De todas las cosas que me contó mi padre de las comedias, me quedó pendiente una anécdota relacionada, la de la cecina de perro... aquí va:
“Fui a una comedia a Pinilla y después dormí en Pobladura. Estaban veinte o treinta mozos de Felechares y Pobladura cuando llegó uno al que llamaban Felipe El perrero que decía que mataba perros y hacía cecina con ellos. Empezaron a picarse con él y terminaron diciendo que todo el mundo tenía que comer de esa cecina o tenía que pagar la botella de coñac. Y tenías que comer y masticar. Daba asco pero por no pagar, todos la comimos”.
En fin, delicatessen a lo bruto...
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