-Abuelo Joaquín,
que yo ya no aguanto,
deme un poco de eso
que relame tanto.
Duras las peras,
las manzanas duras,
le vendría muy bien
a mi dentadura
eso que usted chupa
con tanta dulzura.
¿Será un caramelo
de miel de la pura?.
Andar ya no puedo.
Le advierto, si acaso,
que o me da usted uno
o de la raya no paso.
Y a ver quien le lleva
por el monte hasta Alija
a cantar coplas de lobas.
Claro le digo. Elija:
O caramelos, que veo
envueltos en una tela
ahí dentro del zurrón
o no llena la fardela.
Sin caramelos no hay coplas;
sin coplas no hay fardelas;
sin fardelas no hay viandas
sin viandas no hay cazuelas.
Sin coplas
no hay cuartos.
Caramelos chupemos,
fardelas llenemos,
cazuelas comamos
hasta que estemos hartos.
-Me ganaste, perillana.
Toma uno.
Toma este caramelo
y llévame a la Vizana.
Con disimulo le dio
el que en la boca llevaba,
pequeño como lenteja
de lo chupado que estaba.
Para él cogió otro grande
de los trece que guardaba
en el zurrón entre telas
que olían que alimentaban,
jalea de abeja reina
que, más que oler, embriagaba,
la mejor miel de colmena,
de cosecha bien labrada.
-¡Que no, que no!...
que este no quiero,
que no es ni lenteja
del chuperreteo.
Ande, abra la boca,
déjeme ver dentro.
Que huele a manjares.
¡A ver lo que encuentro!
Abierta la boca,
vio que tenía
caramelos de miel
de los que ella quería.
-De esos, deme tres,
uno para ahora,
dos para después.
-Otra vez me ganaste,
perillana,
toma tres caramelos
y llévame a la Vizana.
Y otros tres te daré
-mira aquí, tengo trece-
si
a la Vizana me guías,
sin caer, sin que tropiece.
Y los ricos caramelos,
dulces porque eran miel,
mientras hacía el camino,
la niña acabó los tres.
Y otros tres aún le quedan,
para chuparlos después,
en el zurrón que el abuelo
ha envuelto, manjar del cielo,
en telas de buena ley.
A Alija llegaron
pasadas las diez,
algo cansados,
pero llegaron bien.
Ni un solo tropiezo,
sin un solo traspiés.
Y ya entrados en Alija,
a la sombra se sentaron.
En una casa pidieron
agua fresca y fresca hallaron,
que la sacó una vecina
que conoció a Vasallo
cantando en la romería
de agosto del otro año.
La mujer también sacó
jabón de olor, palangana
y un trapo para secarse
que limpio en tendal colgaba.
Joaquín le cantó una copla
para darle así las gracias.
Se la cantó al oído,
casi, casi, en voz baja,
una de esas de las suyas,
de las que él se inventaba,
que en ratos de buen talante
decía a quien le cuadraba.
Y al acabar le dijo:
-Esto es por el jabón,
por el fresco trago de agua,
por la toalla que sacaste,
por la limpia palangana;
y por los bailes que echamos
la romería pasada;
también por tus castañuelas.
¡Qué bien que las repicabas!.
Con qué gracia y qué salero
las jotas, todas, cantabas.
Cuando llegue la de este año,
otra vez vendré a escucharlas
(A Arceli)
-Ahora que ya tenemos,
bien refrescada la cara,
refrescados los sombreros
y hasta fresca la mirada,
te daré tres caramelos
que te debo esta jornada
por traerme sin tropiezo
a cantar en esta plaza,
y que veas que tu abuelo
cumple siempre su palabra.
-¿Cumplir siempre?; ¿por un día?.
Por cumplír, cumplí la mía.
Lo traje esquivando piedras,
sin una sola caída,
sorteando socavones,
regueros, baches, encinas,
y esos cardos alargados,
que solo tienen espinas,
que se clavan como agujas
y te raspan como limas,
evitando los zarzales…
Yo he sido buena guía.
Por un día que cumpla usted…
-¡Calla, no seas víbora!
¡Toma lo que te debía!.
Tres caramelos, tres.
Hay que avisar a la gente,
decirle que hoy hay coplas,
que la primera va a ser
la que habla de la loba.
Y ya veremos… Si hay corro,
pues, entonces, canto otra.
Si no lo hay, cantaré
donde haya quien me oiga.
Viene gente para acá.
Anda, ¡pregona, pregona!.
-¡Atención, atención!
Vengan a escuchar
una copla emocionante
que Vasallo va a cantar.
En la puerta de la iglesia,
pronto vamos a empezar.
Es la copla de la loba,
una historia sin igual.
La gente oía
este pregonar.
Se iba acercando
hacia el lugar.
Por la copla era
y por curiosidad.
-¡Atención, atención!
Que Vasallo ya está a punto.
La copla de la loba parda
comienza en dos minutos.
Mujeres, mayores, hombres,
por perronas o un real
la copla de la loba
les vamos también a dar.
O lo que puedan, que vale
pues también la voluntad.
Un buen corro
ya se ha formado.
Un último aviso
y está empezado.
-¡Atención, atención!
Que ya vamos a empezar
La copla de la loba parda,
Vasallo les va a cantar.
Siete veces la cantaron,
pregonando al caminar.
En el cementerio, una,
en la iglesia que allí hay;
y, al acabar, la segunda
se cantó en calle Real;
subieron a San Esteban
y cantó dos veces más,
que a la puerta de esa iglesia
gran corro se fue a formar.
Una fue la loba parda,
la segunda fue un cantar
con Salve y un Padre Nuestro
de su ingenio sin igual.
Ya pesaba la fardela,
pero aún cabía más.
Bajaron poco a poco.
Otra vez calle Real.
A la sombra se quedaron
un buen rato a descansar,
a encetar un salchichón
y a comer algo de pan.
Quedaría la fardela
más ligera al acabar.
Otras dos veces cantaron.
La primera fue al entrar
en la plaza con castillo,
iglesia de buen
rezar.
En esa Plaza Mayor
fue el segundo cantar,
en medio se hizo un buen corro
y nos los dejaban marchar.