Vieja casa en la calle de la Iglesia. Era de la Ti Ana María y ahora es de Antonia, la de Justi. |
Los tejados de ripia eran los que se usaban para techar las casas del pueblo, los que aún podemos ver en las construcciones más antiguas, las viejas casas de barro que aún se mantienen en Ayoó.
Encima de las latas extendían una capa de varios centímetros de ramas de jara, o más raramente urz, llamada ripia, y ya sobre ésta, asentadas con barro, las tejas. (…)
Otra imagen de la casa de Antonia en la calle de la Iglesia |
También
en la página web de Uña de Quintana se explica cómo se hacían
estos tejados:
Restos del tejado en la casa del Ti Saturnino. |
De una a otra pared se colocaban las vigas de aire, sobre las cuales se clavaban los caballetes en forma de triángulo, que daban al tejado la inclinación deseada. De uno a otro de los caballetes se colocaban las Tercias (palos de madera de unos 10 cm de espesor) y encima de éstos, la ripia. El tejado se terminaba con las tejas
( Retejar) y cuando la obra estaba terminada, había costumbre de colocar el Ramo, un ramo de flores salvajes, símbolo del objetivo alcanzado.
El
tejado de ripia se dejaba al aire por la parte de dentro de la casa,
lo que era bastante poco limpio. Como recordaba Alberto Alonso de su
niñez: “dormíamos en el cuarto del trigo pero cera tejado de
ripia escarbaban los pájaros y nos caía el barro en la cara”.
Así,
la modernidad llegó cuando se cubrieron los techos con la tabla de
chilla, que es la que se ponía en el enlucido. Mi padre recuerda que
mis abuelos fueron de los primeros en poner la habitación enlucida,
con la tabla de chilla “agargollada, con rebajes, para hacer más
bonito.
En
las vigas que sujetaba este techo, al menos en la casa de mis
abuelos, había puntas de las que se colgaban racimos de uva que se
iban desecando, pasando y que se podían comer durante bastante
tiempo.
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