Empezamos con esta última, la panera que, como recoge el profesor Pérez Mencía en su blog Patrimonio Popular, era un edificio independiente que servía para guardar el pan, el grano o la harina de forma comunal.
La de Carracedo está, efectivamente, en medio del pueblo, tocando casi con una casa al lado y en bastante buen estado de conservación.
Otro de los edificios singulares que encontramos, es el transformador de la luz. En este caso, un edificio con la base de piedra y las paredes de barro que está a las afueras del pueblo, cerca de la carretera.
Junto a la puerta está el nuevo transformador, situado sobre dos pilotes metálicos. Dentro del edificio hay unas maderas y en la parte de arriba, parte de la antigua instalación y una zona de ventilación que por fuera está cubierta por una celosía de madera.
Ya hablamos de cómo y cuándo llegó la luz a Ayoó, aquí, y recordamos que allí también aparecía Carracedo: La luz llegó primero a Santibáñez, de donde la cogieron San Pedro y Carracedo. Congosta la tomó desde Carracedo, pero el servicio se les iba continuamente. En Ayoó se decidió engancharla desde Cubo. El resto de los pueblos del valle, desde Rosinos hacía abajo, tuvieron luz mucho más tarde.
El tercer edificio peculiar de nuestros vecinos, son dos en realidad: dos palomares. De uno no queda más que un resto de pared donde aún se pueden ver los nidales en la pared de barro. Está muy cerca del transformador, entre el casco del pueblo y la carretera.
Al otro lado del pueblo hay otro palomar, este no sé si en uso pero al menos en pie y en buen estado. Está revocado y pintado de blanco y tiene una pequeña entrada encima de la puerta.
El último edificio peculiar en pasar por este desfile, es el de la antigua escuela del pueblo, que ya hace bastantes años que está fuera de uso. Está en el camino que va hasta la Iglesia y es una construcción de un solo piso, con su chapa de Escuela Nacional aún encima de la puerta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario