Era costumbre, en San Isidro, sacar botijos que estaban rotos y llenarlos de harina y golosinas para que jugasen los niños. Se recogían durante todo el año los botijos que se iban rompiendo en las casas, la gente los guardaba “para los niños en San Isidro” y luego estos los iban pidiendo por las casas para preparar la fiesta. Se solía hacer en El Canto, se ponían colgados de una cuerda y con los ojos tapados se daba con un palo. Tenían tres oportunidades y si no lo rompían, le tocaba al siguiente de la fila.
En las fiestas de Ayoó se ha retomado esta tradición y se han hecho botijadas, aunque con pequeños cántaros comprados al efecto. En una de estas botijadas me contaron la costumbre de San Isidro, desaparecida no hace tantos años, supongo que en los ochenta. Ahora ya no hay apenas niños para poder recuperar la tradición, salvo en verano.
1 comentario:
muy interesante...📖
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