El otro gran punto de industria en Santibáñez estaba en la fábrica de harinas: “Siempre había como 15 o 20 carros y mulas de todos los pueblos. Se molía centeno para pienso y trigo para consumo humano, allí lo cernían y todo. Tenían dos camiones, uno de 5.000 kg y otro de 10.000 kg para repartir a los panaderos y comprar trigo. Iban de Galicia incluso”, recuerda mi padre.
Iba a escribir que la fábrica de harinas estaba cayéndose, y lo ilustraba con estas fotos que colgaron en el grupo de Santibáñez en Facebook,
Fotos de Alberto Zapatero en el grupo de Santibáñez en Facebook. |
Pero me dan aviso desde La voz de Vidriales, que la cosa está peor, que ya ha entrado la máquina para derribar uno de los edificios, como dan cuenta en su página web, con esta imagen:
Foto de La Voz de Vidriales |
Mi padre destacaba la construcción “con las vigas a pendulón, sujetando el tejado para que no se apande (1). Da verla así ahora...”
En este precioso edificio se dijo que se iba a instalar un Museo Etnográfico (La Opinión de Zamora, 16 de Octubre de 2008), pero la noticia data ya de hace tres años y de momento, nada de nada. No sería un mal fin para un edificio de gran singularidad arquitectónica y de tan importante en el pasado del pueblo.
Foto de Alberto Zapatero. |
Maquila era el porcentaje de trigo que el molinero, en este caso la Fábrica, se llevaba de lo que había molido. El término maquilero implica que la forma de cobro era en especia. La maquila era una medida de capacidad preestablecida por el gobierno que constituía el porcentaje de cereal que cobraba el molino a cambio del préstamo de sus servicios. Este porcentaje era aproximadamente el 10% del producto que se molía. (Molino de Losacio)
Molineros y maquilas no tenían buena fama y así lo atestiguan una buena cantidad de refranes que tienen que ver con esta ocupación, como se recoge en la Revista de Folklore de la Fundación Joaquín Díaz, en el artículo “El molino y el molinero en el refranero”, de Germán Díez Barrio:
La maquila es el grano o harina que le dan al molinero por moler, pero a veces se toma otra parte que no le corresponde:
-Quien dijo maquilar, quiso decir robar.
-Quien te maquila, ése te esquila.
En Ayoó se decía lo de "cambiarás de molinero, pero no de ladrón".
(2) Apandar, sinónimo de pandear: Dicho especialmente de una pared o de una viga: Torcerse encorvándose, especialmente en el medio. RAE
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Con motivo del derribo de uno de los edificios que formaron parte de la fábrica de harinas de Santibáñez, en La Opinión de Zamora se ha publicado este artículo M.A. Casquero que recuerda lo que fue esta empresa para el pueblo y la comarca. Aprovechando la coincidencia con nuestro propio post, lo reproducimos. Se puede consultar aquí, en la versión online del periódico.
“La caída del gigante blanco”
Derriban el almacén de la fábrica de harinas «La Vidrialesa» de Santibáñez, motor de desarrollo de la zona durante 70 años
M. A. CASQUERO
«Si mi abuelo levantara la cabeza». La expresión, espontánea, brotó ayer de los labios de un vecino al ver cómo era derribado el almacén de la antigua fábrica de harinas de Santibáñez de Vidriales. El propietario optó por el derribo de las antiguas instalaciones que albergaron las grandes pilas de sacas de harina de 100 kilogramos, después de que a finales de año se produjese el derrumbe de una de las paredes de esta gran nave de donde se aprovisionaban de carga, primeramente carros y carretas y posteriormente camiones y tractores.
Sin embargo, el edificio que constituyó la frenética actividad fabril permanece en pie con sus «candongas», chimeneas por donde salía al exterior el polvo de los molinos, señalando la dirección del viento sin titubeos debido a la buena disposición de sus rodamientos.
Fue hace 20 años cuando cesó la actividad industrial en la fábrica construida en el año 1929 por la familia Delgado Muelas, de Santibáñez y de Cional, en la entonces floreciente villa vidrialesa. Su contribución a la economía local comenzó a marcar un hito en Santibáñez de Vidriales. La fábrica de harinas «La Vidrialesa» llegó a contar con más de una docena de empleados. La calidad de la harina producida en esta factoría comenzó a cobrar fama no sólo en la provincia, sino incluso en la Región al transcurrir los años. Carros tirados por seis mulas se dirigían a la vecina ciudad de La Bañeza transportando su pesada carga de sacas de harina de 100 kilos. El ascenso por el sinuoso y elevado camino del cerro del «Real» en Fuente Encalada lo realizaba Felipe «El Carrero». Felipe Casquero, azuzaba a las caballerías con su tralla provocando que el sonido del restralle llegase a los oídos de los vecinos de Fuente Encalada. Precisamente en el almacén ahora derribado falleció Felipe «El Carrero» al caer sobre su cuerpo una buena cantidad de sacas de harina que tanto él como sus compañeros consiguieron apilar.
Eran años de pujanza económica en Santibáñez donde hasta los pajares se convertían en viviendas debido a la gran demanda de gente que llegaba hasta la villa vidrialesa. Precisamente a este pueblo había llegado la luz eléctrica desde La Milla de Tera no hacía muchos años antes. Durante los primeros años de actividad de la factoría, la energía eléctrica se producía a base del gas pobre, la biomasa actualmente en boga. Esos primeros años coincidieron con la construcción del edificio de la Casa Consistorial (1927) donde hoy se encuentra la pequeña plaza del Ayuntamiento, las fuentes como la de la plaza del Barrero, más tarde de Arriba , de José Antonio, y ahora de Rosalía de Castro, también en ese año; cuatro años antes, en el 1923, el arco del ferial.
Ya en los años 40, los vecinos veían cómo a las once de la noche se ponía rojo el filamento de las escasas bombillas de las casas debido a que a partir de esa hora se comenzaba la molienda en «La Vidrialesa». Era a partir de esas horas cuando el tendido de Eléctricas Leonesas desde Alija del Infantado, entonces de los melones, que había sustituido al procedente de La Milla, permitía la febril actividad industrial en la factoría harinera. Las noches eran propicias para esa finalidad, ya que en aquella época la gente se acostaba antes y no había televisión. «La Vidrialesa» precisó en esa época de ampliar las instalaciones agrandando el almacén hasta la pequeña tienda de la señora Marcelina. Hasta el cargue junto a la recién construida carretera llegaban carros y más carros para recoger la blanca y apreciada harina y el salvado, el producto que sale al refinar el grano del trigo y servía para alimento de los animales, asi como la harinilla o tercerilla para las gallinas y la sémola con la que se alimentaron no pocos niños de la comarca. La actividad fabril de «La Vidrialesa» seguía en consonancia con la pujanza de la villa. Sus cuatro renombradas ferias y mercados durante todos los miércoles del año. Las primeras, el 19 de marzo, 5 de mayo, 7 de junio y 4 de septiembre. Los mercados, «medio año arriba, con transacciones de vacas y de cerdos, y el otro medio abajo» como reseñan las crónicas de la época. La gran actividad comercial de la villa con numerosos establecimientos comerciales de todo tipo provocaron que la empresa bañezana «Martínez» estableciese una línea de autobús desde La Bañeza a Santibáñez para acudir expresamente a los mercados de los miércoles. Ya entonces, Santibáñez tenía coche diario a La Bañeza y a Zamora, aunque este último menos los lunes y los jueves, ya que acudía a los mercados de El Puente de Sanabria y a Benavente.
Foto de La Opinión de Zamora - M.A.C. |
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