Otra historia de postguerra de las que me contó mi padre, tiene como protagonista a la familia de un amigo suyo de Cubo que, como él, se vino a tierras vascas a buscarse la vida.
El padre del de Cubo estaba un día en Santibáñez cuando un tipo bastante conocido, que tuvo un bar en este pueblo, se le acercó para decirle que tenía que apuntarse a la Falange sí o sí y que caso de que no lo hiciera “te doy dos tiros como si fueras un perro”. El señor de Cubo salió de allí descompuesto y asustado por las palabras que le había lanzado el de Santibáñez, y durante mucho tiempo vivió atemorizado por las amenazas de un tipo que tenía bastante poder en aquellos tiempos difíciles de después de la guerra.
Pasaron los años y un día su hijo, el amigo de mi padre, ya mayor, fue invitado a la matanza del cerdo en Santibáñez y quiso la casualidad que se encontró con el bravucón de la advertencia. A la cabeza le vino todo lo que había sufrido su padre por aquella amenaza y sin pensarlo se echó contra él, banqueta en mano, al tiempo que le gritaba “anda, dímelo a mi ahora, que me vas a matar como a un perro, dímelo!”.
3 comentarios:
Asi,era la vida,por aquella epoca,yo recuerdo como uno de mis abuelos me contaba,cuando fue tiroteado en la guerra y me señalaba con el dedo la cabeza,que era donde aun tenia restos de metrala,saludos de saritisima.
Años duros, de verdad, sobretodo cuando algunos hacían de su victoria una forma de atropellar y pisar a los que habían estado en el otro bando o ni siquiera, a aquel que no le caía en gracia.
INVITADO. Por desgracia Santibañez tovo la mala suerte de tener bastantes perseguidores en ese tiempo, ami me han contado gente de credito comentarios con nombres y apellidos, que ponen la carne de gallina y el que tu indicas estaba en la manada. Que dios los haya perdonado, que los que atropellaron no los van a perdonar.
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