Como el sol estaba alto,
allí no cantaron más.
De los cuartos de rebusco
pocos quedaban ya.
Dijo Joaquín Vasallo:
-Vámonos a la Vizana,
pasando por Ozoniego
que allí hay vino de cuba,
que el de garrafa no es bueno,
que la bota está vacía
y tengo el gañote seco.
Si hay alguien que nos escuche,
por un cantar yo la lleno
y, si allí no hubiera nadie,
ya volveremos luego.
Cantaron en Ozoniego,
la bota llenaron.
Dos barreños de patatas
con berza les regalaron.
Y hasta una cabezada
pequeña los dos
echaron.
Los cuartos de siete coplas,
siete veces los contaron.
Lo que había en la fardela,
siete veces lo palparon.
Siete más lo iban a hacer
por ver si faltaba algo.
La cuenta, al fin, se acabó,
porque así dijo Vasallo:
-¿Para qué ya la Vizana?
Con lo que hoy hemos sacado,
tenemos para dos semanas.
¡Vámonos de vuelta, nieta!.
Mañana tendrás un duro,
si me llevas a San Esteban
por un camino seguro,
sin tropiezos o me choques
la cabeza contra un muro.
-Mi palabra ya cumplí
y otra vez la cumpliré,
pero ahora deme uno
que el otro lo pediré;
y, según me dijo usted,
con las perras hoy ganadas,
otro duro ha de sobrar
para comprarme alpargatas,
caramelitos de Oviedo
y almendras garrapiñadas.
Deme el duro y otro más
para unas mantecadas
que lo guío a San Esteban
y acabamos la jornada.
Este es el primer cantar,
pero más cantares hubo.
Otro día cantaremos
el que dicen fue el segundo.
El del camino de Alija
fue el cantar número uno.
Benito Pérez Ferrero
31 de julio de 2021
Hasta aquí el texto que me envió Benito Pérez Ferrero, el bisnieto del ciego de San Esteban de Nogales que cantaba coplas. Los más mayores del pueblo se acuerdan perfectamente, porque era un entretenimiento que había en aquellos tiempos. Las coplas se compraban, les daban la letra y cada uno se aprendía aquella que con la que había podido hacerse. Luego la cantaban cuando iban a la vacada o cuando se juntaban.
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