3 de enero de 2009

Mi padre

Mi padre está de aniversario... en realidad, hoy es su cumpleaños oficial, pero no el verdadero. En casa, la abuela siempre contó que mi padre nació el último día del año anterior, pero como eran fiestas y no estaba el secretario, esperaron y lo registraron unos días después, el 3 de enero. Tal día como hoy hace 74 años.

La vida de mi padre es un resumen de la de muchos otros: la vida en el campo de niño, la búsqueda de nuevos horizontes saliendo del pueblo cuando apenas era un mozo, la emigración, establecerse en una nueva tierra y fundar allí su familia y con la jubilación, la vuelta al pueblo de una forma más relajada y disfrutada. Vida dura y de trabajo, pero también con compañerismo, trastadas y miles de historias que quien conoce un poco a mi padre, sabe que le gusta contar, que mira que en lo de hablar nos salió bien cucharilla...

Mi padre nació un año antes de la guerra, así que las miserias del conflicto y de los años posteriores le pillaron de lleno. Aún así, no fue de los que peor lo pasaron porque en la casa de sus padres, Teófilo y Clementina, nunca les faltó la comida a él y a sus dos hermanas, Dorinda y Paulina y a muchos niños del pueblo que terminaban en la mesa de mi abuela comiendo un trozo de pan con tocino.

Ya desde niño el destino le cruzó con mi madre, un año más joven. En casa siempre se cuenta como estando mi madre con la suya bajo un carro, pasó mi abuela con mi padre y se dijeron aquello de “estos tienen que acabar casados” como terminó ocurriendo, años después.


Antes de ir a cumplir con el Servicio Militar, mi padre marchó a trabajar en la construcción en Palma de Mallorca. Sus compañeros y él dormían en un barracón dentro de la obra, con un colchón de paja, plagado de pulgas.







Después llegó la mili, que en aquellos años, para muchos jóvenes del campo, suponía la primera salida más allá de los límites del pueblo. La mili en sus años era bien larga, creo que como de año y medio o dos años. Mi padre la hizo en Astorga, como buena parte de los mozos del pueblo de la época, gracias a la mediación de un militar que era familia de alguien del pueblo y que dijo que “a los que le toque Africa no puedo ayudarles, pero a los demás, siempre que pueda, les echaré una mano”. Y la mano era dejarles lo más cerca posible de sus padres.

Historias de la mili tiene mi padre a montones, aunque la que más gracia nos ha hecho en casa siempre fue saber que dejó que los superiores creyeran que era familia directa del Obispo de la época, Angel Riesco Carbajo, lo que le facilitó salidas y permisos. En realidad, solo la casualidad y la coincidencia de apellidos relacionaban al Antonio de Ayoó y al prelado nacido en Bercianos.

Tras la mili llegó la búsqueda de nuevos horizontes fuera del pueblo y del duro trabajo de la tierra. Muchos marcharon a Alemania, otros probaron suerte un poco más cerca. Mi padre recaló en Vizcaya, donde trabajo de barrenador, haciendo carreteras. La jornada era de más de 10 horas al día y le pagaban a 5 pesetas la hora.


En el año 60, en Diciembre, mis padres se casaban y a los nueve meses, nacía mi hermano en la casa de mis abuelos, en la cama de hierro que aún hoy conservamos. Mi padre tenía 26 años y decidió buscar un lugar permanente para él y su familia. Así se vino al País Vasco, uno de los grandes centros de atracción de la emigración de Ayóo, junto a Madrid y Barcelona. Aquí encontramos ayoínos que se han ido asentando en grupos, generalmente, por vínculos familiares: En la margen izquierda, en Santurtzi y Portugalete (en Sestao, por ejemplo, hay medio Congosta), en Bilbao en el Barrio de la Peña, en la zona de Sondika, en Ermua y Eibar, en Vitoria...

Mi padre vivió con sus primas, las hijas de Tía Viviana, repartiéndose una familia en cada habitación y compartiendo cocina. Así, hasta que encontró trabajo, ahorró algo de dinero y dio la entrada para un modesto piso en Santurtzi, en una zona rodeada de campas y que hoy es uno de los más populosos y llenos barrios del pueblo, Kabiezes.
El lugar no era malo, el inicio de la línea de tren de Renfe que cada mañana llevaba a miles de trabajadores a las fábricas de la margen izquierda. Como era la primera estación, si tenía suerte, conseguía sitio para sentarse o, por lo menos, para ir mejor apoyado... Trabajo en jornadas de más de diez horas, seis días a la semana. Y trabajo en el verano, cuando iba al pueblo a ayudar a los abuelos en las tareas de del verano: la siega, la trilla, el acarreo...

Durante casi 30 años mi padre trabajó en una fábrica de laminación donde hacían vigas, hierros y donde compartió horas, comidas y trabajo, haciendo amigos que aún mantiene entre los compañeros, los que cada día se cruzaban con él, los chóferes de los camiones... Con la crisis de los años ochenta la fábrica termina durante unos años en manos de los trabajadores, en una SAL y tras renquear durante un tiempo, llega el cierre y la prejubilación. Termina el trabajo, pero no las ganas de trabajar y mi padre, como otros muchos, se vuelve al pueblo a hacer lo que le gusta: trabajar la tierra, hacer su vino, cultivar sus lechugas, comer sus tomates... y ahí sigue, con su fiel carretillo cerca, su cachava y sus ganas de charlar con todo aquel que se le acerque.

¡¡¡¡Felicidades papi!!!!!

6 comentarios:

Anónimo dijo...

felicidades. Es muy emotivo,seguro que de todos los regalos que reciba hoy tu padre,este que le has echo le va a encantar,ademas mirale ahi con oier esta echo todo un chaval,y que siga asi por muchos años mas,un saludo de saritisima.

Anónimo dijo...

Amigo Antonio. Tu hija no podía hacerte mejor regalo de cumple años,la vida fue dura, la tuya la mía y la de muchos de aquella época,Isabel dile a tus padres que te cuenten la mía, no tiene desperdicios, pero tenemos la recompensa de unos hijos maravillosos, que saben valorar el esfuerzo de sus padres,que no es poco con los tiempos que corren.

Anónimo dijo...

Que historia tan bonita y real, y que homenaje haces a tu padre, que seguro esta orgulloso de ver reconocida su lucha por mejorar la vida de su familia, pues la verdad es que antes se luchaba muchisimo y aunque no habia las comodidades que hay hoy, los padres no se quejaban continuamente como hacemos hoy dia y los hijos respetabamos a los padres como tu lo haces. En fin FELIZ CUMPLEAÑOS para tu padre y FELICIDADES por tener una hija como tu. Paulina

Triceratops dijo...

Felicidades Antonio, total 74 no son tantos y tú los llevas maravillosamente.
Gusto da verlo siempre con la sonrisa en la boca, una palabra amable para cualquiera que se cruza con él, buena persona este Antonio.

Un saludo

IRM dijo...

Gracias Saritísima, Pau, Sandokan y Trice, ya he me pasado vuestros saludos y felicitaciones al prota. También le di a leer el artículo, creo que le gusto... es que los hombres de puebli, ya sabeis, no son muy dados a exteriorizar emociones... Ahora le tengo haciendo memoria de dichos y refranes del pueblo, que las piernas no le rulan mucho, pero la memoria, ufff, tela!!!!

IRM dijo...

Gracias Saritísima, Pau, Sandokan y Trice, ya le he pasado vuestros saludos y felicitaciones al prota. También le di a leer el artículo, creo que le gusto... es que los hombres de pueblo, ya sabeis, no son muy dados a exteriorizar emociones... Ahora le tengo haciendo memoria de dichos y refranes del pueblo, que las piernas no le rulan mucho, pero la memoria, ufff, tela!!!!