Una de las historias más curiosas que he tenido que investigar a raíz de las cosas que me han ido contando en casa es la de las culebras bebedoras de leche. Mi padre jura y perjura que la mejor forma de atrapar una culebra que se haya metido en una casa es tentándola con un balde con leche, que así se ha hecho siempre. Esto es lo que al parecer pasó en Zamora, en una pequeña iglesia donde se había colado un enorme ofidio al que solo pudieron cazar poniéndole como cebo la preciada leche y cuyo cuerpo colgaba desde entonces en la pared del templo.
(Fotografías: Arriba, imagen de la puerta de la Iglesia de Santa María la Real en Sangüesa (Navarra) con una mujer que amamanta a una serpiente y a una rana. Abajo, capitel de 900 años de la Iglesia románica de Teza (Burgos) donde se ve a una mujer que amamanta a dos serpientes)
También me contó la historia vivida por un vecino del pueblo que descubrió cómo una cabra se le quedaba parada y quieta en el campo mientras una serpiente le mamaba de las ubres. De ahí pasamos a las historias de culebras que se metían en las cunas de los bebés para robarles la leche de sus madres mientras le metían la punta de la cola en la boca, a modo de chupete, bebés que no engordaban y enfermaban hasta que se descubría la causa en la serpiente culpable... hasta mi cuñada conoce la historia de una prima en Galicia a la que le ocurrió!!!
Debo reconocer que me enfrenté a todo ello con mucho escepticismo, pensando que esto eran cuentos de pueblo y descubrí que puede ser que no haya mucho de cierto en ello, pero que es, desde luego, realmente apasionante. Historias de culebras que roban leche, ya sea de mujeres recién paridas o de vacas o cabras, se repiten por todo el mundo y en todas las culturas, como se recoge en este artículo del portal Celtiberia o en este otro del blog La crónica verde.
Consulté con una persona que profesionalmente sabe de animales y además es un amante de la cultura popular, Jose Alfredo Hernández, de la Asociación Furmientu. Esta es su versión del tema:
Lo de que las culebras maman es una creencia extendida en las culturas ganaderas de todo el mundo. Esto, como muchas creencias tradicionales, es falso pero tiene una explicación científica. Para saber que es falso no hay más que examinar la boca de una serpiente y comprobar que no tiene ni la más mínima capacidad de succión. La explicación de esta creencia está en el hecho de que un susto ocasionado por la presencia de la culebra puede ocasionar fácilmente que se le corte la leche a la vaca, la cabra o la mujer. La secuencia es evidente:
1. Oigo mugir la vaca y acudo enseguida a la cuadra.
2. Al entrar me encuentro un bastardo de 2 metros que se ha metido en la cuadra buscando el calor o para cazar ratas y ratones.
3. Cuando ese mismo día voy a ordeñar la vaca me encuentro con que no tiene leche (se le cortó del susto).
4. Conclusión: la culebra "ordeñó" la vaca.
Siempre da la serpiente
pagas traidoras:
pagas traidoras:
la leche que bebiera
trueca en ponzoña.
Así comienzan unos versos de una fábula que, como otras muchas, tienen a las serpientes como protagonistas y el hecho de beber leche se repite una y otra vez en ellas. Todo ello puede leerse en el trabajo “Serpientes, Culebras y otros reptiles” de la Asociación Alonso Quijano de Fomento de la Cultura, en unos cursos que organizó en 2004.
Me costó un poco encontrar una versión más oficial de la historia de la culebra colgada en la pared de la iglesia zamorana, pero al final apareció. Esta es la ermita de la Virgen del Camino (también conocida como la Iglesia de la culebra), que ha quedado escondida en la ciudad, como se ve en la fotografía de Eduardo Almeida. La historia es esta, recogida de un artículo publicado en “El norte de Castilla” y titulado “Reptiles de leyenda en las Iglesias”:
En esta ermita encontramos una serpiente boa disecada, de seis metros de longitud, colgada de la pared en posición horizontal, justo encima de la puerta de entrada. Aquí la leyenda para explicar su presencia es muy parecida. En este caso, es el pastor después de volver del frente, quien se enfrenta con el animal ya que había matado a numerosas personas en su ausencia, no atreviéndose nadie a frecuentar el lugar.
Para acabar con el repelente ofidio ideó un plan. Acudió con un espejo y un cuenco de leche al lugar, allí la serpiente al verse reflejada en el espejo, creyó que ese congénere la arrebataría sus alimentos por lo que estableció una lucha tremenda contra la imagen del espejo hasta que cayo agotada, momento que aprovechó el astuto pastor para acabar con la vida del reptil de unas cuantas cuchilladas.
Esta historia le recordó a mi padre otra leyenda, la del topo de la Catedral de León: “un topo que destruía cada noche los cimientos que construían por el día... “. Este es el relato de la leyenda, recogido en la web del Barrio Húmedo leonés:
La gran dificultad de llevar a cabo una construcción de este tipo, ha dado lugar a una leyenda que más que leyenda era una justificación a los problemas, muchos, muchísimos, a los que tuvieron que enfrentarse los distintos arquitectos que pasaron por esta ciudad.La leyenda cuenta, que un topo gigante, al que nadie había visto nunca, salía durante la noche, y con su potente hocico iba destruyendo todos los cimientos que los canteros habían colocado el día anterior. Durante semanas, los canteros no avanzaban en su trabajo, ya que no eran capaces de evitar las destrucción de su trabajo por este ser maligno. Hartos de trabajar y no dar por terminado su trabajo, se decidieron a colocar una tramapa. Idearon un cepo gigante con el que dar caza a tan dañino animal. Y así fue, la primera noche que colocaron la trampa, oyeron como algo había quedado atrapado en la trampa. Cuando se acercaron pudieron ver un enorme topo; el más grande que jamás hubieran visto. Lo mataron y colgaron su piel, como escarmiento y signo de victoria, en al puerta principal. Desde entonces, en la puerta de San Juan, cuelga un enorme pellejo oscuro, que dicen era el pellejo del topo "destructor". Así queda reflejada la proeza de estos canteros.
Lo cierto es que, al parecer, lo que se encuentra en la catedral es una concha de una tortuga gigante, posiblemente traída de las américas por los misioneros pero, en fin, ahí queda la historia.
Al final, con todas estas historias, las serpientes se han ganado una mala fama que las convierte en uno de los animales más temidos y odiados... y eso que las variedades que encontramos en nuestros campos son de las que ayudan, que comen roedores y otros bichos que se alimentan de nuestras huertas, pero ni por esas... cuando vemos una y ahora en el pueblo hay muchas y grandes..., hala, a matarla... claro que mi fobia es con las arañas, si fuera con las culebras, seguro que no tenía tanta compasión...
Culebra muerta que se hallaba en el jardincito que hay detrás de la Iglesia, donde estaba la chopa. Estaba recién matada.