Parece que a alguno le cuesta enterarse de que esto no es una gran ciudad con servicio de limpieza diario, si no un modesto lugar con un par de alguaciles que tienen más trabajo que tiempo. Y no, no hay casi papeleras porque no hay dinero para pagar a alguien para que las vacíe. Es más, en el lugar donde si las hay, centro del pueblo y Requeijo, parecen estar de adorno porque la mierda sigue a su alrededor y no dentro de ellas...
Soy un poco picajosa con esto, lo sé. Intento no dejar mi marca por los lugares a los que voy, me guardo mis envolturas en el bolsillo a la espera de llegar al contenedor y echarlas allí y enseño a mi hijo a hacer lo mismo. Es más, a veces hasta me entra la neura y voy recogiendo la porquería de otros para llevarla donde ellos no la han tirado, a su sitio.
"Botín" de un paseo con mi crío al Coito: tabaco, chuches, latas y envoltorio de preservativo... |
El día anterior a marcharme pasé por Requeijo y se me cayó el alma al sucio suelo al ver todos los plásticos, latas, botellas y papeles que había en la zona de merienda. Qué mira que los del grupo de cazadores pusieron bolsas para echar los platos y los vasos de la merienda y la gente empeñada en dejar por ahí sus restos, directamente fuera o en un "voy con la conciencia limpia", echarlas a unas papeleras desbordadas que evidentemente ya no admitían más restos, por no andar unos metros y buscar una bolsa donde aún cupieran los deshechos.
Así me encontré la zona de merienda de Requeijo... |
En apenas 10 minutos que recogí unas cositas, las más grandes y de plástico (el papel se degrada bien), llené una papelera... |
A los más jóvenes, tirón de orejas, que seguro que en clase bien les han hablado de la limpieza y el reciclaje, pero un buen grupito se levantó, se marchó y allí quedó toda su herencia de porquería...
A los pescadores, otro, que entre la basura que recogí en un ratito, había unos cuantos envoltorios de anzuelos, que qué les costará meterlos en las bolsas que han traído y no ensuciar...
A los que comen chuches, otro tirón... qué manía de comer lo de dentro y la bolsa, hala, donde caiga!!!
A los fumadores, otro, que en cada calle del pueblo se contaban diez o doce paquetes arrugados, vacíos y tirados... si has llevado el paquete cuando aún tenía el veneno dentro, qué te cuesta esperar hasta un contenedor y meterlo dentro?
A los cerveceros sucios, otro, que las latas de cerveza e incluso los cascos de cristal, no hacen nada en los suelos de Ayoó, amén de ser peligrosos... Un día, en Requeijo, estaba jugando con el crío en la zona cercana a la orilla, puse una mano y noté algo raro, lo saqué y era una lata rota, completamente oxidada, que alguien, simpático como él solo, había tirado al agua...
Y ya la gota que colmó mi paciencia, fue pasar por Peñacabras, por la zona de los corrales y encontrarme con los restos de, supongo, una peña, dejados en medio de la calle, convenientemente adornados de botellas rotas, vasos de plástico y basura variada... Yo lo vi durante tres días, tal vez sigan ahí, tal vez alguien haya tenido la decencia de recogerlo, pero el título de Guarros del verano ya se lo han ganado.
Bonita imagen, sí señor... |
He dicho.
2 comentarios:
Me contaban con entusiasmo, ya hace muchos años, lo agradable que fue llegar a la cima de una montaña en Suiza y encontrarse unos aseos públicos abiertos, limpios, con papel higiénico y los espejos y grifos en buen estado.
Si alguien recuerda la película " Un franco, catorce pesetas", quizás retenga la escena del tren en el que viajan nuestros dos compatriotas para buscarse la vida fuera de España, emigrando, y la actitud de la anciana ante sus toscos modales (va de limpieza si mal no recuerdo, sólo que la anciana no les soltó un "¡Guarros!").
No me es fácil atinar con las causas de esa dejadez incívica de la que despotrica, con razón. Si atendemos al discurso público, tenemos la juventud más y mejor educada, lo que supone que es, en gran parte, por el esfuerzo que han puesto en ello sus padres, además de los docentes por los que hayan transitado. Y, sin embargo, la realidad es la que es, incluida la realidad de tantos bares de Bilbao, con todo de papelillos a pie de barra...sin ninguna necesidad.
¿A qué estaremos llamando "buena educación", a estas alturas?
Entiendo el enojo que muestra; no es para menos, visto el mimo con trata a su pueblo en este blog.
Celebro que adopte la actitud que declara, en relación, con su hijo. Será ir a contra corriente, entre nosotros, pero es lo correcto. No desesperé y siga así. El niño crecerá y optará entre seguir el ejemplo que vivió en casa o seguir la corriente de la dejeadez incívica. Dependerá mucho de la fortaleza de su personalidad para no sometarse a la comodidad del grupo, de la cuadrilla,... si es que son menos cívicos de lo que usted desea ahora inculcarle.
Tiempo tendrá, después para criticar a "los suizos" por ser un paradigma de la sociedad capitalista, exportadores de armas, refugio de capitales de dudosa procedencia y un montón de cosas más, Nestle y Novartis incluidas.
Aunque el futuro sea más amarillo que de otro color, seguiré prefiriendo convivir con personas que no sueltan escupitajos al suelo y que pasan por el mundo sin deja rcomo rastro las colillas de sus cigarrillos, las latas de sus refrescos,las mondas de los plátanos que se comieron o las cáscaras de las pipas con que entretuvieron su aburrimiento o su tiempo libre.
Aunque el debate ideológico parezca invadirlo todo, hay cuestiones de sentido común como la de no ensuciar cuando puede evitarse, que no son patrimonio de izquierdas, ni de derechas, ni de terceras vías...y seguirá siendo deseable defenderlas, difundirlas y hacer proselitismo a su favor.
http://www.rtve.es/alacarta/videos/version-espanola/version-espanola-reportaje-sobre-franco-14-pesetas/1032445/
Usted modera, es su blog,
Ayer, 1 de septiembre, rebusqué en los recuerdos y contrasté. Viene siendo uno de los días importantes en mi vida el 1 de septiembre.
En el comentario anterior que ha acogido, había hablado de memoria sobre la escena del tren en que una adorable viejecita, muy atidada y digna ella, se levantaba de su asiento al otro lado del pasillo, cruzaba hacia los dos protagonistas, recogía los papeles de envolver los bocadillos que habían tirado al suelo los emigrantes españoles camuflados de turistas y, con gesto amable, los había depositado en la papelera que tenían nuestros compatriotas a sus pies.
Alquilé la película "Un Franco, 14 pesetas", en DVD, por 3€. Y la he visto dos veces seguidas. Mi recuerdo de aquella escena era cabal, retuve lo fundamental de la escena.
Martín, el protagonista de la película, refleja seis años de la vida del padre del actor y director, Carlos Iglesias, con gran ternura y desde la emotividad y el recuerdo, en una historia de la década de los 60 del pasado siglo.
Es una historia que refleja muchas otras historias de nuestra emigración hacia la Europa rica.
No he localizado ninguna película equivalente referida a la emigración interna, la que llevó a millones de personas de la España pobre a la España "rica", fuera en Vizcaya, en Madrid o en Barcelona, por ejemplo.
El director, Carlos Iglesias, que vivió como niño en Suiza los 6 años de emigrantes de sus padres, reconoce que formó allí lo mejor de su carácter. Vale la pena leérselo en una entrevista que hay en http://www.swissinfo.ch/spa/especiales/el_retorno_de_los_emigrantes_espanoles/Lo_mejor_que_tengo_como_persona_lo_aprendi_en_Suiza.html?cid=923344
Dice, repondiendo a la última pregunta:
"swissinfo: Desde hace muchos años vienes regularmente a Suiza, un país que – a decir de tu mujer y tus amigos – tú añoras mucho. ¿En qué te marcó este país, esos seis años que tú viviste aquí?
C.I.: Yo creo que me han marcado en una etapa fundamental de la formación del carácter de una persona. De los 5 a los 12 años es cuando realmente te estás formando y cuando captas como una esponja absolutamente todo lo que te rodea. Estuve justamente en esa edad donde se marca la personalidad de un ser y lo mejor de lo que yo considero que tengo como persona es una herencia directa de lo que yo vi hacer aquí.
Nadie me dijo que no había que tirar un papel al suelo, jamás. Pero era algo que se sobreentendía. Nadie me dijo que no había que hacer polvo un árbol con una navajita, pero era algo que... El respeto por la vida que tiene esta gente, el respeto por el paisaje, incluso por su cultura paisajística, me parece extraordinario y son valores que yo añoro en mi país."
He querido reflejarlo porque evidencia la fuerza del entorno en la educación de nuestros niños; por eso es tan difícil aquí, hacer crecer la fuerza de esos valores cívicos cuando el entorno no los tiene como propios. Pero no cabe rendirse. Como escribe Juan Antonio Marina, es toda la tribu la que ha de implicarse en la educación de nuestros niños para que adquiera calado. Pero conviene que no yerre, la tribu, en la dirección en que orienta sus esfuerzos educativos. Y mientras la tribu encuentra el buen camino, harán bien los padres preocupados en hacer lo que usted hace con su pequeño.
Saludos.
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