Los restos de la construcción que están al lado de la presa de Congosta son del conocido como el Molino del Ti Silverio, todo un personaje conocido por su socarronería y buen humor.
Era un molino que estaba al lado de lo que hoy es la presa de Congosta y venía un buen curso de agua con mucha caída y que hacía que el molino rindiera mucho. Tanto que un poco más abajo tenía también un aserradero.
Era un molino particular y cobraba bien dinero bien una medida de centeno, de cada saco una cantidad determinada. Molía centeno y cebada, pero no valía para comer, había que sacarle el salvado. Trabajaba para Cubo, Ayoó y Congosta.
En el aserradero se hacían braceras para los carros y la madera gorda donde iban las costanas y las ruedas. También se hacían tablas para cubos, para las enteras de las puertas, de roble y de chopo; machones, que son las vigas que se ponían debajo de las tablas de las casas, de 30 x 10 o por 15 centímetros de ancho. Incluso llegó a hacer carros enteros, no solo las partes. El aserradero lo tuvo después Kiko, el padre de los de la casa rural de Congosta, que vivían por allí.
En la balsa de agua del molino se tiró a ahogar el ti Santiago “El Pinche”, vecino de Congosta.
Restos de la balsa del aserradero
Como decimos, el Ti Silverio era conocido por sus ocurrencias y salidas. En cierta ocasión, un vecino de Cubo que le había encargado una cuba para la bodega, vio que cuando metió el mosto se arramaba y caía. Enfadado, fue a ver al Ti Silverio para quejarse del producto y la respuesta del molinero aún fue decirle: “ah, coño, haberme dicho que era para el vino, que yo te la hice para las patatas!!”.
Y cuando alguien se quejaba de la harina que sacaba el molino, el Ti Silverio decía: “Apalpa y si está fina, que le eche polvón y si está grande, que le eche polvín”.
Genio y figura el Ti Silverio.
Restos del molino desde el sendero que va a la zona de baño de la presa
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