En
los años 40-50-60 y realmente, no sé hasta cuando, existía una
figura en los pueblos, una autoridad conocida como la “Guardia de
campos”, que eran vigilantes de todo lo que ocurría en las
tierras. Mis padres lo recuerdan perfectamente: “El guardia nos
cobraba una multa si íbamos con la hacienda y la dejábamos entrar
en una tierra y hacía daño. Cuando íbamos con la vacada teníamos
miedo porque a veces las vacas se nos escapaban y si entraban en una
finca, enseguida venía el guardia. A veces, íbamos a arar y si
había chicas íbamos a hablar con ellas, y si estábamos hablando
igual la vaca se desviaba un poco y hala, multa. Si pillaba un perro
en las viñas, también multa (los perros comen uvas)”.
Hay
que tener en cuenta que entonces el pueblo estaba todo sembrado, no
había tierras de balde como ahora y se discutía hasta por un surco
que uno le hubiera cogido a otro en la rodada.
A
esta multa, que podía llegar hasta las 50 pesetas de las de
entonces, se le llamaba en el pueblo “prendada”.
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Guardias de campo en Villena (Alicante), durante la feria del pueblo, en 1963. Aquí parecían llevar un uniforme, en el pueblo no lo llevaban, pero si portaban ese cinto cruzado, con una chapa que los identificaba en su cometido.
Blog Villena Cuéntame. |
Los
Guardias Jurados del Campo tenían su sede en Medina de Rioseco,
donde tenían una casa en la que se apuntaban y hacían los cursillos
y luego los destinaban a los pueblos (mi padre recuerda como “Tío
Isaac y Benigno, el de Rosalina, que eran de la Hermandad y hubo un
lío con los guardas, tuvieron que ir hasta allí para aclarar el
sucedido”).
El
pueblo pagaba su sueldo y también la Hermandad* les pagaba algo.
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Denuncia que hace el guarda de Campo de Cereixido (Lugo) ante el juez de Quiroga por multas impuestas a los vecinos y no abonadas en al año 1902. Blog Bendilló. |
La
figura del Guardia de Campo es bien antigua. En nuestra zona, según
me cuenta el profesor e historiador Rafael González Rodríguez (blog
Más vale volando)
este cuerpo aparece en documentos del siglo XV: En el Archivo Municipal
de Benavente he visto algunas ordenanzas de los siglos XV, XVI y XVII
relativas a la guarda de las viñas. Eran los propios agricultores
quienes establecían unos turnos de vigilancia o pagaban a personas
para que ejercieran labores de vigilancia. Parece ser que el robo de
uvas estaba al orden del día, especialmente en fechas próximas a la
vendimia, cuando la fruta estaba madurando. El Concejo imponía
fuertes sanciones a quien era sorprendido cogiendo uva. Para eludir a
los vigilantes los infractores actuaban de noche o utilizaban
disfraces para no ser reconocidos. Otra de las funciones de estos
guardas era evitar que el ganado invadiera los cultivos. Otra figura
destacable es del "guarda de dehesas", que todavía hoy
existen. Estas personas estaban al cuidado de las fincas de los
terratenientes, y residían habitualmenete en una casa en la
propiedad. Sobre estos guardas y las dehesas de la comarca de
Benavente escribe Julián Cachón es su libro "Corrillos y
Gentes".
Anécdotas
sobre Guardias de campo de Ayoó hay bastantes. Mis padres recuerdan
a uno llamado Juan manuel. “Le llamábamos Servas -señala mi
padre- porque observaba mucho, veía enseguida si la vaca entraba en
una finca que no era la suya” (Por cierto, al hijo, Jose, también
le pusieron mote rápidamente, como apuntan en la web de Ayoó: "le
llamábamos Jose Lanas por el mucho vello que tenía").
Mi
madre también se acuerda él: “Era muy listo, tú no lo veías y
él a ti sí. Le teníamos un miedo... que se nos iba una vaca y ya
nos ponía la multa...Eso si´, le decíamos que faltaban pimientos, o
tomates... iba por la noche y todo, a pillar al que los apañaba”.
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Cinturón de un Guarda de Campo. Museo de Castrocalbón. |
En
el antiguo foro de la web de Ayoó se contaron también algunas
anécdotas sobre estos Guardias de Campo. Uno de los participantes, que firmaba con el nick Con sentido común narraba
la siguiente (he editado los nombres, para los susceptibles...):
Les
voy a contar una de castañas!!! Lo recuerdo como si fuese ayer
amismo. Corrían allá por los años 57-58... Antes de ir a la
escuela con Don Felipe y a eso de las 9 de la mañana. Aquel día me
había levantado temprano a pesar del frío invernal y como las
castañas me gustaban muchíííííííísimo, cogí una lata de
aquellas que mi madre me había preparado para recoger castañas del
suelo en las castañales. Recogerlas del suelo no era pecado, pecado
era si las cogías del árbol, de la castañal. Iban conmigo otros
niños del pueblo. Bueno pués lo que pasó, fue que el guarda de
aquel entonces, que se llamaba Uvaldo, de Granucillo, nos pilló
cogiendo las castañas del suelo y nos llevó con muy mala leche a la
casa del alcalde para ratificar una denuncia, que de aquellos años
nos puso de 50 pesetas de multa, o si no, nos decía que nos llevaba
a la cárcel por ladrones. Una nieta del alcalde estaba con nosotros
y yo vi como la llevaban para adentro, a la cocina y yo pensaba “a
ella ya la llevan para la cárcel”. A mi se me mojaban los
pantalones, pero no, ella estaba exenta de toda culpa por ser nieta
del alcalde. Cuando mi madre se enteró, después de un buen rato que
nos tuvo allí, muertos de frío y con los pantalones mojados, vino a
buscarme y pensé que me esperaban otras “castañas”. Pero no,
les puso a parir al Guarda y al señor alcalde por la acción
desmesurada que ellos habían tenido para con unos niños que no
habían cometido ningún delito por coger castañas del suelo de las
castañales.
Desde
aquel momento no era mi madre solamente, era mi héroe, por que había
defendido a su hijo como solo una madre sabe hacer, pero las 50
pasetas las pagó de multa y eso lo odié toda mi vida, la injusticia
no la he soportado desde encontes y es que por aquellos años
cincuenta aquellas 50 pesetas debía ser lo que mi padre ganaba de
jornal mensualmente.