En la India las
vacas son sagradas pero sus mierdas no. Se usan como combustible y
como elemento para la construcción, para hacer paredes, revestir
suelos… además de su función como una especie de cemento, los
excrementos ahuyentan a la mayor parte de los insectos de la casa.
También en países de Africa se usa de igual manera, como primitivo
cemento y por su función insecticida. Todo esto lo hemos visto
alguna vez en esos documentales de la 2 con los que nos echamos
buenas siestas aunque todo el mundo los ha visto cuando rellenan
encuestas… pues bien, también en Ayoó se ha aprovechado (y se
sigue haciendo) esta materia.
Las boñiga de las
vacas se usaban para hacer fuego. Así lo recuerdan en mi casa:
“Cuando íbamos al Rejo o a Valdecalas, quedaba la muñica seca y
como casi no había leña la úsabamos para hacer fuego. Se ponían
unos palos abajo y arriba la muñica seca, que prendía".
"Buscábamos patatas “al rebusco” (de las que quedan cuando se han quitado las patatas nacidas, las pequeñas que quedan en las tierras) y las metíamos entre la muñica, que hacíamos como una forma de cabaña… se asaban y estaban muy ricas”.
"Buscábamos patatas “al rebusco” (de las que quedan cuando se han quitado las patatas nacidas, las pequeñas que quedan en las tierras) y las metíamos entre la muñica, que hacíamos como una forma de cabaña… se asaban y estaban muy ricas”.
El otro gran uso de
las cacas de los animales es el de abono. Pero cada uno tenía una
característica y un uso diferente.
Las carganachas de
las ovejas y de las cabras son muy cotizadas, hasta el punto de que
se desarrolló una tarea, la de “amajadar” para aprovecharla.
Sobre los meses de mayo y junio, se ponían unas cancillas móviles de madera en una tierra y allí se llevaban las ovejas y se las dejaba dos o tres noches. El pastor acompañaba a sus animales (o a los de su amo), durmiendo al raso. “Se solía llevar el carro, un saco de paja y allí dormía, en la majada, con el rebaño, acompañado de los perros”.
Sobre los meses de mayo y junio, se ponían unas cancillas móviles de madera en una tierra y allí se llevaban las ovejas y se las dejaba dos o tres noches. El pastor acompañaba a sus animales (o a los de su amo), durmiendo al raso. “Se solía llevar el carro, un saco de paja y allí dormía, en la majada, con el rebaño, acompañado de los perros”.
También se recogían
los restos que dejaban los animales en los sesteaderos, se barrían y
se recogían para abono.
Había un dicho que
rezaba: “El que tiene ganado, un santo en casa” porque era muy bueno ese estiércol. En cada casa había entre 80 y 90 animales,
tanto por el abono como por la lana, que entonces se llegó a pagar
hasta por 50 pesetas el kilo en sucio.
Los calajones de las
caballerías se usaban para el cultivo de berzas o remolachas. Se
plantaban y al lado se ponía un puñado de calajones, lo que se
llamaba “echar una mostada” a cada uno.
Las buseras de las
gallinas se conocía como “gallinaza” y se utilizaba pero con
mucho cuidado, porque es muy fuerte y quema el terreno.
Lo mismo ocurre con
“la palomina”, el excremento de las palomas, capaz hasta de
corroer el hierro. Se iba a Tierra de Campos a comprarla y se echaba
“a voleo”.
También se usaba
para el abono de las tierras los restos que se sacaban de las
cochineras de los cerdos que cada familia tenía en casa.
*El uso de las
boñigas en la India y en el territorio Masai, explicado con todo
detalle aquí, en este blog Tectónicablog
http://tectonicablog.com/?p=29720
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