El sábado de la Semana Santa el mal
tiempo nos dio una tregua. Cesó la lluvia y apareció un maravilloso
sol primaveral que aprovechamos para acercarnos a una zona en la que,
a pesar de lo cercana que está al pueblo, no había estado: la mina.
La mina es una explotación de los años ochenta en la que durante
varios años se realizó la extracción de las rocas blancas que
pueblan el pueblo, el geijo (o jeijo, no sé cuál será la grafía
correcta), piedras de cuarzo que, entre otras cosas, se usaban para
la fabricación de sanitarios, es decir, lavabos, wáteres, bidés...
con lo bonitas que son y qué prosaico fin!!!!
El lugar está bastante cerca del
pueblo, abajo teneis la vista tomada con Google Maps.
Se sigue el camino
que bordea el cementerio por la izquierda, se toma el camino que sale
a la derecha en la siguiente intersección y a la derecha del camino,
pasados unos 300 metros, junto a una viña (la de Sole y Antonio),
vemos la mina.
El terreno está tal cual lo dejaron, lo de
rehabilitar tras su explotación se ve que no iba con la empresa que
la llevó a cabo. No es un terreno grande, es un pequeño espacio en
el que han quedado dos pozos, uno bastante profundo, ahora con agua,
que imagino que en verano estará lleno de ranas y bichos (no hay mal
que por bien no venga).
También hay montoneras de restos, alguna
basura y una tolva y restos de una cinta mecánica, imagino de que
parte del sistema de limpieza y separación del geijo.
En este lugar estuvo a punto de tener
un grave accidente Teo, el marido de Isa, el hijo de Tomás y Ursula.
Trabajaba en la explotación minera y una máquina excavadora se topó
con él y le atrapó con la pala, con tan buena suerte que su cuerpo
quedó entre los dientes y no atravesado, pero el susto se lo llevó.
Teo era uno de los vecinos del pueblo que trabajaron en la mina, que
estuvo varios años en explotación, allá por los ochenta.
El geijo (o jeijo, ya digo) es una
piedra con cuarzo que en muchos lugares de la zona (también en Ayoó)
se usa con fines decorativos.
En un documento sobre Val de SanLorenzo, el pueblo leonés de las mantas, leo que se usan trozos de
estas piedras sobre una laja de piedra sobre las bocas de las
chimeneas. Y la explicación de este uso no es solo “práctica”
si no que tiene más implicaciones:
|
Chimenea en una casa de la calle Corrales |
Se impide por un lado la entrada de la lluvia y de desechos de
aves y con la piedra se impide que la laja se vuele. Pero
curiosamente se trata siempre de cuarzo blanco, algo que seguramente
entra dentro de las formas simbólicas de dar por finalizada
“mágicamente” la casa – como algunos que colocaban un cordero
en el tejado por varios días con objetivos similares –. Dentro de
este contexto debemos entender que el cuarzo blanco posee un destaque
para la comunidad ya que en cierto modo se le están atribuyendo
valores mágicos. El origen de esta tradición es imposible de
conocer. La única hipótesis que se me pasa por la cabeza es que sea
una tradición de origen romano en relación con la intensa
explotación aurífera de la comarca: el cuarzo blanco se relaciona
directamente con los filones de oro y por lo tanto su hallazgo en un
lugar era señal para los prospectores romanos de que allí podían
hacerse catas mineras.
|
Esta es reciente, es la chimenea de la Casa de los Cazadores,
realizada, si no me equivoco, por Joaquín
y con una piedra de geijo coronando la bonita estructura. |
Sobre el origen del término geijo,
jeijo, jeiju, diferentes variaciones que aparecen en León, Zamora,
Asturias, he encontrado una curiosa explicación en una página de
Wikipedia que explicaba el posible orígen del nombre de la ciudad de
Gijón:
“Ya
Unamuno apuntó que el nombre Xixón podría venir del latín "saxus"
peñasco, roca, con el proceso siguiente: saesu - saixu - xeixo -
sexo - xixo. De hecho, en el dominio lingüístico astur-leonés aún
se conserva: en Salamanca se llama "jijo" a un rollo de
piedra usado en un juego; y en Zamora se sigue utilizando "geijo"
o "xeixu" para denominar una piedra de cuarzo lechoso.”
Mi hermano solía ir a esta
zona cuando sus hijas eran pequeñas y se lo pasaban muy bien allí
con tanta piedrita, agua y barro. Y doy fe de que mi hijo también
quedó encantado con lugar, donde nos cocinó, cual Argiñano
primitivo, ¡un filete de piedra!
Es un paseo cercano para hacer, eso
sí, cuando el sol no da de lleno porque no hay árboles alrededor
que puedan dar sombra. La zona de la mina es bastante curiosa, pero
ya solo el paisaje que la circunda bien merece hacer el camino.
|
Las ovejas de Jose con la Peña San Mamés de fondo. |
*Sobre la mina de Ayoó se ha contado mucho en el grupo de Facebok del pueblo, aquí: https://www.facebook.com/groups/132004383532222/ Ha sido un intercambio muy interesante de datos y he decidido refundir lo que allí se ha dicho en un pequeño nuevo texto y añadirlo a este artículo que yo, con lo poco que sabía del tema, había elaborado. Gracias a todos, en especial a Isaac Zapatero, que es quien más datos aportó.
Además de esta explotación ha habido otra zona en el pueblo de
extracción de cuarzo: en el camino que va desde las viñas de
Arrriba hasta el término municipal de Fuentencalada, por debajo de
lso Becerriles. Esta forma parte de la misma concesión, solo que
cambiando el lugar desde el que se abordaba la explotación del
filón, una por arriba y otra por abajo. También hay otra mina en
Iruelo, entre los pinos viejos y la caseta de vigilancia, hacia el
lado de Congosta. Asimismo, se explotó una zona que queda ya en el
término de Carracedo, cerca de la carretera, pero el cuarzo era de
mala calidad, muy cristalizado y con mucho hierro.
La mina del artículo es la última que estuvo activa. Se explotó
desde hace décadas, en una ocasión de manera superficial y en el
resto de las veces posteriores fueron minas a cielo abierto pero
con uso de explosivos. En esta primera explotación trabajaron vecinos como Antonio Paz, recientemente fallecido, que era capataz; Mariano, el padre de Flora, que perdió un ojo en un accidente; Plácido, el padre de Loli,...
En los años ochenta la explotó un hombre
llamado Javier, que vivía en casa de Asunción y trabajaban allí
Miguel Angel el de Eulogia, Angel el torero, Isaac el de Pascual,
Gaspar y Andrés, los de Nichi, Higinio el de Restituto, Pepe el del
bar... En esta ocasión, la forma de explotar la mina fue superficial, es decir, se recogían las piedras sueltas, grandes y pequeñas sin más.
Posteriormente, durante unos cuantos años la llevaron unos llamados Alfredo y
Alfredín, que terminaron su negocio de forma un tanto irregular,
marchándose y dejando unas cuantas deudas. En ella han trabajado
muchos vecinos del pueblo: Agapito, Ceferino, Teo. Para saldar la
deuda que dejaron Alfredo y sus socios, se le concedió la
explotación a un empresario de Benavente y la llevaba un hombre
llamado Raymundo. También trabajaron vecinos del pueblo: Agapito el
de Loli, Anselmo el de Vicenta, Manolo el de Agustina, Isaac Zapatero
y un chofer de Villaveza del Agua.
El material obtenido se llevaba a fundir bien a Mansilla de las
Mulas (León) bien a Huelva, donde había hornos para fundir el
cuarzo. Con el se obtenían materiales abrasivos de corte como los
discos para las radiales usados en la construcción. El cuarzo
también aparece asociado al oro y en este caso también salía algo,
pero muy poquito, apenas unos gramos por tonelada de cuarzo después
de molido.
El pozo grande de las fotografías quedó después de la última
extracción que fue la más profunda. “La barrenamos -cuenta Isaac-
Anselmo y yo dos días después de San Bartolo, con unos tres metros
de profundidad en la roca.”