg

Un saludo

IRM dijo...

Gracias, he añadido la foto al texto, como puedes ver.

Anónimo dijo...

Me ha hecho gracia lo de las puntas; todavia hace dos días, en el pueblo, me preguntaba yo como era posible que clavaran tantas puntas, y que sirvieran para casi todo. En mi casa aún perduran y tuve la tentación de arrancarlas todas, pero ahora ya dudo, puede que las deje.
Un blog muy guapo.
Un saludo.
Leo, del Valle Valverde

IRM dijo...

Hola, Leo, gracias por pasarte. Yo, la verdad, casi que no las quitaba, las dejaría como recuerdo de lo que eran y para todo lo que servían!!!!