Espero, creo, deseo y estoy casi segura de que el título de este post será cierto solo de manera temporal. Pero debo decir que el otro día me quedé con la boca abierta cuando paseando por el pueblo, llegué hasta el pilo de la parte de arriba y... ¡¡no estaba!! Solo había un espacio de barro donde hasta el viernes anterior (de eso me enteré después) estaba este pequeño lavadero.
Apenas había agua en el abrevadero del que se nutre y se había desviado la salida a un lado y terminaba sobre el camino.
El pilo de Peñacabras es uno de mis lugares favoritos de Ayoó. Desde que voy con mi chaval a Ayoó, se convirtió en visita obligada. Ir, refrescar los pies en el reguero, jugar con el agua, estar a la sombra...
El de Peñacabras es un lavadero pequeño, comparado con el de la Iglesia o el del Caño. Rodeado de Castañales, antes con más sombra que ahora, ya que se han ido secando o cortando algunos de los árboles que lo rodeaban.
Como los demás, ya no tiene la animación y visitas que tuvo, pero seguía yendo gente a lavar mantas y colchas u otras prendas que son difíciles de meter en la lavadora.
Cambios del pilo a lo largo de los años (que yo he fotografiado)...
La castañal
La llegada del agua...
Las piletas...
Lo cierto es que el pilo estaba hecho unos zorros desde hacía tiempo y me imagino que ya no tenía reparación posible.
Estas tres primeras fotografías son de 2011. |
Imagen tomada en el verano de 2012. |
Verano de 2016. |
Verano de 2017. |
Verano del año pasado, 2018. |
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